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ANEXOS |
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- Malaka / Malaca
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Los estudios paleogeográficos han concluido que en los inicios del primer milenio a.C. la desembocadura del río Guadalhorce era un amplio delta formado por marismas y aguazales que recorrían diversos paleocauces. En este ámbito pantanoso existían diversos islotes constituidos por arenas, gravillas y limos. En una de estas pequeñas islas –hoy el Cerro del Villar– los fenicios fundaron su primer asentamiento en la bahía de Málaga. Aunque las primeras excavaciones en el Cerro del Villar tuvieron lugar en 1966 y 1967, habrá que esperar a 1986 para que M. E. Aubet lleve a cabo una serie de campañas sistemáticas que pongan de manifiesto la gran importancia de este yacimiento arqueológico. Los trabajos han permitido conocer la secuencia completa del lugar, que alcanzó una extensión de 10 ha. La fundación de la colonia debió producirse a fines del siglo VIII a.C., alcanzando su mayor pujanza a lo largo del siglo VII y principios del VI, para ser abandonado en pleno auge debido a un cúmulo de circunstancias. La cronología de este acontecimiento ha podido situarse con precisión gracias a la aparición de cerámicas griegas y etruscas claramente fechadas entre los años 600 y 570 a.C. La causa inmediata del despoblamiento debe atribuirse a los cambios que experimentó el régimen del Guadalhorce a lo largo de los siglos VIII-VI a.C., bien contrastados en los estudios geológicos y palinológicos. El desarrollo económico que acompañó al establecimiento de los fenicios en la bahía de Málaga ocasionó un intenso proceso de deforestación en toda la cuenca fluvial que alteró de manera notable el equilibrio hídrico. Las consecuencias fueron la progresiva colmatación de la desembocadura, la desecación del delta y las cada vez más temibles avenidas del río. Igualmente, a lo largo del siglo VI se pone en marcha una nueva estrategia colonial fenicia en la costa malagueña, con la desaparición de algunos asentamientos y el desarrollo de otros mayores. Así, el final del Cerro del Villar está plenamente ligado a la consolidación de Málaka como centro rector de la zona. Urbanismo fenicio. Las viviendas del Cerro del Villar son similares a las conocidas en otros enclaves fenicios: zócalos de piedra sobre los que se levantan muros de adobe, con pavimentos de arena y arcilla apisonadas, aunque en alguna ocasión se colocaron suelos de conchas. Las plantas de las habitaciones son siempre cuadrangulares y algunos espacios eran patios abiertos. Respecto al urbanismo, todo indica que existió una planificación predeterminada, aunque se observan dos áreas diferenciadas. En la zona oriental del islote las estructuras y calles se orientan exactamente en sentido norte-sur, mientras que en la occidental lo hacen en dirección noroeste-sureste. En el denominado “sector 8” se documentó en 1995 parte de una gran vivienda delimitada por dos calles rectas y que se cortaban perpendicularmente. Una de las calles pudo excavarse en toda su anchura, que alcanzaba cinco metros, mostrando las esquinas reforzadas con sillares. La posición central de esta calle la convierte en uno de los principales ejes urbanos de la colonia. La excavación reveló que aquí había dos estructuras abiertas, en las que aparecieron ánforas conteniendo restos de pescado, además de varias pesas de plomo prismáticas, utilizadas para balanzas. En una de estas piezas aparece grabada la letra fenicia -in, seguramente abreviatura de -eqel, unidad de peso fenicia. Ello indica que nos encontramos ante verdaderas tiendas, lugares donde se exponían e intercambiaban mercancías. Cerro del Villar fue un gran centro industrial, como confirman los numerosos elementos arqueológicos que evidencian la existencia de talleres artesanales dedicados a la metalurgia y a la alfarería. Esta última actividad es la que mejor se conoce, pero parece que la cerámica fabricada localmente tenía una función de contenedor de otros productos, de ahí que las formas producidas fueran mayoritariamente ánforas y pithoi. En el reborde periférico de la antigua isla se instalaron una serie de alfares, que han permitido reconstruir cómo era el proceso de elaboración de la cerámica. Los hallazgos cerámicos testimonian la riqueza material del Cerro del Villar, con una abundante producción de vasos fenicios, además de las intensas relaciones mercantiles que mantuvo la colonia con otros centros mediterráneos. No faltan las cerámicas etruscas, pero los productos importados más numerosos son los griegos. La pieza griega más antigua que, de momento, se ha documentado es un ánfora de transporte completa fechada a principios del siglo VII, que bien pudiera proceder de Calcis, en la isla de Eubea. El grupo más numeroso dentro de la cerámica griega son las denominadas copas jonias B2, fechadas en Occidente entre los años 590-560 a.C. y que en su mayoría proceden de la isla de Samos. Hasta ahora, la única necrópolis conocida del Cerro del Villar se localiza en las tierras de antiguo Cortijo de Montañez, hoy transformadas por el polígono industrial Villarrosa, a poco más de 500 m. del poblado. Movimientos de tierra a fines del siglo XIX pusieron al descubierto algunos materiales arqueológicos que pasaron parcialmente a la colección de los marqueses de Casa-Loring