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ANEXOS |
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- Cronología.
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1946 Nace el 28 de enero en Granada, ciudad en la que reside.
1964-1969 Emigrante en Europa (Suiza, Holanda, Francia, Alemania) y en Barcelona. Conecta con Juan de Loxa, con quien interviene en la fundación de Poesía 70 y Manifiesto Canción del Sur. Canta por primera vez en la Casa de las Américas de Granada.
1969 Servicio militar en Cartagena, donde conoce al poeta José María Álvarez, quien lo introduce en la poesía de Constantino Cavafis con el poema Ciudad.
1972 Actúa en París en el homenaje mundial de la Unesco a Federico García Lorca. Decide dedicarse a la canción.
1973-1974 Contrae matrimonio con Alicia Sánchez en Valencia. Nace Amaranta, su hija mayor.
1975 Graba A duras penas, su primer disco de claro contenido andalucista, y en el que destaca la canción ‘Verde y blanca’, que contribuye a concienciar al pueblo andaluz en la lucha por la libertad y la autonomía.
1976 Aparece A la luz de los cantares, con ritmos y lenguajes andaluces. Comienza a ser conocido en toda España gracias a la canción ‘La murga de los currelantes’, tema que es considerado por la crítica como el más fiel retrato de la transición española a la democracia.
1978 Nace Paloma, su segunda hija. Ve la luz Crónicas granadinas, un disco marcado por el carácter arábigo-andaluz, considerado ese año como uno de los tres mejores discos aparecidos en el mercado. Publica Cancionero en la editorial Aljibe, de la que Carlos es socio fundador.
1980 Graba De la luna al sol, donde abre sus influencias con ‘El último Bolero’ (canción premiada por Radio 80) a mundos más íntimos.
1981 Llega El gallo de Morón, de nuevo un disco de temática andaluza, donde apunta con ‘La rumba del pai-pai’ su interés por el mundo musical y vital del Caribe.
1983 Sale al mercado Si estuvieran abiertas todas las puertas, disco en el que huye de cualquier influencia andaluza anterior, como en ‘El tango de las madres locas’, un tema dedicado a las madres argentinas de la Plaza de Mayo. Se publica Carlos Cano, primera biografía del cantautor, escrita por Fernando González Lucini.
1985 Surge Cuaderno de coplas, uno de los discos más esenciales en su carrera y en el que aparecen entre otras canciones ‘Las habaneras de Cádiz’.
1986 Edita A través del olvido, dedicado a Luis Cernuda, y al que pertenecen canciones como ‘¿Qué es lo que sera?’ y ‘Sin ti no puedo vivir’.
1987 Nace Quédate con la copla, con ‘María la Portuguesa’, ‘Alacena de las monjas’ y ‘Habaneras de Sevilla’.
1988 Graba Luna de abril, donde hace con ‘Dormido entre rosas’ un homenaje público a Miguel de Molina.
1989 Aparece Ritmo de vida, en donde además de continuar recuperando la memoria de la copla con ‘La bien pagá’, hace un homenaje en los 25 años de su muerte a Edith Piaff con la canción ‘A París’.
1990 Presenta En directo, un álbum doble grabado en vivo desde los Jardines del Generalife y al que Carlos Cano tiene más apego por la frescura que significa el directo.
1992 Llega Mestizo, dedicado íntegramente a América, como respuesta a los fastos oficiales de la Exposición Universal de Sevilla, que se celebra ese año.
1994 Ve la luz Forma de ser. Dice Jose Saramago: “Que entre los cantores para quienes la canción es compañía del hombre, Carlos Cano es aquel que canta las historias que los hombres propios son. Por eso sus poemas están cargados de gente, por eso su música es la de las voces de los cuatro caminos. La voz de la guajira, de la mujer general, de Lucrecia, de la reina del blues, la voz de Jaume Sisa, de Rigoberta Menchú, igual que las voces de los que no tienen nombre ni atributo, reunidas en el drama cósmico que es la humanidad”.
1995 Sale al mercado Algo especial, grabado en una actuación en directo en el Teatro Monumental de Madrid en noviembre de 1994. Es operado del corazón en el hospital Monte Sinaí de Nueva York.
1996 Nace su hijo Pablo, fruto de su relación sentimental con Eva Sánchez. Recibe la medalla de oro de la ciudad de Granada. Es el año de El color de la vida –título también de un libro de memorias–, una grabación muy esperada después de la grave enfermedad de corazón. Incluye las ‘Habaneras de Nueva York’ y ‘Kalam Garnata’.
1998 En la conmemoración del centenario del nacimiento de Federico García Lorca, rinde homenaje a su obra el Diván del Tamarit.
1999 Edita La Copla, memoria sentimental. Juan José Téllez publica Carlos Cano. Una historia musical andaluza.
2000 El 19 de diciembre muere en Granada. El Ayuntamiento de Cádiz le nombra hijo adoptivo a título póstumo. El Gobierno andaluz, también a título póstumo, le concede el nombramiento de Hijo Predilecto de Andalucía por su “pasión por la copla, su infinita sensibilidad para abordar las grandes pasiones de la vida y su reivindicación del sentir andaluz sin complejos ni falsos folclorismos”.
