La Cuenca del Guadiana Menor tiene un gran interés geomorfológico y paisajístico, basado en la evolución geológica, la aridez y la acción humana, difícil y selectiva. Esta zona compone un relleno de materiales poco consolidados procedentes de la erosión de las montañas prebéticas y subbéticas del norte (agra, Segura, Pozo, Cazorla) y las penibéticas del sur (Sierra Nevada, Baza). En la base son marinos de hace unos ocho millones de años, cuando la cuenca era una mar que comunicaba el Mediterráneo (Almanzora) con el Atlántico (Valle del Guadalquivir, antiguo mar de Thetys). Encima se superponen hasta la colmatación de la cuenca hace aproximadamente cien mil años, sedimentos, que Soria Mingorance, 1999, clasifica en tres tipos. Los más próximos al piedemonte son conglomerados en abanicos fluviales; luego arenas y lutitas correspondientes a cauces y llanuras de inundación; después margas y calizas depositadas en lagos poco profundos y marismas. Movimientos geotectónicos postorogénicos elevan la zona, que es captada por un afluente del Guadalquivir, aprovechando una rotura o diapiro en el Negratín, cerca de la presa actual. Así se desencadena un encajamiento fluvial, que actúa en materiales poco consolidados (arenas, arcilla, limos…) y casi desprovistos de vegetación por la aridez (menos de 300 milímetros anuales ), formando los badlands o malas tierras, llena de barrancos y torcas (especies de seudokarts, como lo denominamos en un estudio que hicimos en 1975). En estas “formas lunares” se han excavado en los bordes de los lechos fluviales cuevas* de vivienda aprovechando la facilidad del vaciado a pico y el endurecimiento posterior, componiendo un paisaje especial de extremada aridez, ampliada con escasa vegetación y dos especies, que no hace tanto contribuían a la economía de la zona, e incluso atraían inmigración. Son el esparto que en el siglo XIX daba lugar a grandes exportaciones para las fábricas de papel inglesas) y la alcaparra, recogida hasta hace unos años, desplazada por las del norte África. Esos abarrancamientos hacen la transición entre al menos dos pisos de glacis: los altos, en el piedemonte, correspondientes a los conglomerados y, a veces, costras calizas, retienen más la humedad y presentan unas amplias plataformas de secanos con cereal, cada vez más en regresión, almendros y vegetación de encinas, carrascas y matorral mediterráneo aromático (romero, tomillo, alhucema…), con algún cortijo, abandonado o en funcionamiento. Estos glacis están cortados y en fase de reducción por los ríos Huéscar, Guardal, Castril y Guadalentín, en el norte, y Baza, Golopón, Bodurria, Gor, Baul, Guadix, Fardes, al sur y toda una serie de cauces tributarios y ramblas. Los glacis bajos también están siendo destruidos por la fuerte erosión, a la que son menos resistentes, por haber sido labrados en lutitas, aunque en algunos sitios quedan protegidas por capas de conglomerados. Están cultivados, a veces con regadíos, Baza, Campo de Jabalcón, predominando los secanos de cereal y olivar. En las terrazas y lechos de ríos y ramblas aparece un regadío de pequeñas parcelas, hortofrutícolas y de forrajeras, con olivar de riego eventual en los laero de escalonados balate. Y en los barrancos, pueblos de trogloditismo más o menos enmascarado con construcciones recientes de casas en las partes altas, ocupadas antes por las eras, que precisaban suelo llano para trillar y aireación para aventar. Así se localizan muchos núcleos de las comarcas de Huéscar (Galera, Orce…), Baza (Benamaurel, Cúllar, Freila…) y Guadix (Purullena, Gor…) y barrios de las tres cabeceras comarcales citadas. Bordeando la cuenca están las mencionadas sierras del subbético y prebético al norte, de rocas carbonatadas, calizas y dolomías, del jurásico y cretácico, plegadas en los movimientos alpinos, y con abundancia de disolución cárstica, que, además de las conocidas formas (simas, poljes, dolinas…), dan lugar a surgencias acuíferas aprovechadas para asentamientos de población y regadíos. Están cubiertas de vegetación mediterránea, con pinares autóctonos y repoblados, formando parte del parque natural de Cazorla, Segura y las Villas. Lo mismo ocurre con la sierra de Baza (declarada también parque natural por el Parlamento andaluz en 1989), en cuya cima, 2.271 m., existe uno de los pocos bosques de pino silvestre de Andalucía, aunque dominan otras especies de pinos, encinas y matorral. En el caso de la ladera norte de Sierra Nevada se sucede toda una conocida cliserie de pisos de vegetación. Una parte de la Penibética es roquedo calizo del triásico, también con formas cársticas, además de pliegues y fallas, más o menos erosionados; pero hay así mismo, como novedad geológica de la cuenca, materiales más antiguos (cuarcitas, filitas, pizarras, mármoles…), de la era primaria, pertenecientes al macizo bético rifeño, que fue involucrado en los plegamientos alpinos.
Gabriel Cano |