de Málaga: ánforas, pithoi y un jarro de boca de seta, hoy conservados en el Museo de Málaga. Estas cerámicas proporcionan una fecha de conjunto centrada entre finales del siglo VII y principios del VI a.C. La ubicación de la necrópolis con respecto al Cerro del Villar resulta muy significativa. Su contexto geológico es igualmente deltaico, seguramente un pequeño islote como el que servía de solar a la colonia. Las investigaciones realizadas a lo largo de los últimos veinte años en la desembocadura del Guadalhorce han llevado a M. E. Aubet a proponer que la colonia fenicia del Cerro del Villar fue la antigua Mainake, enclave que, según las fuentes clásicas, fue una fundación griega (-> véase Mainake). La paleogeografía de la desembocadura del pequeño río Guadalmedina es todavía mal conocida. Aunque no se han acometido investigaciones especificas, las excavaciones arqueológicas efectuadas en los últimos años en el casco histórico de Málaga permiten señalar algunos rasgos generales. Desde la colina de la Alcazaba partía un suave promontorio que avanzaba sobre el mar en sentido oeste, a modo de península, llegando hasta el sector donde hoy se encuentra la Catedral. En esta zona se instaló la Málaka fenicia. El frente sur de este “promontorio de la Catedral” daría a mar abierto, mientras que el flanco norte limitaba con una ensenada interior, que se fue colmatando a lo largo de la Antigüedad y la Edad Media. En esta ensenada marítima desaguaría el Guadalmedina, a unos tres-cuatro km. al interior de su boca actual. El topónimo Málaka ha generado un intenso debate. La hipótesis tradicional señala su carácter fenicio, indicado en las consonantes mlk que, con ligeras variantes, aparecen en las monedas acuñadas por la ciudad a partir del siglo II a.C. Este vocablo se ha interpretado como “rey” o “reina”. Más sensato parece señalar alguna relación con las salazones –malah–. En los últimos años ha cobrado fuerza la idea que que Málaka es un topónimo indígena, o en cualquier caso no semítico, a pesar de su apariencia. Según las fuentes clásicas, la denominación de la ciudad está vinculada a un río próximo, ya sea el Guadalmedina o el Guadalhorce (Avieno, 426; Plinio, III, 8). En lo que hoy es el casco urbano de Málaga, el yacimiento arqueológico con los materiales fenicios más antiguos es el poblado indígena de la Plaza de San Pablo, bajo el actual barrio de la Trinidad, conocido a raíz de una excavación arqueológica en 1995. En el siglo VIII a.C., este lugar estaba prácticamente en la orilla occidental de la gran ensenada que formaba aquí la desembocadura del Guadalmedina. Los trabajos documentaron una serie de cabañas circulares y ovales, en parte excavadas en el suelo natural. Pese a la existencia de San Pablo, la fecha de fundación de Málaka continúa sin ser aclarada, pues todavía no se ha conseguido acceder a los niveles más antiguos de la colonia. Las intervenciones arqueológicas efectuadas en la década de 1980 en el patio del antiguo convento de San Agustín y en la zona alta del teatro romano señalaron una cronología de la primera mitad del siglo VI a.C. Años después, las excavaciones acometidas en el Palacio de Buenavista –actual Museo Picasso–, calle Císter, calle Alcazabilla y edificio del Rectorado de la Universidad de Málaga no han modificado sustancialmente esta datación, pero han dejado abierta la posibilidad de que el enclave hubiese sido ocupado por los fenicios en un momento algo anterior, quizás en los últimos decenios del siglo VII. En cualquier caso, estos trabajos han aportado una serie de datos arqueológicos de enorme interés para precisar el carácter de Málaka como una auténtica ciudad desde los primeros momentos de su existencia. Fortificaciones. El área ocupada por el primitivo asentamiento fenicio corresponde a la colina de la Alcazaba y al antiguo “promontorio de la Catedral”. Esta primera Málaka dispuso de un recinto amurallado, al menos desde el siglo VI a.C. La fortificación de mampostería se completó con torres cuadradas y, en ocasiones, se levantó directamente sobre viviendas más antiguas. Unido a la colina de la Alcazaba se encuentra Gibralfaro, que, con sus 130 m. de altura, domina toda la bahía, así como un amplio tramo de costa. Esta excelente atalaya fue utilizada por los fenicios a partir del siglo VI, como han confirmado las excavaciones realizadas en la fortaleza musulmana aquí emplazada. La actividad comercial de Málaka aparece documentada por los numerosos materiales del siglo VI a.C., especialmente cerámicas griegas. El grueso de los hallazgos corresponde a un momento cronológico bien definido entre los años 600 y 540/530 a.C., caracterizándose por la afluencia de productos de la Grecia del Este, entre los que destacan los procedentes de Samos como las copas jonias B.2 ó B.3. Otros talleres griegos representados son Ática, Laconia y Corinto. Las importaciones del Egeo que vemos en Málaka vienen a coincidir con lo ya conocido en el Cerro del Villar y también con Huelva. Tampoco faltan algunas cerámicas etruscas. Entre otras importaciones de lujo destaca un marfil cartaginés, con una escena egiptizante. En la época púnica de los siglos V, IV y III a.C. la ciudad continúa con una actividad comercial importante, como se deduce de algún hallazgo casual, caso de un asa de un jarro de bronce procedente de los talleres griegos del sur de Italia. En esta etapa lo mejor conocido es