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ANEXOS |
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- Humanista a lo divino

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Toda la obra literaria de San Juan de la Cruz es ascético-mística. En sus tres poemas mayores (Noche oscura, Cántico espiritual y Llama de amor viva) y en la mayoría de sus prosas es manifiestamente místico. La vocación contemplativa de San Juan es absoluta, y de no encontrarse en Medina del Campo con Santa Teresa de Jesús en 1567, es casi seguro que abandona la Orden Carmelita para hacerse cartujo en el Paular (Segovia). Santa Teresa lo disuade, y lo incorpora a sus trabajos de reforma. También es en Medina del Campo donde Juan de la Cruz aprende las primeras letras en la Doctrina, y continúa luego su formación con los jesuitas en el colegio de Humanidades, del que sale preparado para seguir estudios superiores en Salamanca. En la Universidad salmantina hace tres cursos de Artes y de Ciencias Sagradas con maestros tan ilustres como Fray Luis de León y Melchor Cano. La obra poética sanjuanista consta de 960 versos, en diferentes metros y estilos, y ese millar escaso de versos es la cima más alta que ha alcanzado la lírica española. Sus tres poemas mayores sirven de fundamento a unos comentarios en prosa en los que San Juan de la Cruz explica, verso a verso, el significado espiritual de las canciones. Sin embargo, el autor sabe que los apuntes en prosa nunca declararán exactamente el sentido de unos versos escritos tras plena exaltación mística y amorosa. “Los dichos del amor es mejor declararlos en su anchura [es decir, a sus anchas, no estrictamente]”, escribe San Juan de la Cruz. Cruce de tres influjos. La lírica sanjuanista es el resultado para Dámaso Alonso de tres influjos: el de la poesía bíblica del Cantar de los Cantares, la poesía culta profana de su siglo y la popular de los cancioneros. La Sagrada Escritura es, sin duda, el filón más importante de todos ellos, destacándose dentro del núcleo bíblico una manifiesta predilección por los Salmos, los Libros Sapienciales, el Libro de Job, el Cantar de los Cantares, y las Epístolas de San Pablo. El simbolismo nupcial del Cántico espiritual –por ejemplo– deriva a todas luces del Cantar salomónico. La Biblia es la cantera de la que el santo extrae numerosas imágenes evocadoras que luego utiliza con gran libertad en sus versos. Y junto a la Biblia, la Patrística de Orígenes, San Agustín, Gregorio Magno o Gregorio de Niza y San Bernardo, autores que Juan de la Cruz conoce por el rezo diario del Breviario, por florilegios o por manuales escolásticos, sin tener por qué suponerse una lectura directa de todos ellos. De los Padres de la Iglesia aprendería el místico carmelita la teoría neoplatónica del amor, una concepción que debidamente cristianizada explica cómo el alma –liberada de lo carnal– asciende purificada hasta Dios, y regresa al mundo “de divinidad tocada”. Al margen de Dámaso Alonso hay investigadores que apuntan otras referencias y otros vínculos para la lírica sanjuanista. Los símbolos y el estilo que hallamos en San Juan pueden tener –como quiere Miguel Asín Palacios– una impronta sufí, ya que es posible que el carmelita conociera la mística musulmana a través de los alumbrados o, incluso, por el trato con moriscos. Algunos críticos piensan que es Ramón Llull –el sufí cristiano– la correa de transmisión entre Ibn Arabí de Murcia o Ibn Abbad de Ronda y el místico carmelita. Las conexiones con la tradición hebrea tampoco faltan a la hora de explicar la poesía sanjuanista, pues según los partidarios de esta postura entre la población de ascendencia conversa –a la que dicen pertenece el carmelita– los estudios cabalísticos se habrían mantenido tras la expulsión. Sin embargo, tanto quienes defienden las raíces hebreas como árabes fallan a la hora de explicar cómo llegan estas tradiciones hasta San Juan de la Cruz, falta documentación que avale lo que atestiguan y añaden asimismo hipótesis superfluas a una cuestión que queda resuelta a plena satisfacción comparando el corpus sanjuanista con la Biblia. Retomando el dictamen de Dámaso Alonso, la segunda influencia que recibe la obra de San Juan viene de la poesía culta renacentista. Entre 1540 y 1570 tiene lugar la asimilación en España de los