Los primeros testimonios del deporte del pedal en Andalucía corresponden a los años finales del siglo XIX. Si bien el velocípedo se había incorporado a las modas adquiridas por las clases sociales con poder adquisitivo años atrás, es hacia 1890 cuando se organizan las primeras competiciones tanto en Granada como en Sevilla, utilizando para ello improvisados velódromos que se habilitaban en plazas de toros o grandes avenidas de las ciudades. En concreto, el Paseo Central del Salón de Granada acoge las primeras pruebas en 1892 y el velódromo de Armilla empieza a funcionar en 1894, en ambos casos por impulso del Veloz Club de Granada. Y en Sevilla, la Sociedad Veloz-Club acondiciona un velódromo en la Huerta del Carmen, donde se celebran las primeras carreras que otorgan el título de campeón andaluz: en 1892 y 1893 el vencedor es don Rafael Mello, mientras que en 1896 triunfa don Antonio Ramos Polvorilla. Con el cambio de siglo, prácticamente desaparecen las competiciones ciclistas dado que la bicicleta seguía siendo un artículo de lujo y las clases poderosas se preocupan más de superar la crisis colonial que de organizar eventos para su ocio. No obstante, pasados esos años negros, la actividad se recupera en la segunda década del siglo XX, de nuevo con Granada y Sevilla como motores de ese impulso. Será en la capital hispalense donde se dispute en 1913 el I Campeonato de Andalucía propiamente, con triunfo del onubense Juan Jiménez en una carrera por eliminación que organiza el Sevilla Veloz Club en el Paseo de las Delicias. A partir de entonces se celebra el campeonato regional con continuidad, mientras que Sevilla acoge el 2 de junio de 1918 el XVIII Campeonato de España, disputado sobre un recorrido de 100 kilómetros y en el que toman parte sólo quince corredores, la mitad de ellos locales, aunque el triunfo se lo adjudica el balear Simón Febrer. Ocho años después, la ciudad hispalense repite como sede del nacional, el 26 de septiembre de 1926 con participación de 65 ciclistas y victoria del catalán José Saura por descalificación del madrileño Telmo García, el primero en la línea de meta en el Paseo de la Palmera. En esos años, a mediados de los veinte, se organizan diversas carreras de rango nacional como la Sevilla-Cádiz-Sevilla, que gana el citado Telmo García en 1924, o regional, caso del Gran Premio de Málaga, la Sevilla-Huelva-Sevilla (ambas ganadas por el sevillano Manuel Lucas en 1927) o en Sanlúcar de Barrameda en 1928, con triunfo del malagueño Miguel Sáez. Vuelta a Andalucía. Pero sin duda el gran hito de esa época es la organización, a cargo del Ciclo Sport de Sevilla con don Miguel Artemán al frente, de la primera edición de la Vuelta a Andalucía entre el 28 de octubre y el 1 de noviembre de 1925. 38 corredores toman la salida en la Puerta de Jerez, en Sevilla, para completar 735 kilómetros en cinco etapas. El vasco Ricardo Montero se hace con el triunfo final de una carrera dominada por los ciclistas norteños y en la que los sevillanos Manuel Lucas y Fernando Balcera son los mejores andaluces. La pena es que la carrera no se vuelve a celebrar hasta treinta años después. Los años treinta marcan, sin duda, la consolidación del ciclismo en toda la geografía nacional y, como no podía ser menos, en el territorio andaluz. A este periodo pertenecen algunos de los mejores corredores que ha dado nuestra comunidad en toda la historia: los granadinos Antonio Destrieux y Joaquín Bailón, el sevillano Antonio Montes y el onubense Rafael Ramos. Destrieux se convierte en el primer andaluz que es convocado para un Campeonato del Mundo, en Floreffe (Bélgica) en 1935, aunque no consigue terminar la carrera. Ese mismo año de 1935, cuando se organiza la primera edición de la Vuelta a España, toman la salida cuatro andaluces y Granada y Sevilla acogen salidas y llegadas de etapa, algo que sería habitual (y extensible a Málaga y Almería) en los años posteriores. En ese estreno de la ronda nacional llega el primer triunfo parcial, conquistado por Montes en la séptima etapa entre Barcelona y Tortosa. Al año siguiente, es Ramos quien se apunta una victoria de etapa, entre Gijón y Ribadeo, además de concluir en una brillante sexta plaza. Este mismo corredor es el