el mundo funerario, con dos necrópolis. De la situada en calle Mundo Nuevo se conocen varias tumbas del siglo VI a.C., que han proporcionado una serie de joyas, mientras que en el siglo IV se construyó un hipogeo de sillares. La otra necrópolis se ubicó en la calle Campos Elíseos, en la ladera sur de Gibralfaro, con enterramientos más pobres que se prolongaron hasta el siglo II a.C., con Málaka ya en la órbita romana. Precisamente esto fue consecuencia del final de la Segunda Guerra Púnica en la Península Ibérica. La derrota definitiva de los cartagineses en la batalla de Ilipa, en 206 a.C., impulsó a las ciudades fenicias de la costa andaluza a firmar un acuerdo con Roma, por el que se convertían en foederati de la nueva potencia mediterránea. Núcleos urbanos como Málaka mantenían una gran autonomía interna que garantizaba las actividades económicas y las tradiciones propias, mientras que la política exterior era controlada por los romanos. Sin embargo, no parece que las condiciones acordadas se cumplieran fielmente, ya que a comienzos del siglo II a.C. Málaka participa en una rebelión contra las autoridades romanas, junto con otras ciudades fenicias como Sexi y diferentes núcleos turdetanos (Tito Livio, XXXIII, 21, 6). Pacificado el sur peninsular, Málaka parece que entró en un periodo de estabilidad política y económica que testimonian sus acuñaciones monetales. Las monedas emitidas por la ceca de Málaga son un ejemplo de la perduración del carácter fenicio de la ciudad durante el periodo romano republicano. Las diversas series se caracterizan por la presencia de inscripciones en alfabeto fenicio, en sus diversas variantes, y por el uso de tipos relativos a divinidades de origen oriental. El emblema más característico de la ceca es Chusor, protector de la metalurgia, que adopta una imagen similar al Hefestos-Vulcano grecorromano. Igualmente vemos a Shamash, dios solar, representado de forma similar a Helios. Otra divinidad también presente es Astarté-Tanit, la diosa fenicia de la fecundidad, simbolizada por un signo estiliforme, que puede ser tanto la Luna como el planeta Venus. Romanización. La ciudad fue perdiendo muy lentamente este carácter fenicio, ya que incluso hacia el cambio de Era todavía se utilizaba esta lengua, como confirman diferentes grafitos sobre terra sigillata. Aunque la romanización fue un proceso largo, a finales del siglo I d.C. se dieron las condiciones para una integración más profunda de Malaca en el sistema social y político romano, con la concesión del Ius Latii –Derecho Latino– por el emperador Domiciano. De ser una ciudad federada, Malaca pasó entonces a convertirse en un municipio romano. El hallazgo de parte de la Lex Flavia Malacitana ha permitido conocer numerosos detalles de la actividad política. Tuvo lugar en 1851, en los barreros o tejares de la zona del Ejido, al norte del centro histórico, de donde se suministraban las diferentes alfarerías existentes entonces en Málaga. Felizmente, la noticia del descubrimiento llegó a oídos del marqués de Casa-Loring, representante de la enriquecida burguesía malagueña de mediados del siglo XIX, quien lo adquirió, pasando posteriormente al Museo Arqueológico Nacional de Madrid. La Lex Flavia Malacitana debió constar de cinco tablas de bronce, de las que sólo se conserva una, perdidas las demás en la Antigüedad. El ejemplar conservado recoge las disposiciones que regulaban la elección de diferentes cargos del municipium, así como aspectos urbanísticos e imposición de multas y tributos. Estamos muy mal informados sobre el urbanismo de la Málaga romana, ya que el acceso a los niveles arqueológicos de este periodo es difícil debido a la gran potencia que alcanzan los estratos de época andalusí. Por Estrabón (III, 4, 2) sabemos que la ciudad tenía una “planta fenicia”, entendiendo esta expresión como un conjunto de calles estrechas y tortuosas, adaptadas al relieve. La mayor construcción de época imperial en Malaca es el teatro romano, que se ubicó en la ladera norte de la colina de la Alcazaba. Desde finales del siglo XVIII y principios del XIX, a raíz de las obras de la Aduana, se conocían diversos hallazgos aislados que anunciaban la presencia de un gran edificio romano junto a la Alcazaba, que no se descubrió hasta 1951, con motivo de las obras de la Casa de la Cultura. Su demolición en 1995 ha permitido la excavación y la recuperación total del teatro. Tiene unas dimensiones medianas, alrededor de 31 m de radio, con una concepción muy similar al de Acinipo o Baelo Claudia. Fue construido con materiales de cierta suntuosidad, con revestimiento de mármol en pavimentos y zócalos; igualmente los muros exteriores que se han conservado llevan aparejo de sillería almohadillada. La cavea se conserva en buena parte, especialmente en su sector inferior o cavea imma. Posiblemente pertenecieron a la scaena los grandes fustes acanalados y los capiteles corintios reaprovechados en diferentes arcos de la vecina Alcazaba. El aditus máximus de la izquierda de la escena se conserva casi intacto y aparece cubierto por una espectacular bóveda de cañón de sillares. Las recientes excavaciones han revelado muchos detalles de la evolución del teatro. La primera traza debió realizarse en el reinado de Augusto, para lo que en parte tuvieron que destruirse parcialmente unas termas que existieron en este sector. La inscripción conservada ante el proscaenium