La llama que prende fuego a esta pasión por el periodismo que se transmite de generación en generación se llama Juan de Dios Mellado Fernández. Como en los orígenes del nacimiento de este oficio, el primero en la cadena de la información es el periodista local. En este caso, corresponsal de Ideal en Chauchina, un pueblo bendecido por las riquezas de la Vega granadina, del que Juan de Dios es el secretario de su Ayuntamiento y su notario periodístico. Una saga de periodistas o de médicos o abogados, hortelanos o carpinteros, pintores o arquitectos, no se crea al azar. En este eslabón matriz de la cadena, el corresponsal es el que ve la noticia con sus propios ojos, la siente en su corazón, la redacta con sus manos y la llevará en el tranvía a Granada hasta la misma redacción del Pasaje de San Jerónimo. Volverá a casa a esperar las primeras horas de la mañana. Olerá a tinta al pasar sus páginas con avidez hasta encontrar la noticia sobre un suceso fatal, la pérdida de la cosecha de cebollas o remolachas, un corte de chopos o el buen año del tabaco que llena los secaderos de la Vega o la multitudinaria procesión de la Virgen del Espino. Después pasará por el café, verá cómo el único ejemplar de Ideal pasa por las manos de los clientes, mientras él sonríe por sus adentros por el regusto que da ver reconocida la firma de Juan de Dios Mellado por sus propios convecinos. Angustias, en la casa, colocará el periódico en la mesa del comedor. Cuando los niños vuelvan de la escuela olerán a puchero y a esa tinta que ha marcado la identidad de su padre entre nombres de gente importante y de periodistas que firman sus crónicas desde Roma, París o Nueva York. El virus del oficio está inoculado para desarrollar la saga. Los Mellado llevan el periodismo en los genes. El testigo pasa al hijo mayor, con la misma firma del fundador de la saga. De los seis vástagos de la familia Mellado, los tres varones seguirán el oficio del corresponsal: Juan de Dios, Víctor y Jesús María; las tres hijas continuarán oliendo a tinta fresca, como hermanas o madres de periodistas o en el caso de Cristina con firma propia de articulista. Como un árbol con sus propias ramas, el nuevo Juan de Dios Mellado cuidará de la carrera de sus hermanos, Víctor –un extraordinario periodista, segado por el destino en plena madurez humana y profesional– y Jesús María –casado también con una periodista y padre de periodista–. Transmitirá el oficio a sus dos hijos varones –Juande y Sergio–, acercará también a su propia redacción como editor a sus hijas Ana y Merche, a su nuera Begoña; y apadrinará al sobrino Pablo, en su trayectoria periodística entre Chauchina y Granada, tan cercana a la del abuelo Ese espíritu de saga lo transmitirá también Juan de Dios a los periodistas que ha encontrado en su dilatada actividad periodística por la geografia andaluza y española. De forma muy especial entre los periodistas que han participado en las dos grandes obras que ha lanzado como editor: la Crónica de un sueño, sobre la Transición andaluza, y la Enciclopedia General de Andalucía, el periódico de los periódicos de la historia de un pueblo. Quién se lo iba a decir al corresponsal de Chauchina.
ANTONIO RAMOS ESPEJO |