(SE). Estepa se localiza en la comarca Sierra Sur de Sevilla, al sureste de la provincia, concretamente entre la campiña y las primeras estribaciones de las sierras subbéticas. Tiene una extensión superficial de 191 km 2 y una población total de 12.030 h. Dista de la capital hispalense 110 km., con la que se conecta por una de las principales vías vertebradoras del territorio andaluz, la A-92, que le permite además una rápida y cómoda comunicación con otros grandes centros urbanos de la región.
La localidad es conocida por ser el Balcón de Andalucía. Se le denomina así por el mirador natural del cerro de San Cristóbal, desde donde se divisa una impresionante panorámica con la sierras y la campiña, pero sobre todo porque en los días claros llega a verse Sevilla, Córdoba, Málaga y la sierra de Granada.
Precisamente, la estratégica y ventajosa posición en una encrucijada de caminos desde antaño utilizadas y su altura (535 m. sobre el nivel del mar), la convierten en lugar de asentamiento de numerosas civilizaciones, habiéndose encontrado vestigios de ocupación que se remontan a la Prehistoria. La composición calcárea de la Sierra Sur propicia la formación de cuevas y abrigos que pueden ser aprovechados por estos primeros pobladores. Estas tierras albergan un poblado turdetano y posteriormente es púnica, periodo en el que se la conoce como Astapa (con este nombre aparece en una de las obras de Tito Livio, que describe la heroica resistencia frente a los romanos) y durante el periodo bético es llamada Ostippo.
En su etapa árabe (siglos VIII al XIII) se le conoce como Istappa, de la que se sabía era una ciudad amurallada cabeza de un distrito. Contaba con una alcazaba, mezquita (la Iglesia de Santa María se levanta sobre el solar que ocupa) y medina. Forma parte de la cora o provincia califal de Écija y, en los reinos de Taifas, se integra primero en Carmona y después en Sevilla. En la época almohade, en que esta última capital lo era de al-Ándalus, pertenece al reino o distrito de Córdoba. De aquella época queda un legado, como en toda Andalucía, cuyo principal patrimonio son los dulces a los que, posteriormente, se añade manteca de cerdo.
En 1241 es conquistada por Fernando III y en los siglos posteriores la ciudad experimenta un fuerte crecimiento y sus habitantes van saliendo poco a poco de las murallas para ocupar las laderas. Es entonces cuando la población se consolida en su emplazamiento actual, quedando el cerro prácticamente despoblado.
Los siglos siguientes son de gran riqueza para la ciudad, sobre todo el siglo XVI, que es cuando Estepa alcanza todo su esplendor artístico y monumental. De esta época son la ya mencionada Iglesia de Santa María, la Iglesia Parroquial de San Sebastián y la Iglesia del Convento de Santa Clara. El siglo XVII deja también un importante patrimonio artístico y monumental como la iglesia del convento de San Francisco y la ermita de Santa Ana. No se puede dejar de mencionar otra parte importante de la riqueza artística de Estepa, conformada, además de por todo lo anteriormente mencionado, por la Torre de la Victoria, la Torre del Homenaje (almohade), la casa de los marqueses de Cerverales o la de los arqueses de Paradas. Por todo ello, la localidad es nombrada en 1965 Conjunto Histórico- Artístico.
Finalmente, el aumento de la población y el progreso en la agricultura experimentados durante el siglo XIX se recompensa con la concesión del título de Ciudad por Real Decreto. Este siglo pasa también a la historia por el fenómeno del bandolerismo, que tiene por aquí una larga historia, pues es refugio del rebelde Omar ben Hafsum. El Pernales, El Vivillo y sobre todo José María El Tempranillo hacen de Estepa su centro de operaciones. Tal es su trascendencia que, incluso hoy en día, se diseñan rutas turísticas por estos lugares con la finalidad de conocer las andanzas, la personalidad y las reivindicaciones de estos bandoleros y las tierras que les dan cobijo.