temas, formas y géneros de la poética italiana de cuño petrarquista, y un poco más tarde ya se editan adaptaciones religiosas de obras de cultivadores españoles del estilo nuevo como Boscán y Garcilaso. El metro endecasílabo junto a tipos estróficos como la lira se difunden entre los poetas castellanos gracias a Garcilaso, Fray Luis de León y San Juan de la Cruz. Cómo llega el santo carmelita a familiarizarse con el uso de esta estrofa importada es materia controvertida que no goza, al día de hoy, de la unanimidad de los investigadores. Finalmente, el tercer rastro que cabe reconocer en la obra poética de San Juan de la Cruz es el de la poesía popular y de cancionero. Para Dámaso Alonso, Jose Manuel Blecua y Víctor García de la Concha, parte de la poesía sanjuanista es, en buena medida, una trasposición “a lo divino” de poemas amorosos previos, de naturaleza profana y popular. De acuerdo con la costumbre de órdenes religiosas como la de los franciscanos y los carmelitas, San Juan reescribiría –según estos críticos– canciones populares de asunto mundano dándoles un argumento divino. A este grupo pertenecerían las composiciones “Vivo sin vivir en mí”, “Tras de un amoroso lance” y “Un pastorcico solo está penado”. Otra cosa son los tres poemas mayores, los de mística mayor. En las tres piezas maestras del repertorio sanjuanista –Noche oscura, Cántico espiritual y Llama de amor viva– coinciden varias tradiciones, la bíblica, la culta y la cancioneril, mezcladas y reinventadas cada una de ellas por el genio de San Juan de la Cruz. Subida del Monte Carmelo. La Subida del Monte Carmelo comprende, además del tratado del mismo nombre, el de la Noche oscura. El fin que San Juan de la Cruz se propuso al escribirlos es dirigir las almas a la unión íntima con Dios todo cuanto sea posible en esta vida. La criatura asciende hasta la cumbre de la perfección llegando –en cierto modo– a convertirse en Dios por el amor. El alma abandona todas sus apetencias mundanas en la vía purgativa, escapa del cuerpo y asciende guiada por el amor (vía iluminativa) hasta unirse con Cristo (vía unitiva). La Subida del Monte Carmelo se empieza a escribir en 1578 a orillas del Guadalquivir, cuando San Juan es prior del convento del Calvario, a una legua y media de Villanueva del Arzobispo. Lo termina por el año 1583. Toda la doctrina que el santo discute en ambos libros –que en realidad es uno sólo– está contenida en las ocho liras garcilasianas que sirven de punto de partida. Cántico espiritual. Este poema consta de cuarenta liras garcilasianas redactadas a lo largo de siete años, de 1577 a 1584. La mayoría del Cántico está madurada en la cárcel del convento de Carmelitas Calzados de Toledo, por los años de 1576 a 1578. Se conservan actualmente dos manuscritos del Cántico, el mejor de los cuales está guardado en el monasterio de Madres Carmelitas de Sanlúcar de Barrameda. Es ésta la obra más perfecta de San Juan, y una de las cumbres de la poesía mundial. La inspiración del Cántico viene de lejos, del bíblico Cantar de los Cantares. Los símbolos y la alegoría que usa son atrevidos, muy evocadores y sensuales. La esposa –que es el alma– sale en busca del Esposo –que es Jesucristo– en medio de un ambiente pastoril. El alma interroga desconsoladamente a las criaturas si han visto pasar a su Esposo, y reclama su presencia con expresiones de amor muy vivas. El comentario en prosa que sigue a los versos lo escribe el santo más tarde, a petición de la Madre Ana de Jesús, priora de las Descalzas de San José, de Granada. Llama de amor viva. Es el tercero de los grandes poemas de San Juan. Se escribe hacia 1584 a ruegos de Ana de Peñalosa, una viuda que traba conocimiento con el santo en Granada y que al punto se convierte en bienhechora de los Descalzos. La Llama de amor viva está compuesta por 24 versos repartidos en cuatro liras no garcilasianas de seis versos (7a, 7b, 11c, 7a, 7b, 11c). Es el poema más místico del autor, pues se prescinde de las vías purgativas e iluminativas, y se declara ya desde el principio algunos de los admirables efectos producidos en el alma cuando ésta se une con Dios. He aquí la primera estrofa:
¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma el más profundo centro! Pues ya no eres esquiva, acaba ya, si quieres, rompe la tela de este dulce encuentro.
