Llegar a la élite internacional natatoria exige pasar por largas sesiones de entrenamiento, de mayor duración en el caso de los fondistas. Vladimir Salnikov, que con un registro de 14 minutos, 58 segundos y 27 centésimas es el primer hombre en cubrir los 1.500 metros libre en menos de quince minutos –por debajo del minuto en cada hectómetro– dedicaba ocho horas diarias a sus entrenamientos, en los que nadaba distancias de hasta 25 kilómetros. Campeón olímpico en Moscú (1980) de los 1.500, 400 y 4x200 metros libre, el llamado expreso de Leningrado reaparece ocho años después en la distancia larga de los Juegos de Seúl (1988), cuando nadie, excepto él mismo, apuesta por una victoria que, contra todo pronóstico, revalida. Cuenta entonces 28 años de edad. Los buenos fondistas suelen ser hombres y mujeres jóvenes, en tanto que los mejores velocistas son casi siempre nadadores más veteranos y musculados. Estos últimos realizan sesiones de entrenamiento más breves. En cualquier caso, unos y otros complementan su ejercitación en agua con trabajo de pesas y carrera en seco. Un enorme sacrificio que sólo unos pocos ven recompensado por el éxito.
Julio Madrigal Asenjo |