Zambra consagró a Lola Flores en la canción y le dio una fama a Manolo Caracol que hasta entonces no tenía. Esto le facilitó también la posibilidad de hacer cine. Un año antes del estreno de este espectáculo, en 1942, el cantaor ya apareció en una película, Un caballero famoso, con Amparo Rivelles. Pero hasta 1946 no haría un papel de verdadero protagonista, en Embrujo, película creada para explotar comercialmente la pareja artística de moda. Su director, el entonces joven Carlos Serrano de Osma, cuenta la historia de un cantaor que se enamora locamente de una bailaora, el papel que encarnaba Lola. La cinta tuvo una gran acogida en las taquillas, aunque pocas críticas buenas. En 1950 rueda Jack el Negro, del director Julien Duvivier, donde tiene poco protagonismo; y un año más tarde, con la pareja ya en crisis profesional, La niña de la venta, de Ramón Torrado, cinta llena de tópicos andaluces en la que Caracol da vida a un tabernero que vela por la seguridad y el bienestar de su sobrina, papel que encarna una Lola Flores guapísima y pletórica de arte y gracia. Después de casi diez años de estrecha colaboración artística y tormentosa relación sentimental, la pareja se rompe y cada uno tira por su lado. Lola Flores estaba en todo su apogeo y Caracol comenzaba a tener algunos problemas en la voz, pero seguía siendo un cantaor genial y de un gran tirón popular. Sustituir a la gran artista jerezana no era tarea fácil y había que hacerlo para seguir llenando los teatros. En el inicio de los años cincuenta había grandes canzonetistas, pero muy pocas habrían aceptado, al menos de las consagradas, ser la pareja artística del cantaor sevillano, sobre todo después de todo lo que se sabía que había ocurrido entre él y Lola.
Manuel Bohórquez De Grandes clásicos del flamenco. El Correo de Andalucía. |