Alberto Guallart |
- Úbeda para morir

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Apenas si hay luz para anotar las inscripciones que recuerdan los últimos días de fray Juan en el convento de Úbeda, cuando oigo a alguien que detrás me recita de memoria: por esta puerta entró enfermo el 28 de septiembre de 1591 el poeta y extático doctor San Juan de la Cruz. Aquella noche el cocinero preparó los espárragos deseados por el enfermo, que explica a sus compañeros cómo los han conseguido junto al puente del Guadalimar. Los frailes le oyen con veneración. Sólo uno le recibe con mala cara. No es otro que Francisco de Crisóstomo. Anota Brenan: “Era un hombre rígido y severo que sentía especial antipatía por quienes eran tenidos como santos. También guardaba rencor a Juan, quien, siendo vicario provincial de Andalucía, lo había amonestado, junto a su compañero Diego Evangelista, por predicar demasiado en las iglesias y ausentarse durante largos periodos de su convento. Le dio la celda más pobre del edificio...” Aquellos dos frailes de Sevilla amonestados por el provincial van a cerrar este círculo de maldad contra fray Juan en los últimos momentos de su vida. La campaña difamatoria de Diego Evangelista se va extendiendo por todos los conventos. Y ahora, le tocaba rematar la venganza al segundo. El prior no tiene piedad para con el enfermo. Le asigna la celda más pequeña y estrecha. Así no podrá ver, al amanecer, ni la Sierra de Cazorla, ni la llanura que se extiende hasta la de Mágina, ni la vega del Guadalquivir, ni las primeras nieves de la sierra granadina. Fray Juan se esfuerza por obedecer disciplinadamente a su prior, mientras la enfermedad avanza. El padre Crisóstomo le hace incluso que baje a comer al refectorio y le reprende en público porque el enfermo ha pedido quedarse en la celda. A los pocos días, el pequeño grano que le había salido en el empeine del pie derecho se inflama de forma virulenta. Ya no podrá levantarse más. Pasa los días postrado en la tarima, desde la que se esfuerza por escribir a los frailes, sobre todo a sus discípulos predilectos, Juan Evangelista y Juan de Santa Ana. Este último le ha escrito desde Málaga, alarmado porque cree que lo van a expulsar de la orden, y su maestro tiene aún fuerzas para contestarle: “...Hijo, no le dé pena de eso, porque el hábito no me lo pueden quitar sino por incorregible o inobediente. Y yo estoy muy aparejado para enmendarme de todo lo que hubiere errado y para obedecer en cualquier penitencia que me dieren”. El enfermo guarda debajo de la almohada un fajo de cartas, de las recibidas en Segovia, Madrid, La Peñuela y las últimas de Úbeda, hasta que decide llamar al enfermero para pedirle que se las queme todas para no comprometer a los firmantes. Un cirujano le saja la pierna inflamada. También en Úbeda aparecen las mujeres que encuentra siempre en los momentos más críticos. Unas le ayudan al médico a ponerle los vendajes y otras le llevan la comida. El hermano enfermero, que es reprendido por el prior por sus debilidades para con fray Juan, le dice un día que si quiere que le lleve unos músicos para animarle y él acepta que un grupo de músicos infantiles toquen junto a su lecho. Mientras otros frailes le han avisado ya al provincial, fray Antonio de Jesús Heredia, del comportamiento del prior. Por las calles de Úbeda, y también por las de la cercana Baeza, los vecinos se preocupan por el santo varón del convento de los descalzos. A las puertas del convento cada día hay más visitantes que llegan a interesarse por la casa que guarda los últimos suspiros del santo, en el museo, en la vitrina de las reliquias, en la iglesia, donde está su primer sepulcro, antes de que su cuerpo fuera