Este espacio protegido se encuentra íntegramente en la Comarca de Los Vélez, coincidiendo el ámbito funcional del Parque con todos los municipios que la integran: Vélez Blanco, Vélez Rubio, María y Chirivel, conteniendo poco más de 12.000 h. en total. Abarca una superficie de 22.562 ha y se sitúa en la zona mas septentrional de la provincia de Almería, localizándose en el sector oriental de la Cordillera Bética. Su orografía es abrupta y ésta determina la variedad climática y de usos del suelo, tanto por la diferenciación de zonas en altura como por la situación meridional o septentrional, al tener dos vertientes principales, una al Norte y otra al Sur. De este modo, la segunda presenta un paisaje árido, casi desprovisto de árboles, exceptuando algunos pinares de repoblación. La cara norte por el contrario contiene extensas masas arbóreas que llegan hasta los 1.700 m. de altitud. La Sierra de María interrumpe el altiplano de Vélez, formando el eje del Parque y mostrando un cuadro de bosques frondosos y cumbres de roquedos y canchales nevadas en el invierno. Destacan las cotas de El Gabar (1.500 m.), La Muela de Montalviche (1.554 m.), El Maimón (1.761 m.) y la más alta, el pico María, con 2.045 m. El paisaje forestal está representado por bosques de pinos –pino carrasco en su mayoría– y encinas, matorral bajo y pastizales en las zonas de mayor pendiente. Mientras que en las de menor pendiente encontramos cultivos agrícolas donde abundan los almendros. No obstante, el terreno forestal es el más frecuente, ocupando el 84% de la superficie, quedando un 14% como superficie cultivada. Las formaciones de porte arbóreo ocupan el 41% de la superficie total protegida y no está sometida a aprovechamiento económico, exceptuando la leña que se extrae de los tratamientos preventivos y de regeneración. El matorral abarca un 28%, siendo el denso arbolado el más abundante, continuando entremedio el predominio de quercus y coníferas. Las sierras de María, de Maimón, El Gabar y zona sur de la Sierra Chica es donde más se da esta formación. En estos matorrales se practica la recolección de plantas aromáticas, si bien es una actividad en regresión. Los pastizales están constituidos por espartales y lastonares y ya no existe la recolección, por lo que la única actividad económica es la ganadería, aunque antaño la cogida del esparto fue una ocupación importante. El clima es mediterráneo-continental, con una escasa pluviosidad que se mantiene por debajo de los 600 milímetros, teniendo los máximos en primavera y otoño. Además de escasa, la lluvia tiene un carácter torrencial que unido a la topografía del terreno da lugar a fuertes avenidas. La oscilación térmica es muy acusada, con temperaturas de hasta -18º en invierno y 41º de máxima en verano. La fauna del parque es muy rica y se concentra principalmente en las zonas boscosas. Entre los mamíferos destacamos al gato montés (Felis sylvestris), la gineta común (Geneta geneta), el tejón común (Meles meles), el zorro (Vulpes vulpes), la comadreja (Mustela nivalis) y el jabalí (Sus scrofa), muy extendido ante la ausencia de grandes predadores. También se encuentran varias clases de murciélago. Entre las rapaces destacan el buho real (Bubo bubo), el autillo europeo (Otus scops), la lechuza campestre (Asio flammeus), el águila real (Aquila chrysaetos), buitre leonado (Gyps fulvus)... En reptiles y anfibios, la víbora hocicuda (Vipera latasti), la culebra bastarda (Malpolon monspesulanus) y la culebra de escalera (Elaphe scalaris). Es de especial interés la tortuga mora (Testudo graeca), criada en cautividad en el Centro de Recuperación de Especies Amenazadas (CREA) de las Almohallas. La UNESCO ha declarado Patrimonio de la Humanidad las pinturas rupestres que podemos encontrar en diversos abrigos del Parque, cuyos ejemplos más importantes y emblemáticos son las neolíticas de la cueva o abrigo de Los Letreros y las figuras antropomorfas y de animales del abrigo del Gabar, de la Edad del Bronce. También hay vestigios del paso de civilizaciones, en la forma de construcciones funerarias, como el de la cueva del Pozo Franco, y los asentamientos del Molino de la Pólvora, de la Edad del Bronce. El patrimonio cultural está también enriquecido por las construcciones que han dejado las actividades tradicionales hoy desaparecidas, algunas de las cuales están en ruinas y otras permanecen en condiciones de uso. De las edificaciones civiles nombraremos a los cortijos, bodegas, hornos y almazaras; de las eclesiásticas nos queda la ermita de la Virgen de la Cabeza (siglo XVII) y entre las militares destacan los restos de las Torres del Gabar y del Charcón, de origen musulmán y declaradas como Bienes de Interés Cultural. De la dedicación a la anterior explotación de los recursos hídricos quedan numerosos acueductos y varios molinos, como el de La Reina y el de La Vieja. Estas edificaciones son testimonios de la utilidad económica que en su día tuvo el Parque, así como de la existencia de actividades que han desaparecido. Actualmente, el Parque de la Sierra de María-Los Vélez tiene un fundamento de reserva natural con escasa presión de las actividades económicas del entorno.
Jesús Gabriel Moreno Navarro |