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ARCILLA |
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f. Roca sedimentaria, a menudo blanda, que mezclada
con agua forma una masa fácilmente moldeable y que se endurece con la
cocción. No posee un laminado aparente. Está constituida por minerales
arcillosos acompañados de impurezas que le confieren diversos colores:
blanco, gris, azul o negro "por la presencia de materia orgánica",
amarillo, rojo, pardo o verdoso "debido al óxido de hierro". Su tacto es
untuoso. Su sección es generalmente brillante y posee poca dureza. Es muy
higroscópica. Pese a su importante porosidad, es impermeable porque el
tamaño de los poros no permite el flujo del agua. Cuando se deseca pierde
el agua de constitución, disminuye su volumen y adquiere mayor cohesión y
cierto grado de dureza. La mayor parte es de origen sedimentario. Procede
de la descomposición, por alteración, de los aluminosilicatos que entran
en la composición de las rocas cristalofíticas y que sufren la acción del
agua o del anhídrido carbónico. También puede proceder de antiguos
sedimentos arcillosos o de la degradación de otras arcillas. Son
arrastradas por los cursos de agua y depositadas en zonas de
sedimentación. Según la fuerza del agente de transporte, puede sedimentar
en ríos (aluviones), lagos, zonas costeras o mares, e incluso puede ser
arrastrada hasta las grandes fosas oceánicas (arcillas rojas). Bajo la
influencia del potasio y del magnesio del medio marino puede experimentar
diversas transformaciones. Es un material imprescindible para la cerámica
y se utiliza en la fabricación de cementos. En la industria también se
usa para el desengrasado de los tejidos y de las pieles, para la
decoloración de grasas y aceites, el refino de petróleo y como base de
pinturas y cauchos. También se emplea en la preparación de algunos
medicamentos.
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