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ANEXOS |
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- Yacimientos arqueológicos

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La riqueza arqueológica de esta comarca debe mucho a la labor de George Edward Bonsor* y la Sociedad Arqueológica de Carmona* , y recientemente al Servicio de Arqueología del Ayuntamiento de esta ciudad. La colección Bonsor de materiales arqueológicos se encontraba hasta fechas recientes en el Castillo de Mairena del Alcor, que fue su residencia, pero está a la espera de que se materialice el proyecto de crear un museo que la acoja. Esta rica tierra sevillana tiene gran significado para el estudio del mundo tartésico y para el seguimiento del significado de las influencias coloniales en la estructura social tartésica. La comarca ha estado habitada desde los momentos más antiguos del Paleolítico, a juzgar por las abundantes muestras de útiles de piedra tallada que se distribuyen por las márgenes de los ríos que la recorren. Desde mediado el Neolítico se produjo un notable incremento de la población, debido seguramente a su alto potencial para la agricultura y la ganadería, distribuida en pequeños asentamientos cercanos a las tierras de cultivo. A finales de esa época el poblamiento se concentra en la posición ventajosa que ofrecían los alcores sobre las tierras llanas de la vega y florece durante el posterior Calcolítico. De esta manera se distribuyen los poblados según un patrón bastante regular: Carmona* y Campo Real, El Acebuchal, Vereda de Alconchel, Mesa de Gandul* , con sus tumbas de enterramiento colectivo, entre las que destaca el conjunto distribuido en torno a Gandul. En el Bronce Final destacan las ciudades de Mesa de Gandul y Carmona, que continúan habitadas hasta época romana la primera y hasta hoy la segunda. En su entorno se localizaban necrópolis de túmulos funerarios, lugar de enterramiento de personajes aristocráticos y de sus clientelas. Las más estudiadas son las de Bencarrón, Acebuchal y Cruz del Negro. La ciudad turdetana de Carmona fue convertida por los cartagineses en una de sus bases para el control de Andalucía Occidental, emprendiendo obras monumentales de urbanismo, como el bastión que hoy forma parte del Alcázar de la Puerta de Sevilla. Tras la conquista romana, Carmo* incrementó su importancia política y adquirió los rasgos monumentales de toda ciudad romana, muchos de los cuales han sido recuperados gracias a la iniciativa de la referida Sociedad Arqueológica de Carmona a principios del siglo XX, continuada por las administraciones culturales autonómica y municipal actuales. [g. m. f.] |
- Emplazamiento impresionante

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A la mañana siguiente salí de Écija bien temprano, con la grata seguridad de que cenaría en Sevilla. Una comarca llamativamente baldía –que pertenece en su mayor parte a la Corona– se extiende entre Écija y Carmona, y creo que pocos intentos se han hecho para poblarla o cultivarla. Últimamente ha habido muchos robos en el vasto erial que llega casi hasta el pie de la colina sobre la que se asienta Carmona, y vi varias cruces, dos de las cuales eran sin duda recientes. El emplazamiento de Carmona es particularmente impresionante, dominando desde su solitario cerro las llanuras de Andalucía, un camino sinuoso sube a la ciudad, pero yo me bajé del coche y, dirigiéndome cuesta arriba hasta la puerta, dispuse de tiempo suficiente para examinar y admirar esta bella reliquia mora, pues el centinela no me permitió entrar hasta que llegó la diligencia. En Carmona encontré el lujo del café au lait, por primera vez desde que salí de Francia, y pronto estuvimos otra vez camino de Sevilla. Entre Carmona y Sevilla poco hay de interés, salvo la creciente excitación de aproximarse cada vez más a la famosa Sevilla, la capital del sur de España. En Alcalá, la ciudad más cercana a Sevilla y que puede llamarse su panadería –pues casi todo el pan que allí se come se hace en Alcalá– paramos a cambiar de caballos, y no mucho después de salir de aquí, al alcanzar el alto de un cerro, Sevilla, reina de Andalucía, se divisó entre huertos de naranjos, empuñando su cetro sobre un imperio de exuberancia y belleza, y rodeada por las claras y relucientes aguas del Guadalquivir.
Henry David Inglis De España en 1830. |
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