trasladado a Segovia por Ana de Peñalosa, que contribuyó económicamente a la fundación del convento de Segovia, y que había puesto como condición trasladar allí el cuerpo de fray Juan cuando éste muriera. Y así lo hizo, originándose una disputa con los vecinos de Úbeda que reclaman mantener en su ciudad el cuerpo del santo. El día 13 de diciembre de 1591 fue interminable. La vida del enfermo se acaba por momentos. Todavía tiene tiempo el prior para pedirle perdón. Pasadas las diez de la noche, los frailes acuden con sus candiles al decirle el último adiós. Fray Juan no quiere que le canten ni el ‘Miserere’, ni el ‘De profundis’, que son los cantos del ritual de la muerte, porque él quiere morir de amor, y le pide al prior: -Dígame, padre, de los Cantares, que eso no es menester. Y al oír los versículos del Cantar de los Cantares, exclama: -Oh, qué preciosas margaritas. Después, oye las campanas de la iglesia del Salvador, marcando las doce de la noche, la hora cero del 14 de diciembre, cuando el enfermo dice finalmente a los frailes que lo están velando: -Váyanse con Dios y recójanse, que es hora de cerrar el convento; que esta noche tengo de ir a decir maitines al cielo. Hasta unirse al vuelo de los vencejos y perderse más allá del reino de las nieves.
Antonio Ramos Espejo De ‘El preso que huyó de Castilla’, en Crónica de Gerald Brenan. |
- CRONOLOGÃA

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1541. Juan de Yepes nace en Fontiveros (Ávila), hijo de Gonzalo de Yepes y Catalina Álvarez. A los pocos meses del nacimiento de Juan, el tercer hijo del matrimonio, muere el padre. La viuda pasa por dificultades para criar a sus hijos. Se traslada a Ávila y años después a Medina del Campo, donde Juan cursa humanidades con los jesuitas.
1563. Ingresa a los 21 años en los carmelitas de Medina del Campo. Estudia en Salamanca.
1567. Es ordenado sacerdote en Salamanca. Mantiene el primer contacto con Teresa de Jesús, que le gana para la reforma. Un año después, sigue ya los caminos de Teresa y funda el primer convento de descalzos en Duruelo (Segovia).
1571. Rector de Alcalá, primer colegio descalzo.
1572-77. Confesor y vicario del monasterio de la Encarnación (Avila).
1576. En enero es secuestrado por los calzados y encerrado en Medina. Poco después es puesto en libertad.
1577. El 2 de diciembre es apresado en Ávila y conducido a la cárcel conventual de los calzados de Toledo.
1578. En agosto, se escapa de la cárcel. Asiste en Almodóvar al capítulo, entonces ilegal, de los Descalzos y es nombrado superior-vicario del convento del Calvario (Villanueva del Arzobispo-Jaén). Antes de ir al Calvario se detiene en el convento en La Peñuela (hoy La Carolina, su primera parada en Andalucía) y en el convento de monjas de Beas de Segura, que en 1575 había fundado Teresa de Jesús. Ese año escribe, en la prisión conventual de Toledo, diez romances y el poema de ‘La Fonte’, además de cinco glosas y el poema ‘El pastorcito’ con posterioridad a esa fecha.
1579. Funda el colegio-convento de Baeza, del que es su primer rector. Entre noviembre de 1578 y junio de 1579, entre El Calvario y Beas de Segura (Jaén), escribe ‘En una noche oscura’, así como ‘Cautelas’, creadas entre 1979 y 1981 para la comunidad de Beas.
1580. Muere su madre. Enferma Teresa de Jesús. Breves estancias en la granja de Santa Ana (Sorihuela del Guadalimar). El Papa reconoce a los Descalzos como provincia separada.
1581. Viaja a Ávila, donde prepara la fundación de las monjas de Granada, a la que promete ir Teresa de Jesús. Será su último encuentro con la madre fundadora, que no llegará a ir a Granada. Es nombrado prior de Los Mártires de Granada. Con Ana de Jesús se dirige a esta ciudad.