2001-2004 Que naveguen los sueños, disco homenaje con canciones de Carlos Cano por amigos y compañeros, como Joan Manuel Serrat, María Dolores Pradera y Miguel Ríos, entre otros. Publicación de las obras Carlos Cano. Una vida de coplas, de Antonio Ramos Espejo y Juan José Téllez, y Manifiesto Canción del Sur, de González Lucini. |
- Antología de Carlos Cano
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Señas de identidad. Desde que había visto en aquel piso de emigrantes en Barcelona, lo que a primera vista le pareció un trapo y resultó que era la bandera andaluza, no cesó en su compromiso de profundizar sobre el significado de esos colores y, más aún, sobre la figura de Blas Infante, el hombre del que igualmente había oído su nombre en boca de andaluces en Cataluña. “Soy andaluz por nacimiento, por sufrimiento, por sensibilidad, por necesidad y por compromiso”. Carlos no dejará de pronunciar frases como ésta, reveladoras de la conciencia que día a día iba desarrollando con la idea de convertirse en una voz de pueblo, en el cronista que transmitiera, cual gacetillero ambulante, las noticias que le golpeaban como impactos históricos con la necesidad de encontrarle un acicate para el pueblo dormido, manipulado, abandonado. (...) Se compromete entonces, hasta tanto se pueda cantar libremente el auténtico himno de Andalucía –Carlos hará los arreglos del mismo para cuando sea permitida su difusión– componer una canción con la que comunicar al pueblo andaluz cuanto le inspiran los hechos que está viviendo. La inspiración le llega con la conciencia. La inspiración surge de un proceso de provocación y rebeldía. Luego se produce el acto íntimo de la creación. Atraviesa otra vez el puente que lo lleva de Sevilla a Granada para encerrarse en su casa, todavía con el frío de las carencias, con la carga de responsabilidades que se le vienen encima, porque Alicia avanza en su estado de gestación y será ese un hecho más a añadir a la carga de emociones que traer de la casa de Blas Infante, para ausentarse del mundo en un rincón de su estudio para intentar una y otra vez, persiguiendo desesperadamente ese instante de genialidad, los primeros compases de una canción. Surge la canción ‘Verde y blanca’:
De Ronda vengo lo mío buscando: la flor del pueblo la flor de mayo, verde, blanca y verde.
Diván del Tamarit. “Carlos Cano, en esta obra última –dice Antonio Gala– se nos muestra más delicado que nunca, más él mismo que nunca y, en consecuencia, más mortal y más vivo que nunca, como un Lázaro que volviese del más allá de la mano de su propio Mesías. No hay ninguna obra sinceramente magna sino la que se produce por la colaboración de la ida y la muerte, por la colaboración con la voz viva de los muertos. Ha tenido que cantar mucho, y que cantarse mucho Carlos Cano para llegar aquí. Ha tenido que ejercitarse mucho para llegar tan alto. Porque ha crecido tanto y de tan subjetiva forma que, sin dejar de ser el mismo, produce la impresión de haberse subido sobre sus propios hombros”.
Habaneras de Cádiz. Antonio Burgos y Carlos Cano crearon aquel manifiesto inolvidable, que fueron las ‘Habaneras...’, en los primeros días del otoño de 1984, cuando decidieron irse juntos de fin de semana a Matalascañas, frente al Parque de Doñana. Primero escribieron la letra y, luego, la música, mecida por los acordes de ‘La viudita naviera’, de José María Pemán, tal y como recordaba Burgos en un artículo publicado por la revista Andana, a 7 de noviembre de 1985. Pasada por el tamiz de Paco Alba era aquella “viudita que se va a casar por poder.... por poder tener un marío que la lleve a la Alamea, y con el chisme que es como un jazmín que se convierte en palmera...”. A partir de esa inspiración inicial, “ya solo hubo que dejar hablar al corazón que Carlos y yo habíamos encontrado en La Habana”. Pero faltaba la argamasa del cuplé para darle sentido a la partitura entera: “Había que meter una salina de don José Carranza a modo de estribillo de cuplé para rematar la copla”, escribía Burgos. Fue entonces cuando dieron en el clavo: “Carlos Cano había venido diciendo de Cuba que quien tenía razón era Lola. Cuando fue a cantar a La Habana de Batista y le preguntaron qué le parecía aquello dijo: ‘Hijo, esto es como Cádiz, pero con negros y con más palmeras que las que hay en el Parque Genovés” –relataba Burgos—. Había que meter la genialidad de Lola, que no era otra que la gracia de Cádiz”. Y así fue saliendo aquella mudanza: “Que tengo un amor en La Habana/ y el otro en Andalucía,/ no te he visto yo a ti, tierra mía,/más cerca que la mañana/ que apareció en mi ventana/ de La Habana colonial/ tó Cádiz, la Catedral, La Viña y El Mentidero.../ Y verán que no exagero/si al cantar la habanera repito:/ La Habana es Cádiz con más negritos,/ Cádiz, La Habana con más salero”.