primer andaluz que concursa en el Tour de Francia, en las ediciones de 1937 y 1938, finalizando esta última en una meritoria 19ª plaza. Tras el intervalo de la Guerra Civil, el sevillano Antonio Montes vuelve a ganar etapas en la Vuelta a España, en 1941 y 1945. Con todo, el ciclismo andaluz vive una época de retroceso en los años cuarenta y cincuenta, al menos en cuanto a figuras y a logros, que son muy puntuales. Y ello a pesar del impulso que a nivel organizativo imprime el Frente de Juventudes y de Educación y Descanso, auténtico motor en la celebración de competiciones desde finales de los cuarenta y hasta la llegada de la democracia. En este periodo acuden a nuestra tierra algunos de los mejores ciclistas nacionales, que se imponen en carreras como la Sevilla-Jerez-Sevilla de 1946 (Delio Rodríguez), la Sevilla Málaga-Sevilla de 1948 (Dalmacio Langarica) o el Critérium de Jerez (1958), en el que triunfa Federico Martín Bahamontes sólo un año antes de convertirse en el primer español que conquista el Tour de Francia. En este periodo se empieza a organizar el Gran Premio de Andalucía por parte de la Unión Velocipédica Granadina con motivo de las fiestas del Corpus Christi, en cuya primera edición de 1949 se impone el mallorquín Bernardo Capó. Seis años después, en 1955, reaparece la Vuelta a Andalucía de la mano de la Agrupación Ciclista Malagueña y de Juan Zumaquero, disputándose desde entonces hasta hoy todos los años con la salvedad de 1978. En estos años de posguerra se empiezan a organizar la Vuelta a Sevilla, la Ruta del Olivo (Jaén) o la Vuelta a Cádiz, y Granada acoge en septiembre de 1957 el Campeonato de España de montaña, en el que el triunfo se queda en casa gracias a Antonio Jiménez Quílez. Este granadino es, de hecho, el mejor exponente del ciclismo andaluz de la época, sobre todo por su magnífico segundo puesto en la Vuelta a España de 1955, cuando sólo es superado por el francés Jean Dotto. A finales de los cincuenta, el cordobés José Gómez del Moral es el referente andaluz en la Vuelta a España y también en el Tour de Francia, que disputa en cuatro ocasiones. Pero será su hermano, Antonio Gómez del Moral, quien logre las mayores cotas para el ciclismo andaluz en unos dorados años sesenta. Este egabrense alcanza un quinto puesto en la Vuelta a España de 1961 y en 1965 se hace con el título de campeón de España, pero sus hitos más sobresalientes llegarían en el Giro. En Italia, cuyo andaluz debutante es el granadino Manuel Santiago Montilla en 1961, Gómez del Moral logra un excelente 20º puesto en 1964 y tres años después se adjudica la segunda etapa con final en La Spezia, vistiendo durante tres días la maglia rosa para acabar 13º (el mejor puesto de un andaluz en la historia). El propio Gómez del Moral, notable escalador y componente del mítico KAS, brilla asimismo en el Tour de Francia, en el que acaba undécimo en 1966 y 1968, el mismo puesto que ocupa en 1969 el granadino Joaquín Galera, que comparte con el cordobés cualidades –fue una vez segundo y dos veces tercero en el Gran Premio de la Montaña de la ronda gala– y equipo. Igual de prometedora era la carrera de su hermano Manuel Galera, quinto en la Vuelta a España de 1971 y fallecido en febrero de 1972 como consecuencia de una fatal caída en el transcurso de la segunda etapa de la Vuelta a Andalucía. En su nombre se organiza desde 1973 el Memorial Galera, carrera profesional con Armilla como epicentro. Aunque, sin duda, el gran ciclista andaluz de los años setenta es el malagueño Pedro Torres, quien brilla con luz propia en las tres “grandes”: en la Vuelta, es quinto en 1972 y segundo en 1980 y se adjudica la montaña en 1977; en el Giro, es 16º en 1978; y en el Tour, es décimo en 1975 –único “top ten” andaluz en la historia de la ronda gala– y dos años antes se anota un triunfo parcial y conquista el Gran Premio de la Montaña, otro hito exclusivo de este malagueño de Humilladero, cuarto también en el Mundial de 1975. De menor nivel aunque con dignas actuaciones en el Tour y en el Mundial es el cordobés Antonio Martos. La década de los setenta trae, asimismo, un nuevo título de campeón de España, para el jiennense Enrique Martínez Heredia (1978), y el nacimiento del equipo granadino