indica que el edificio fue reformado en época flavia, quizás coincidiendo con la conversión de Malaca en municipio romano. Su abandono se produjo en el siglo III, como atestigua la gran escombrera tardorromana que lo cubría. Cesados los espectáculos, el edificio se convirtió en el siglo IV en una gran factoría de salazones, según han revelado las excavaciones de los últimos años. Posteriormente, el lugar se convirtió una necrópolis paleocristiana. Estas fases tardías del edificio han proporcionado un nutrido conjunto de terra sigillata africana, que testimonian las intensas relaciones comerciales de Malaca durante el Bajo Imperio. Factoría de salazón. Todos los autores antiguos que citan Malaca coinciden en su carácter de centro de producción de salazones de pescado y garum, actividad que debía remontarse a la época fenicia. La Málaga romana era una gran factoría donde se procesaban los abundantes recursos pesqueros de sus aguas. Sorprende la gran perduración de esta industria, que se mantuvo activa hasta el siglo VI. Las excavaciones arqueológicas han documentado factorías en numerosos lugares de la ciudad: teatro romano, cerro de la Alcazaba, Palacio de Buenavista (Museo Picasso), calle Císter, antiguo edificio de Correos (actual Rectorado de la Universidad de Málaga) y calle Cejorro, en el barrio de la Trinidad. Esta actividad industrial generó un comercio muy activo, fundamentalmente marítimo. Roma era un importante mercado de las salazones de toda la Baetica, como confirma la presencia en la capital imperial de Publio Clodio Athenius, negotians salsarius que trabajaba para una sociedad de negotiantium malacitanorum. Igualmente, otra inscripción certifica la presencia de una comunidad de comerciantes greco-sirios en Málaga. Las relaciones con el norte de África eran especialmente intensas, como confirman Estrabón (III, 4, 2) y Plinio (V, 19). Este último señala, además, la vinculación de Malaca con el puerto de Siga, situado en la cercanías de Orán. Junto a la actividad de su puerto, Malaca se comunicaba por vía terrestre con el resto de la provincia Baetica. El itinerario costero, la llamada vía Hercúlea, conectaba con Gades, cabeza del llamado Conventus Gaditanus, al que pertenecía la ciudad. Otra vía importante era la que llevaba a Corduba, capital de la Baetica, que recorría el valle del Guadalhorce hasta las ciudades de Singilia Barba y Antikaria. Salvo el episodio de la invasión de los mauros, pueblo norteafricano que en los años 172 y 176 extendió sus correrías hasta la Baetica, la vida de Malaca transcurrió con tranquilidad hasta comienzos del siglo V. Incluso la oligarquía no dudó en construirse villas en el entorno de la ciudad, como la documentada en Puerta Oscura, en la ladera meridional de la Alcazaba, decorada con mosaicos polícromos fechados en época de Constantino (306-337). Quizás el cambio más notable durante estos momentos fue la implantación progresiva del cristianismo, como atestiguan los hallazgos de terra sigillata africana del teatro romano, que muestran la simbología de la nueva religión a lo largo del siglo IV. La implantación de los visigodos como nueva autoridad política en Hispania durante el siglo V no tuvo consecuencias en la vida de la ciudad. Como ocurría en muchos otros núcleos de la Baetica, Málaga funcionaba con una gran autonomía interna, actuando el obispo como aglutinador de la autoridad. Esta tradición de vida ciudadana explica la actitud recelosa de la antigua provincia romana de la Baetica a aceptar el dominio visigodo y la buena acogida que tuvo el desembarco de tropas bizantinas en Hispania en el año 552. La presencia bizantina se explica por su mediación en la disputa por el trono visigodo entre Agila y Atanagildo, que se solucionó con la coronación de este último como rey en 555. No obstante, la implantación de Bizancio en el sur peninsular se insertó dentro del proyecto de Recuperatio Imperii promovido por el emperador Justiniano, que tenía como objetivo la reunificación mediterránea, ahora en torno a Constantinopla. Malaca fue, junto con Carthago Nova, el soporte de la provincia bizantina de Spania, realmente constituida por una serie de plazas fuertes entre la desembocadura del Guadalete y el murciano Mar Menor. Pese a este carácter eminentemente militar que se desprende de los textos del momento, la actividad comercial de Málaga no cesó, como han confirmado las excavaciones efectuadas en la calle Strachan y en la plaza del Obispo en 1995 y 1996. No obstante, el cambio en las mercancías se observa porque desaparecen los envases típicos del sur peninsular y se documentan materiales procedentes de territorios norteafricanos y orientales bajo control bizantino. Malaca se convierte ahora en un puerto básicamente de importación, ya que la cercanía del limes o frontera con el reino visigodo impedía un comercio activo con el interior. La conquista visigoda de Málaga fue obra de Sisebuto en el año 615, situación ratificada por el emperador bizantino Heraclio. Las destrucciones que se han observado en las excavaciones antes citadas se han relacionado con la campaña militar visigoda, que provocó la decadencia de la ciudad. Una parte de su población se dispersó por las zonas montañosas cercanas, mientras que los habitantes que permanecieron en el núcleo debieron replegarse al Cerro de la Alcazaba. Esta situación se mantuvo hasta la conquista islámica de Málaga.