Cantautor de la solidaridad. Del Pregón de la Feria de Algeciras, 1998: “Aquí sobre estas orillas, Hércules sostuvo las columnas que mantenían al mundo, el mismo mar por donde cruzaron, maldecidos por haber perdido al-Ándalus los granadinos perseguidos para siempre por la melancolía y la tristeza. Todavía hoy sus descendientes guardan en el corazón las llaves de las casas de la ciudad llorada. En este mismo mar que trajo marineros heridos de Trafalgar y soldados rumbo a la guerra de Marruecos. El mismo mar que hoy devuelve cadáveres sobre tus orillas. Cadáveres de todos los que huyen en las pateras de la miseria. Un día andaremos por el mar, caminaremos por las aguas que no serán del lago Tiberíades ni tampoco del mar Rojo, sino por la aguas del Estrecho, donde desembocan todos los sueños de la vieja Europa. Y chillarán las gaviotas asombradas sobre nuestras cabezas dando fe del milagro de la tempestad que traerá las semillas de los nuevos tiempos y todos, con el corazón duro, andaremos por un camino de plata quieta”.
Habaneras de Nueva York. “Las Habaneras de Nueva York suponen la decisión de cantarme a mí mismo sin pudor. Con esa canción, por ejemplo, me di cuenta de que los avatares de mi enfermedad parecían de tebeo; esa, al menos, es la impresión que tengo al dar marcha atrás. Desde fuera, las historias como la mía parecen que tienen mayor dramatismo, pues la imaginación sublima más las cosas. De mi enfermedad tengo recuerdos confusos del viaje, me veía a mí mismo como si fuera otra persona.... Tuve pesadillas de ardillas saltando en mi cama, y ahora me doy cuenta de que eso tiene su explicación; a los dieciocho años, en Suiza, me encontré una ardilla recién nacida y no sabía dónde dejarla. Al final, decidí criarla yo mismo con un biberón, pero al cogerla me clavó los dientes en los dedos y me los atravesó como dos agujas. Eso me impresionó una barbaridad. Y cuando en Nueva York empezaron a ponerme inyecciones, tantísimas que no quiero ni contarlas, me hice especialista en aguantar dolor, y quizá eso me hizo soñar. Soñaba, además de con las ardillas, con tigres y con la enfermera convertida en una pantera. Es curioso, pero de aquello no conservo recuerdos dramáticos...”
Crónicas granadinas. El trovador queda atrapado en la ciudad, como un barco varado que se deja acariciar por la mar en calma. Ahora pasea por las tapias por donde trepan los gatos, por los aires de los vencejos, por la ventisca que azota por las ventanas, y únicamente aspira en algún instante de oro a hablar con la ciudad, como San Juan de la Cruz aspiraba a la comunicación íntima con el amado desde el Carmen de los Mártires, trascendido y dichoso por las alamedas del Genil hasta tocar las nieves de Sierra Nevada. Carlos, poeta y místico también, crea sus Crónicas granadinas, se presenta ante su pueblo, como en una sesión de investidura, para merecer la corona de laurel del príncipe heredero de su ciudad. Y a fe que sale airoso del desafío. Desde entonces asumirá la responsabilidad de un rey nazarí, embargado por el destino, con el esplendor de los días efímeros de gloria y los destellos de tristeza que acompañan a los príncipes destronados, rehenes hasta la muerte de la nostalgia también convertida en reino del exilio.(...) Las Crónicas granadinas, su obra. Canto del amanecer, grave, imperativo, Granada condenada, humillación por sumisión, a los pies de los soberanos de Castilla, Granada expulsada de su propio paraíso.
Antonio Ramos Espejo / Juan José Téllez De Carlos Cano. Una vida de coplas. |
- María la portuguesa
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(Homenaje a Amalia Rodrigues)
En las noches de luna y clavel, de Ayamonte hasta Villarreal, sin rumbo por el río entre suspiros una canción viene y va, que la canta María al querer de un andaluz. María es la alegría y es la agonía que tiene el Sur. Que conoció a ese hombre en una noche de vino verde y calor y entre palmas y fandangos la fue enredando le trastornó el corazón. Y en las playas de Isla se perdieron los dos donde rompen las olas besó su boca y se entregó.
¡Ay, María la Portuguesa!, desde Ayamonte hasta Faro se oye este fado por las tabernas donde bebe vinho amargo. ¿Por qué canta con tristeza? ¿por qué esos ojos cerrados? Por un amor desgraciado por eso canta, por eso pena.
Fado porque me faltan sus ojos. Fado porque me falta su boca. Fado porque se fue por el río. Fado porque se fue con la sombra.
Dicen que fue el te quiero de un marinero razón de su padecer, que una noche en los barcos del contrabando pa’l langostino se fue. Y en las sombras del río un disparo sonó y de aquel sufrimiento nació el lamento de esta canción.
Carlos Cano De Quédate con la copla. |
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