El 19 de julio de 1808 el ejército del emperador Napoleón Bonaparte al mando del general Dupont es derrotado en las afueras de la ciudad de Bailén por un cuerpo de ejército conjunto enviado por las Juntas de Sevilla y Granada. Desde el punto de vista militar esto supone la retirada temporal tras la línea del Ebro de los ejércitos franceses que habían iniciado desde octubre de 1807 una rápida campaña de ocupación de la Península. El vacío de poder generado por la descomposición de la monarquía borbónica se traduce en la estructuración a lo largo de todo el Estado de unidades autónomas de poder, las Juntas, que declaradas soberanas asumen el control de diferentes áreas, organizando además la resistencia contra los franceses. En Andalucía el movimiento juntero acaba convergiendo en dos grandes Juntas, con sede en Sevilla y Granada respectivamente, que se coordinan para organizar un contingente armado, el llamado “Ejército de Andalucía”, que al mando del General Castaños haga frente al avance de las tropas del General Dupont, que habían atravesado Despeñaperros en mayo y, camino de Cádiz, habían saqueado Córdoba y Jaén, tras derrotar a una fuerza española en el combate de Alcolea a principios de junio de 1808. Sin embargo, lo que se prevé como una operación fácil empieza a complicarse para los franceses ante las noticias de que en la retaguardia de Dupont el cordón umbilical con Madrid corre peligro por la acción y resistencia de las fuerzas juntistas en La Mancha, mientras que por delante la rápida organización del Ejército de Andalucía y la rendición de la escuadra de Rosilly en Cádiz, acaban desaconsejando a Dupont el progreso hacia el Sur, acantonándose en Andújar, desde donde pide refuerzos. A finales de junio los refuerzos franceses al mando del general Vedel se establecen en Bailén. Desde esa fecha y hasta el día de la batalla se suceden varias acciones armadas en Villanueva de la Reina y Mengíbar. A partir del 16 de julio los acontecimentos se precipitan trágicamente para los franceses. En virtud de una serie de errores en las informaciones y en las comunicaciones, Vedel, creyendo erroneamente que el ejército español se dispone a cortarle la retirada en Despeñaperros, abandona Bailén y se desplaza hacia el Norte, circunstancia que aprovecha parte del ejercitó español al mando de Reding y Coupigny para ocupar Bailén. Cuando Dupont inicia su repliege el día 18 se encuentra con la retirada cortada en Bailén, donde el día 19 se produce el enfrentamiento entre ambos ejércitos. Ni el general Castaños que persigue a Dupont desde Andújar ni Vedel que había vuelto sobre sus pasos desde La Carolina llegan a tiempo para socorrer a sus respectivos ejércitos. Ocho horas después de haber empezado, la contienda termina con la primera derrota de los ejércitos napoleónicos y la consiguiente capitulación de Andújar. La victoria de Bailén, como la Guerra de la Independiencia en general, se convierte a partir de los años treinta del siglo XX en un hito en el imaginario del nacionalismo español, mito que sigue siendo alimentado por ese mismo discurso hasta llegar al paroxismo en el contexto del hipernacionalismo reaccionario franquista. Con el paso del tiempo el hecho está siendo sometido a un serio proceso de revisión crítica, que, sin negar la evidencia de que es la de Bailén la primera derrota que sufre la Grande Armée en Europa y que ello tiene sus consecuencias políticas y militares en la época, está evidenciando circunstancias como la escasa capacidad de los españoles para rentabilizar y gestionar la victoria, el injusto protagonismo del general Castaños frente a los verdaderos protagonistas militares que son el suizo Reding y el belga Coupigny o las inusuales circunstancias tácticas y estratégicas que condicionan el resultado del enfrentamiento. |