Eduardo García Alfonso |
- Mainake
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Problemática colonia griega mencionada por una serie de textos literarios de la Antigüedad, que la investigación arqueológica ha querido localizar en la costa malagueña. La tradición de Mainake arranca de las fuentes que sirvieron a Rufo Festo Avieno para elaborar su Ora Maritima en el siglo IV de la Era Cristiana. Como obras consultadas por este poeta del Bajo Imperio romano se ha querido ver un antiguo “periplo” o descripción de la costa de la Península Ibérica escrito por un navegante massaliota en el siglo VI a.C. El primer autor conocido que citó Mainake fue Éforo, que vivió en el siglo IV a.C. y que fue recogido más tardíamente por el Pseudo Skymnos de Chios (147-149). Aquí se señala que Mainake fue una colonia de Massalia (Marsella). En época de Augusto, Estrabón señaló el carácter focense de la ciudad, que sería la fundación griega más occidental (III, 4, 2). Según el citado geógrafo, en su época existía la tradición de que Mainake era el nombre antiguo de Málaka, hecho que él mismo rechazaba, al considerarlas dos ciudades distintas, estando la primera al este de la segunda. Al mismo tiempo, Estrabón escribe que Mainake estaba ya en ruinas y presentaba una planta de tipo griego, mientras que Málaka tenía un aspecto fenicio. Será Avieno quien transmita una mayor cantidad de datos sobre Mainake en su poema geográfico Ora Maritima (425-431), independientemente de la cuestión de sus fuentes de información. En coincidencia con Estrabón, señala que Málaka era llamada en tiempos antiguos Mainake (que él escribe Maenace, en latín). Junto a la ciudad existía una isla, consagrada a Noctiluca, que debe corresponder a una divinidad lunar. Señala también que en la isla existía un puerto seguro, estando todo bajo la autoridad de los tartessios. Sin embargo, en ningún momento indica que Mainake fuera una colonia griega en general o focense en particular. La búsqueda de Mainake trajo al arqueólogo alemán Adolf Schulten a la desembocadura del río de Vélez en la década de 1920, siguiendo la cita de Estrabón que ubicaba la ciudad griega al levante de Málaga. Schulten quiso ver en diferentes restos arqueológicos de esta zona los testimonios de la existencia de Mainake. Incluso relacionó este topónimo con el de Mainobora o Maenuba, ciudad de la costa malagueña citada por Hecateo de Mileto, Plinio y Pomponio Mela, entre otras fuentes clásicas. Entre los años 1939 y 1941 Schulten realizó excavaciones en el Cerro del Peñón y en el Cerro del Mar, a ambas orillas del río de Vélez, situando en el primero a la griega Mainake y en el segundo a la indígena Mainobora-Maenuba. En el año 1964 se iniciaron las excavaciones de investigadores del Instituto Arqueológico Alemán en la desembocadura del río Vélez que revelaron la importancia de la presencia fenicia en la zona, pero no un asentamiento griego. Se ofrecieron entonces otras interpretaciones al problema de Mainake, destacando la propuesta de H. G. Niemeyer y W. Treumann, quienes consideraron que estamos ante la interpretación griega de un topónimo fenicio, hipótesis reforzada por el parecido con la raíz fenicia mannaqueh (lugar de descanso). Estos investigadores propusieron entonces que Mainake fue la colonia fenicia identificada en el yacimiento arqueológico de Toscanos. Para M. E. Aubet el enclave que las fuentes clásicas denominan Mainake pudiera corresponder a la colonia fenicia del Cerro del Villar (-> véase Málaka/Malaca). Tal propuesta se basa en la Ora Maritima de Avieno, donde se hacen una serie de observaciones que encajan de manera sorprendente con lo que hoy sabemos del Cerro del Villar y con la relación que existió entre este enclave y el asentamiento fenicio en el solar de la actual ciudad de Málaga, que coinciden con lo señalado por los textos antiguos respecto a Mainake y Málaka. La “apropiación” del lugar por parte de los escritores griegos y su transmisión posterior debió asentarse en una cierta frecuentación de estas aguas por los navegantes helénicos. A este respecto la aparición de abundante cerámica griega del siglo VI a.C. tanto en el Cerro del Villar como en la propia Málaga viene a coincidir con el mismo fenómeno documentado en Huelva. Estos viajes dieron lugar al conocimiento de Tartessos en la literatura griega, al tiempo que la arqueología muestra las intensas relaciones entre las gentes de la isla de Samos y de la ciudad de Focea con los fenicios.
Eduardo García Alfonso |
- Málaga en la Antigüedad
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Por aquí el Criso entra en el profundo abismo; Cuatro pueblos albergan una y otra ribera, pues tal lugar habitan los fieros libifénices, ocupan los masienos, los cilbicenos reinos de productivas tierras, y los ricos tartesios que se dilatan hasta el Galáctico golfo. Junto a ellos, siguiendo, está el cabo Barbesio y está el río de Málaga con la ciudad homónima, primeramente Ménaca llamada en otro siglo. Bajo la ley tartesia, existe allí una isla que a la ciudad rebasa y que los moradores ha tiempo consagraron a la Luna. Un estanque hay en ella; asimismo hay un puerto abrigado. Más arriba, la plaza de Maenace. Por donde dicha región se aparta del mar, levanta el monte Siluro su alta cumbre. Surge luego un extenso Peñasco que las aguas profundas entra. El pino, antes allí frecuente, hizo que de él tomara su nombre en lengua griega. Hasta el templo de Venus, hasta el cabo de Venus, la costa se recuesta. Antes se levantaron aquí muchas ciudades, poseyó estos lugares fenicia muchedumbre. Inhabitable arena tiende la sola tierra y exentos de cultivo languidecen los campos.
