Término que se aplica a la disciplina científica y académica dedicada a los estudios del mundo árabe y, por extensión, a la civilización del Islam, con una ramificación específica al campo del africanismo, orientado entre los arabistas andaluces normalmente al área más cercana del continente vecino. Por las implicaciones que tiene la historia y el presente de Andalucía con estos temas, el arabismo andaluz tiene una larga trayectoria desde el comienzo de este tipo de estudios en la Península Ibérica. A partir de sus arranques, con el enciclopedismo del siglo XVIII o los estudios del positivismo del siglo siguiente, ligado al Romanticismo, este arabismo se halla unido al del resto del territorio español o de los movimientos orientalistas de Europa.Este arabismo no tiene continuidad con los intentos habidos en el momento en que la civilización de al-Ándalus está desapareciendo. Experiencias como la del Estudio de Arábigo establecido por Alfonso X en Sevilla en 1253 no llegan a cuajar. De este modo el arabismo hispano arranca de Miguel Casiri, monje libanés venido en el siglo XVIII a instancias de Carlos III. Uno de los primeros especialistas dedicados a este campo es José Antonio Conde (1776-1820), pero hasta mediados del siglo XIX no comienza a concretarse la escuela española de arabismo.
Uno de sus patriarcas es el sevillano Pascual de Gayangos * , condiscípulo del malagueño Serafín Estebánez Calderón * . Gayangos ocupa la primera cátedra de Lengua Árabe en la Universidad de Madrid en 1843, cuatro años antes de que José Moreno Nieto * hiciera lo mismo en la de Granada. Entre los arabistas andaluces del siglo XIX merece la pena destacar a Francisco J. Simonet * o Francisco Fernández y González * . La fundación del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino en 1910 por Mariano Gaspar y Remiro * supone un impulso a los estudios arabistas en Andalucía. A comienzos del siglo XX sólo existe un curso de árabe literal en cuatro universidades de todo el país: Madrid, Zaragoza, Sevilla y Granada.
Mientras tanto, el arabismo español se articula en su conjunto en torno a Francisco Codera y Zaidín ( 1836-1917) y su discípulo Julián Ribera y Tarragó (1858-1934). Este último comenzará a plantear las lagunas existentes en la enseñanza de la lengua árabe y del Islam en la universidad española, inquietud que retomará su discípulo Miguel Asín * . Bajo el asesoramiento de éste, el rector de la Universidad de Granada, Fernando de los Ríos * , patrocina la fundación de las Escuelas de Estudios Árabes * de esta ciudad y de Madrid. La creación de la Escuela de Estudios Árabes de Granada en 1932 da un impulso decisivo al arabismo en Andalucía. Su primer director, Emilio García Gómez * , puede ser considerado como andaluz por su vinculación a esta tierra. A su lado figuras como Luis Seco de Lucena * o Jacinto Bosch-Vilá * contribuyen a la eclosión que experimenta el arabismo en Andalucía. En la segunda mitad del siglo XX su ámbito se amplía desde el círculo de los estudios andalusíes o la lengua árabe al del resto del Islam o el mundo árabe contemporáneo. En este último campo tienen una significación especial, dentro de un destacado conjunto de especialistas, considerablemente ampliado respecto a tiempos anteriores, figuras como la del jiennense Pedro Martínez Montávez * o el granadino Bernabé López García * .
Aparte del ámbito académico, existen otras facetas del arabismo en la cultura andaluza contemporánea como el arabismo literario o el de las Bellas Artes. Desde obras como el Motamid (1920) de Blas Infante hasta la película Estrecho Adventure (1996) del granadino Valeriano López, toda una serie de producciones artísticas andaluzas refleja una visión de lo árabe como parte de nuestra propia historia y de una cultura vecina a la nuestra.[ Rafael Valencia ]
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