1582. Fundación del convento de monjas de Granada, con Ana de Jesús como priora. Juntos se encuentran en esta ciudad, en la que él ha tomado también posesión como prior del convento de Los Mártires. Conoce a Ana de Peñalosa. El 4 de octubre, a las nueve de la noche, muere Teresa de Jesús en Alba de Tormes. ‘Cántico espiritual’, las estrofas 1-31 escritas en la prisión conventual de Toledo en la primavera de 1578, las estrofas 32-39 (y 11) escritas entre Beas y Granada, 1582-84.
1583. Es nombrado vicario provincial de Andalucía: deja de ser prior de Granada, aunque sigue viviendo en el convento de esa ciudad. Desde aquí intensifica sus viajes por Andalucía.
1584. ‘Llama de amor viva’, escrito en Granada entre 1584-86.
1586. Funda el convento de frailes de Córdoba, La Manchuela (Mancha Real-Jaén) y Caravaca (Murcia).
1587. Estancia en Bujalance, donde funda el convento de frailes. Cesa como provincial de Andalucía y es reelegido, por tercera vez, prior de Granada.
1588. En el capítulo general de Madrid es elegido primer definidor general y prior de la casa generalicia de Segovia, ciudad a la que se traslada a vivir. ‘Dichos de luz y amor’, para las carmelitas descalzas de Beas (Jaén), escritos entre 1578 y 1588.
1591. En el tercer capítulo general celebrado en Madrid cesa en todos sus cargos y es enviado como súbdito, o simple fraile, a La Peñuela (La Carolina). Se ve envuelto en una campaña de calumnias y difamación, promovida por sus compañeros descalzos. Llega a La Peñuela el 10 de agosto. El 28 de septiembre se traslada enfermo a Úbeda. El 14 de diciembre muere en esta ciudad a las doce de la noche, a la edad de 49 años. Noche oscura (dos libros), que incluye el comentario inconcluso del poema ‘En una noche oscura’ y del dibujo del Monte de perfección, escritos entre El Calvario (1578-1579), Baeza (1579-1582) y Granada (1584); ‘Cántico espiritual’, comentario completo del poema ‘Cántico espiritual’, que tuvo dos redacciones principales, la primera, conocida como Cántico-A (manuscrito de Sanlúcar) (1-40, menos la 11) y fue redactado en Granada entre 1582-84; la segunda, conocida como Cántico-B (manuscrito de Jaén), es una reordenación y ampliación de la anterior, comenta el poema completo y fue redactada en Granada en 1586; ‘Llama de amor viva’, comentario del poema del mismo nombre, que también tuvo dos redacciones: Llama A, redactada en Granada entre 1584-86; y Llama B, redactada en La Peñuela (Jaén) en 1591.
1592. Jerónimo Gracián es expulsado de la orden. Desde que murió Teresa de Jesús, se apaga la estrella de Gracián, que acabará sus días como carmelita calzado. Ana de Jesús y María de San José son sustituidas de sus oficios y condenadas a solitaria reclusión en conventos.
1593. El cadáver de Juan de la Cruz es reclamado por Ana de Peñalosa y trasladado de Úbeda a Segovia. Ese mismo año, una bula de Clemente VII constituye a los Carmelitas Descalzos como orden separada.
1618. Primera edición de sus libros en Alcalá, sin el ‘Cántico espiritual’.
1622. Primera edición del ‘Cántico’, en Bruselas.
1630. Primera edición completa en Madrid.
1675. Es beatificado por Clemente X.
1726. Es canonizado por Benedicto XIII.
1912-14. Primera edición crítica de todas sus obras, en Toledo.
1926. Es declarado Doctor de la Iglesia Universal por Pío XI.
1927. Su cuerpo incorrupto es colocado en el actual sepulcro de Segovia.
1952. Es proclamado patrón de los poetas españoles.
1982. Juan Pablo II visita su sepulcro en Segovia.
1991. Se celebran actos conmemorativos al cumplirse el cuarto centenario de su muerte. Aparecen nuevas obras relacionadas con la vida y la obra de San Juan de la Cruz. |
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