Avieno De Ora Maritima (siglo IV). |
- Textos sobre la Málaga árabe
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Málaga
Málaga reúne lo bueno del mar y de la tierra, con viñas que se suceden sin que se pueda ver entre ellas un terreno sin cultivar. Las cortijadas parecen como estrellas en el cielo, por su número y el brillo que tienen. Su río la cruza tanto en primavera como en invierno, por el fondo de la vega, rodeándola por sus contornos. Entre sus peculiaridades, que no se dan en otra tierra, está el higo de Rayya, denominado de esta manera a partir del antiguo nombre de la ciudad. Me han dicho que esta clase de higos se vende hasta en Bagdad como algo exquisito y raro. Las cantidades que exportan de él, tanto cristianos como musulmanes, por vía marítima, no pueden calcularse con cifras exactas. También es característico de esta ciudad las bebidas alcohólicos, tanto lícitas como prohibidas, hasta el extremo que el vino de Málaga se ha hecho proverbial. A un libertino que estaba en el lecho de muerte le decían: “¡Pídele perdón a tu Señor!” Y el respondía: “¡Señor: de todo lo que hay en el Paraíso sólo te pido el vino de Málaga y uvas pasas de Sevilla!” En Málaga se tejen las túnicas de tisú, que alcanzan un precio de miles de dinares y que están adornadas con figuras. Estas túnicas las destinan a califas y a personas de alta condición. La costa de Málaga es la base de navíos musulmanes y cristianos
Ax-Xaqundi De Epístola sobre la preeminencia de al-Ándalus.
El perfume de Málaga
Ahora se llama Málaga pero en antiguamente se le denominaba Rayya. Es a la vez marítima y terrestre. Tiene un río que crece en primavera, cuando la riega sin cesar: en él encuentran los malagueños alegría y amor, ya que se desparrama en canales como lingotes de plata que alegran al verlos el alma y los ojos. Sobre este río he dicho en un poema: Detente junto al río de Málaga porque he visto que la belleza no se aparta de él Trae un vino puro y sin mezcla junto al agua y la sombra de los árboles Se extiende por todas partes como espadas desenvainadas Mientras estoy allí, mis ojos no cesan de mirar el agua que corre
En Málaga destacan los almendros y las higueras que la rodean. Caravanas terrestres y barcos no paran de llevarse grandes cantidades de higos, pues es el mejor de al-Ándalus. Mucha gente los prefieren por su utilidad y aprovechamiento como medicamento. Para elogiar lo que tiene Málaga basta con acudir a su nombre, pues Rayya significa entre los cristianos Sultana, pues ella es la reina de todos los pueblos. Tiene una alcazaba inaccesible que rodea la colina con murallas. Yo fui a la ciudad de Málaga y residí en ella en plena juventud, disfrutando de las tertulias literarias que allí había. Mi padre la prefería y le gustaba estar en ella, sobre todo durante las fiestas o cuando los malagueños salían a sus viñas o sus higuerales. Nosotros vivimos en una finca en la que permanecimos el tiempo que duró la cosecha y recordamos esos momentos como los días más felices. La blancura de sus torres junto al verde de los árboles me trajeron al recuerdo los versos de Abu-l-Abbás de Silves: Vi una vez Málaga, cuando habían adornado el lugar con torres Y me dije: parece un cielo pues sus flores son como estrellas y galaxias
Ibn Said de Alcalá la Real De Mugrib. |
- La Virgen de la Victoria
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(…) Vuestros diplomáticos no os han dicho, quizá, que Fernando el Católico, después de la conquista de Málaga, regaló a esta ciudad una Virgen que siempre llevaba consigo en la guerra, y a la que creía deber todos sus triunfos contra los moros. Esta imagen que se conoce como la Virgen de la Victoria goza de gran veneración a treinta millas a la redonda de Málaga a causa de los numerosos milagros que se le atribuyen, y así era tan grande la afluencia de gentes que hay después de comer por celebrarse su fiesta. Todos los balcones y ventanas estaban elegantemente colgados, y la procesión pasaba por calles entre dos inmensas filas de sillas, ocupadas por hermosas mujeres. El capitán general iba a la cabeza de la procesión, llevando el estandarte de la Virgen, y detrás de la milicia, los sacerdotes y las corporaciones venía un carro con la imagen milagrosa. Dos niños pequeños abrazaban con sus tiernas manos las columnas de aquel templo con ruedas, el uno era ciego, el otro impedido, y sus padres los habían colocado allí, delante de la Virgen, con la esperanza de que hiciese un milagro más, en beneficio de aquellas inocentes criaturas a las que los ojos de todos se dirigían con interés. La procesión duraba aún de noche cerrada, y el efecto de todos aquellos trajes, de todas aquellas hermosas mujeres vistas al resplandor de los cirios era verdaderamente mágico. Por mi parte, no conozco nada más original que una ciudad española en día de solemnidad religiosa. Todas las clases se confunden, la alegría se retrata en todos los rostros, se pasa revista a todas las bellezas de la población, y, con corteses maneras, se puede uno arriesgar a dirigirles la palabra, aún sin conocerlas. Como pensaréis, las señoras buscan afanosamente estas solemnidades porque saben que la mitad de la fiesta es para ellas. Los muchachos, dichosos de ver a su amada, andan alrededor de la silla que ocupa, enviándole, mezclado con suspiros, el humo de sus cigarrillos, luego se ve por todas partes al pueblo con sus trajes pintorescos, la guitarra, las castañuelas, el fandango, y el romance cantado por el pobre ciego, heredero del antiguo trovador. Cuando la procesión ha regresado a la iglesia, la multitud ha invadido el teatro, en que unos aficionados han representado y bailado hasta las doce de la noche honrando a la Virgen de la Victoria.