Mantecados. En cuanto a las características socioeconómicas actuales de Estepa, sin duda, uno de los aspectos más destacados es que es uno de los ejemplos más significativos de lo que se denomina "industrialización endógena"; esto es, desarrolla un sector industrial autóctono. La producción de mantecados es la actividad más reconocida y quizás la que le da fama nacional. Habría que remontarse a 1858 para encontrar los orígenes de esta actividad, cuando nace una empresa familiar dedicada a la fabricación de mantecados que, con algunos utensilios, un solo horno y sobre todo mucho empeño, inician el proceso de industrialización que tanta fama da a esta localidad. En concreto, se atribuye a Maria La Colchona * la fundación de la industria moderna del mantecado.
Hoy, la industria del mantecado produce más de 18 millones de kilos todos los años y genera 2.000 empleos fijos desde septiembre a diciembre. Facturan más de 40 millones de euros, de los que entre un 20-25% se destina al pago de la mano de obra y otro porcentaje similar se destina a las empresas auxiliares vinculadas a estas fábricas. Por ello, se ha de resaltar que la riqueza no viene dada únicamente de la fabricación directa de los dulces, sino que en torno a esta actividad se genera toda una serie de empresas auxiliares como las dedicadas a abastecer de maquinaria específica y su posterior mantenimiento o las de logística, entre otras, que igualmente emplean a una parte importante de la población. Un indicador de la importancia del sector industrial para el municipio es la elevada tasa de ocupación en el mismo, que asciende ya a algo más del 37%. En definitiva, esta industria está obviamente ligada a Estepa y sus productos no sólo cuentan con reputada fama nacional, sino que desde hace años reciben peticiones de compra del extranjero. Por todas estas razones, la Consejería de Agricultura y Pesca actualmente está estudiando la solicitud presentada por la Asociación de Fabricantes de Mantecados de Estepa para proteger bajo la figura de calidad de Indicación Geográfica Protegida (IGP) los mantecados, polvorones, roscos de vino y alfajores que se producen en la ciudad.
Aceites. Pero no sólo es importante la fabricación de los dulces navideños, no hay que olvidar otras actividades como la producción de aceite de oliva (con más de 9.000 ha puestas en cultivo), a la que cada vez se le dedica mayor atención y prueba de ello es la modernización y creación de nuevas almazaras. La calidad de su producción está en continuo reconocimiento y expansión; así lo atestiguan los numerosos premios otorgados al aceite de oliva virgen extra de Estepa, concedidos tanto por entes públicos como privados, entre los que destaca el Ministerio de Agricultura y Pesca, la feria internacional (Expoliva) y algunas revistas gastronómicas de reconocido prestigio. Pero sin duda el respaldo mayor viene dado por la concesión de la Denominación de Origen Estepa, bajo la cual se encuentra una producción media de la comarca de unos 24 millones de kilos de aceite que proceden de los más de 5 millones de olivos. De estos frutos no hay que olvidar que casi 1/3 se destina a la aceituna de mesa. Por tanto, Estepa no hay que asociarla únicamente a los dulces navideños, ya que también cuenta con una fructífera industria oleícola.
En cuanto a la dinámica de la población del municipio, se ve sin duda favorecida por este próspero desarrollo económico. Así, el número de habitantes continúa creciendo en los últimos años, como es tendencia natural desde hace ya más de tres décadas, aunque de manera más ralentizada. En 1981 el crecimiento era del 10.5, en 1998 de 3.4 y actualmente de 4.07 y, a pesar de esta disminución, es aún uno de los más elevados de Andalucía. Las perspectivas para los próximos años se intuyen positiva, ya que la proporción de población menor de veinte años es superior a la mayor de sesenta y cinco (26,57% y 14,46%, respectivamente), por lo que el reemplazo generacional parece estar garantizado. [ Reyes Manuela González Relaño ].
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