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VILLACARRILLO |
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(JA). Pueblo jiennense de la Comarca de Las Lomas de
Úbeda, entre los ríos Guadalimar y Guadalquivir. Se encuentra situado a
812 m. de altitud, posee 239 km
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de extensión superficial y cuenta con una
población de 11.137. Los restos arqueológicos encontrados en su término
municipal son muy numerosos y de gran valor. Los más importantes son la
esfinge alada de origen fenicia encontrada en La Caleruela, que posee el
Museo Arqueológico de Madrid (cuando podría formar parte del atractivo
turístico de Villacarrillo), y el Tesoro de Mogón, que se conserva en el
museo británico (y, por lo tanto, más difícil de reivindicar). Estas
tierras estaban en la extensa cora califal de Jaián y, en el siglo XI,
primero en la taifa de los Banu Zirí granadinos y, luego, en el extenso
reino de los abbassíes sevillanos, para integrarse en el reino almohade
de Jaén en el XIII, cuando tiene lugar la conquista castellana, aunque
permanece parte de la población autóctona, que se fue diluyendo, pero,
tras la guerra de las Alpujarras, llegaron bastantes moriscos granadino y
aun a principios del siglo XVII había una morera en Villacarrillo, según
el historiador francés Lapeyre. El nombre de la aldea se remonta a la
antigua torre de Mingo Priego, fortaleza defensiva del Adelantamiento de
Cazorla, perteneciente al concejo de Iznatoraf, de donde la segrega el
arzobispo de Toledo (Carrillo) y consigue que el rey Juan II la
confirmara como villazgo el día 10 de enero de 1450. Sus monumentos más
interesantes son la iglesia de Santa Isabel de los Ángeles, del siglo
XVI, el palacio del Cardenal Benavides, la Fuente de los Caños, las casas
solariegas de la Calle de La Feria, la plaza de la Constitución, el paseo
de Santo Cristo y la plaza de Juan XXIII. La iglesia parroquial de
Nuestra Señora de la Asunción, construida por Andrés de Vandelvira, es
sin duda el monumento más importante de la localidad y uno de los
exponentes más significativos del Renacimiento jiennense. Su economía es
principalmente agraria y se basa en el monocultivo del olivar, aunque
también tiene cierta importancia la hostelería y la construcción. Sus
fiestas son la noche de Antón, el carnaval, San Isidro, Santa Rita, el
día de la Cruz, el Corpus, la Semana Santa, la fiesta en honor de los
patronos, el Cristo de la Veracruz y la Virgen del Rosario, en
septiembre. En su gastronomía destacan platos como la ajoharina, los
papajotes o las gachas dulces.
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