Charles Dembowski De Dos años en España y Portugal durante la Guerra Civil. 1838-1840. |
- Málaga moderniza sus vÃas de comunicación
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Andalucía está trazando una red de infraestructuras que pretende impulsar la cohesión interna mediante nuevas conexiones entre las ocho provincias y abrir vías para mejorar la comunicación con el resto de España y el mundo. Málaga, destino turístico preferente y con una población flotante de 2.567.744 habitantes, según datos del recuento poblacional del Gabinete de Análisis y Estudios, se ha sumado a esta carrera por modernizar sus infraestructuras con una serie de proyectos que en pocos años transformarán su fisonomía y acabarán con los problemas de movilidad que padecen sus habitantes. Y es que, en los últimos 30 años se ha experimentado un incremento poblacional en la corona metropolitana, que ha significado la integración de los mercados del suelo, vivienda y trabajo. Ello ha provocado un incremento en el número de desplazamientos y por ende un mayor uso del vehículo privado lo que provoca la saturación de tráfico en las principales vías, que están llegando a su agotamiento. Sin duda, la movilidad laboral es una de las causas que agrava esta situación. En este sentido cabe destacar la existencia de una clara dicotomía en la capital, ya que al tiempo de ser receptora de los flujos de población procedentes de los municipios del interior y de la costa del sol oriental, exporta trabajadores a la costa occidental. Facilitar la movilidad de la población, ya sea por motivos laborales o de ocio, implica una mejor gestión del transporte público. A continuación se pasan a detallar las principales características de algunas de las infraestructuras previstas: El metro. Trasporte cómodo, seguro y rápido que contribuirá a paliar la congestión de tráfico. Inicialmente se han previsto cuatro líneas diseñadas según los criterios de densidad de población y accesibilidad a zonas con problemas de movilidad. El modelo seguido para su ejecución está inspirado en el del metro de Bilbao. En un principio se acometerá la ejecución de las líneas 1 y 2. El trazado de estas líneas abarca una población de 200.000 personas. Están dotadas con un presupuesto de 405 millones de euros y se prevé que durante el primer año de servicio a 17 millones de pasajeros. El AVE. Con una velocidad media de 300 kilómetros por hora y capacidad para 330 pasajeros, el Tren de Alta Velocidad, (AVE) conectará en 2007 Málaga y Madrid en un tiempo de dos horas y 30 minutos. Los 155 kilómetros del tramo Córdoba- Málaga cuentan con un presupuesto de 2.100 millones de euros. Siguiendo las recomendaciones de movilidad de la Unión Europea, se contempla que el tren de alta velocidad, tenga parada en el aeropuerto, ya que la ampliación del aeródromo prevé el tránsito de 20 millones de pasajeros, convirtiéndose en puerta de entrada para la Costa del Sol, Andalucía y España. También está prevista la conexión por línea AVE de Málaga con Sevilla (126,5 kilómetros en 60 minutos con un presupuesto de 535 millones). Tren litoral. Se trata de un corredor ferroviario que unirá los puntos equidistantes de Estepona y Nerja, pasando por 11 municipios costeros que aglutinan cerca de un millón de habitantes, a los que hay que añadir la población flotante. La ejecución de esta obra cuenta con un presupuesto de 2.500 millones de euros. Red viaria. La autovía Córdoba-Antequera potenciará el desarrollo económico, mejorando las relaciones comerciales entre ambas provincias. En cuanto a la autovía Nerja-Adra, la complicada orografía del terreno por el que transcurre la hace una de las más caras de la historia, contando con un presupuesto de 960 millones de euros para la ejecución de 88 kilómetros. La terminación de esta autovía convertirá a Málaga en el punto neurálgico del corredor turístico Cádiz-Almería, al tiempo de completar la red europea de autovías del eje mediterráneo. Por su parte, la construcción de la hiperronda permitirá circular entre 30.000 y 80.000 vehículos al día durante su primer año de vida, alcanzando una media de 200.000 vehículos en el año 2035. La autopista de Las Pedrizas cuenta con 24,5 kilómetros de recorrido, para los que se han destinado 421 millones de euros. Estos discurrirán por los municipios de Antequera, Casabermeja, Almogía y Málaga. Su finalización está prevista para el año 2010, fecha en la que se prevé circulen por ella 5.000 vehículos día. Aeropuerto. El aeropuerto de Málaga es una infraestructura de primer orden, ya que potencia el desarrollo económico de Málaga y toda Andalucía. Está incluido en la lista de los 24 aeropuertos más importantes de Europa y es el cuarto de España, tal y como lo demuestran los 12, 5 millones de viajeros que transitaron por sus dependencias el pasado año 2005. El aeródromo malagueño absorbe el 65% del tráfico aéreo andaluz, siendo el aeropuerto español que ha experimentado