Determiné de quitarme de tanto ruido como el de la corte y buscar quietud en tierra más templada que es Castilla, yéndome al Andalucía, donde los gentiles pusieron la quietud de las almas bienaventuradas, a su modo de creer, diciendo que en pasando el río Leteo –que aun todavía conserva el nombre de Guadalete– se olvidaban de las cosas de la tierra y todo lo demás pasado; que la excelencia del temple, abundancia de regalos, apacibilidad de cielo y tierra les hizo dar en este error. Que los más templados son más aparejados para la conservación de los viejos; y como me hallé con dinerillo, compré una mula, que me la dieron barata por tener esparavanes en los pies y un ojo pasado por agua; pero caminaba razonablemente, con que fui mi camino encomendándome a Dios y al bendito ángel de la guardia...
Vicente Espinel De La Vida de Marcos de Obregón. |