Y ahora soy tan igual a ti, madre, que no me reconozco en el cristal de este retrato tuyo tan presente. Si supieras que todo lo que de ti he odiado y maldecía ahora en mí lo descubro tan exacto y reciente como el cerco de una piedra en el agua, repetida. Vengo a verte de nuevo. Tócame, pon mis dedos aquí sobre tus llagas, y ábreme esta rosa de espinas del costado. Soy tan tuya que el mar tu voz copia en mi voz para su canto. Y me despierto, y en la hora vivo tu misma inmensa sed, esa que siempre en tus huesos vacíos irremediable ardiera. Yo no soy tu fantasma, quiero crearte ahora en el filo de quien te dio mi ser, resucitada. De muerta a muerta dime: ¿Quién amamanta a quién, serpiente mía?
De No temerás. Juana Castro. |