mayor crecimiento en los últimos años (7,5%). El llamado “Plan Málaga”, proyecto de remodelación y modernización en el que se encuentra inmerso, está dotado con 730 millones de euros, y será ejecutado en dos fases, con la construcción de un aparcamiento con capacidad para 1.800 vehículos y de una nueva terminal, capaz de dar servicio a 9.000 pasajeros/hora. Por otra parte, se prevé también la construcción de la segunda pista aeroportuaria, la cual permitirá elevar a 20 millones el número de pasajeros del aeropuerto de Málaga. Puerto. La ciudad se enfrenta a uno de sus proyectos más ambiciosos. Cambiar la fisonomía del puerto permitiendo su integración en la ciudad. Para ello está prevista la realización del Plan Especial del Puerto (2006-2008), dotado con 234 millones de euros. El Plan Especial persigue un triple objetivo: por un lado, mantener e incrementar el tráfico de mercancías (en la actualidad Málaga es uno de los principales puertos de Europa que pueda alcanzar en torno a las 900.000 teus en el 2009, compitiendo con los puertos internacionales de Algeciras, Tánger y Cagliari); por otro potenciar el número de cruceros (en el 2005 atracaron en el puerto 205 buques. La previsión apunta a que esta cifra la incrementará a razón de 50.000 nuevos pasajeros anuales).
Sergio Mellado |
- La Universidad del futuro
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La Universidad de Málaga, con cerca de 40.000 alumnos en el curso 2005-2006, es una universidad joven y con grandes proyectos de futuro. Su nacimiento estuvo marcado por un largo proceso. En 1968 se crea la Asociación de Amigos de la Universidad de Málaga, donde se concentraban importantes representantes de la vida local, para exigir la institución universitaria para la ciudad. En el curso 1970-1971 se crea el Colegio Universitario de Málaga, que impartía las enseñanzas de Ciencias, Letras, Medicina y Farmacia. Al año siguiente, en 1972, se aprueba el decreto de creación de la Universidad de Málaga (UMA), que inicialmente estaría formada por la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, ya existente, y de la Facultad de Medicina. En estos primeros años, el emplazamiento de los centros fue el campus de El Ejido, aunque algunas facultades continuaban en el centro de la ciudad y en algunas barriadas. Posteriormente, comenzarían las obras del campus de Teatinos, siendo Medicina la primera facultad en instalarse en este lugar. Hoy, mientras se desarrolla urbanísticamente el complejo universitario de Teatinos donde se concentrarán todos los centros universitarios malagueños, las instalaciones de la UMA se dividen entre estos dos campus. A estas áreas universitarias hay que sumar el Rectorado de la Universidad de Málaga que se ubica en el antiguo edificio de correos, situado en el centro de la ciudad, y cuyo edificio cuenta con el atractivo de mostrar al público su subsuelo, donde se encuentran importantes restos arqueológicos. Además, en el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) se encuentra el edificio de Institutos Universitarios, dedicado a la investigación, y al que se unirá próximamente el edificio de Fomento de Empleo y de las Empresas, que albergará el Centro de Creación de Empresas, el Gabinete de iniciativas por el Empleo y la incubadora Universitaria de Empresas. Con la creación y puesta en funcionamiento de este centro se busca cumplir uno de los objetivos de esta universidad, que es su vinculación con el mundo laboral y empresarial mediante el impulso de la inserción laboral de los titulados, a través de programas de formación en empresas, la colaboración entre el entorno universitario y el entorno laboral, además de potenciar y estimular la creación de empresas innovadoras resultantes de proyectos surgidos en la UMA. Junto al fomento del empleo, la Universidad de Málaga hace una de sus principales apuestas en la investigación. Para ello busca proyectar la actividad I+D+I hacia el entorno económico y social; presta su apoyo en materia de tecnologías y telecomunicaciones (TIC) a la investigación, la docencia y la gestión, además de dar soporte tecnológico a las nuevas demandas del sistema enseñanza aprendizaje. La Universidad de Málaga se ha convertido en uno de los pilares culturales de la ciudad, con exposiciones y certámenes de todo tipo, entre los que destaca el Festival Internacional de Cine Fantástico, donde implica a todas las instituciones, y que se ha convertido en una referencia cinematográfica internacional. Esta universidad también destaca por su proyección exterior, no sólo a nivel internacional, sino también en Europa, para ello potencia el programa de movilidad de estudiantes y profesores por distintos países, sin olvidar los programas universitarios de la Unión Europea. Todos estos parámetros de la joven Universidad de Málaga hacen que su futuro sea moderno y muy esperanzador.
Juan Antonio Ruiz |
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