Giralda de las voces... Parecía por su garganta un ave prisionera. Era la pena de la petenera y era un vuelo de llanto y agonía. Entre el celo y la muerte y la armonía de la amargura ardiendo como cera está Pastora sobre su ara ibera: Nuestra Señora de Andalucía. Cádiz de sal, Triana de luna, Málaga de jazmín, Córdoba amante, le dan el vino denso del olvido. Y ella que el grito y el silencio aúna, raja el granado rojo de su cante y entrega el corazón y su latido.
Pablo García Baena |