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BINGO |
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m.El bingo se convierte en Andalucía desde finales de los años sesenta en un elemento de ocio muy demandado, sustitutivo de casinos y otros lugares de juego, pues permite entrar en el mundo de los juegos de azar a sectores sociales, clase media e incluso baja, con notable presencia femenina o tercera edad, poco habituales en aquellos. La legislación permite a estas salas incluir un cierto número, en función del espacio, de máquinas recreativas tipo B (las que incluyen premios). Locales dedicados al bingo aparecen en casi todas las ciudades andaluzas y conocen un gran éxito de público en los años ochenta, aunque luego comienzan a languidecer. El número de salas supera el centenar a finales de los años ochenta, pero se reduce desde entonces y a finales de 2002 eran ya sólo 64 las que se mantenían en activo, cuando tres años antes suponían 79, el 15% de las salas españolas, porcentaje sólo superado por Madrid y Valencia. Los ingresos "compra de cartones" superan en 2001 los 600 millones de euros, pero crecen en los últimos años muy lentamente. Con todo, Andalucía no es, en relación a su número de habitantes, de las comunidades españolas con más adictos al bingo. En 1999, la Junta de Andalucía, que recibe competencias sobre juegos de azar, crea un impuesto que graba los premios en el bingo. El reglamento vigente en la comunidad data de 1996, pero fue reformado en 2002 para, entre otras novedades, permitir los bingos interconectados. El gobierno andaluz viene ingresando en los primeros años del siglo XXI 120 millones de euros por este impuesto. La generalización de Internet permite la aparición de bingos en línea, y ya en 1997 era localizado un bingo ilegal en la red de redes con centro en Aguadulce, Almería, y 4.000 usuarios. [ Antonio Checa Godoy ].
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