Ávila Rojas, principal referente del ciclismo amateur andaluz hasta nuestros días. Vuelta a España. Por otra parte, la Vuelta a España –que se había olvidado de Andalucía durante los cincuenta y los sesenta– regresa a territorio andaluz y lo hace a lo grande, convirtiéndose en asiduo punto de partida de la ronda nacional: Cádiz acoge la salida de la edición de 1970 y le suceden Almería (1971 y 1974), Fuengirola (1972 y 1975), Estepona (1976) y Jerez (1979). Este último año de la década se llega por vez primera a la Estación de Sierra Nevada en una llegada en alto. En los años ochenta, la figura del escalador andaluz de primer nivel que habían forjado los Gómez del Moral, Galera o Torres deja paso a otro tipo de corredor más completo y con mayor instinto para las victorias, aunque menos dotado en la escalada. Es el perfil que representan hombres como el granadino Juan Fernández o el cordobés José Recio. El primero ha pasado a la historia por sus tres medallas de bronce en los Mundiales (1980, 1987 y 1988), pero su palmarés incluye medio centenar de victorias entre las que destacan cuatro etapas de la Vuelta (también rey de la montaña en 1980), una en el Giro y dos títulos de campeón de España (1980 y 1988). En cuanto a Recio, posee el récord andaluz de victorias parciales en la Vuelta, con cinco, amén de triunfos absolutos en rondas por etapas como la Volta a Cataluña, Vuelta a Aragón, Vuelta a Murcia o Semana Catalana para un total de 38 éxitos. Otro ciclista importante a finales de los ochenta es el almeriense Juan Martínez Oliver, quien se convierte en 1988 en el tercer andaluz ganador en el Tour de Francia, al conquistar la 21ª etapa, una contrarreloj individual. Es a finales de esa década y comienzos de los noventa cuando el ciclismo andaluz vive su mejor época en cuanto al número de profesionales, que ronda la veintena (siete en el Tour de 1990 dan fe de ello), si bien el nivel es más bajo ante la ausencia de estrellas como las del pasado. De estos últimos tiempos cabe destacar a los granadinos Francisco Cabello, vencedor de etapa en el Tour de 1994, Manuel Fernández Ginés, campeón de España en 1996 y miembro del equipo español que compite en los Juegos Olímpicos de Atlanta (acaba en el puesto 77º), y Juan Miguel Mercado, quinto en la Vuelta a España de 2001; y al jiennense Manuel Beltrán, tres veces en el ‘top ten’ de la Vuelta y vencedor de la Volta en 1999. A principios de la noventa, en 1992, se incorpora al calendario profesional otra carrera andaluza: la Clásica de Almería, que venía organizándose desde 1986 para aficionados y que se desarrolla por el poniente de la provincia. A finales de la década, por otro lado, regresa a Andalucía el Campeonato de España tras más de setenta años de ausencia. Jerez de la Frontera acoge la cita nacional en 1998 y Córdoba en 1999, siendo en ambos casos el título para el valenciano Ángel Casero. La Vuelta a España, tras el intenso periodo de los setenta, visita suelo andaluz de forma intermitente en los últimos 25 años. Jerez vuelve a ser punto de partida en 1984 y 1992, Córdoba lo hace en 1998 y Málaga en 2000. La ciudad gaditana es testigo asimismo de un apasionante duelo entre Álvaro Pino y Robert Millar en la edición de 1986, que se cierra con una crono en las calles de Jerez que confirma el triunfo del gallego; y en 1990, la carrera queda sentenciada en Andalucía con una ‘escapada bidón’ camino de Ubrique que sienta las bases de la sorprendente victoria del italiano Marco Giovannetti. A las repetidas llegadas a Sierra Nevada, se une en 2002 otro final en alto, en la jiennense Sierra de La Pandera. Andaluces en el mundial. Una docena de andaluces defiende el maillot de España en citas mundialistas de ruta: Antonio Destrieux (1935), Antonio Gómez del Moral (1963, 1965, 1966 y 1967), Antonio Martos (1972, 1973 y 1975), Pedro Torres (1973, 1975, 1976, 1978 y 1979), José Casas (1975), Enrique Martínez Heredia (1976, 1977, 1978, 1979 y 1981), Juan Fernández (1979, 1980, 1981, 1982, 1984, 1985, 1986, 1987 y 1988), José Recio (1983, 1984, 1986, 1987 y 1988), Miguel Ángel Martínez (1990), Francisco Cabello (1994), Manuel Fernández Ginés (1994 y 1995) y Manuel Beltrán (1998, 1999, 2000, 2001 y 2003). Horacio Raya |