Las rocas del macizo mariánico –con bastante menos altura que en Sierra Morena y con relieves erosionados, formando una penillanura– llegan hasta cerca de Ayamonte, núcleo situado sobre areniscas rojas del Bundtsandstein, era secundaria, y cerca de una antigua zona basáltica eruptiva, conformando todo ello el contrafuerte continental, marcado por la línea del ferrocarril. Y al sur queda el área de caños, esteros y marismas con islas y barras eólicas, formadas desde principios del Cuaternario hasta ahora; es decir, en época muy reciente.
La historia geomorfológoca –estudiada por Díaz del Olmo, Ojeda Zújar, Borja y otros– comienza cuando, tras la subida del nivel marino en la transgresión Flandriense, se produce hace unos 5.000 años el descenso aproximado de dos metros, descubriendo sedimentos al sur de ese contrafuerte o acantilado. Tales materiales quedan expuestos a la remoción por olas y corrientes –que disponen también de cuantiosos acarreos fluviales, principalmente del Guadiana– que alinean barras y flechas y encierran lagunas y marismas, siguiendo la dirección oeste-este, predominante de esta dinámica litoral. De hace 4.000 años se datan los restos más antiguos de la parte norte, El Pinillo*, formándose los del sur (Isla Canela* y Punta del Moral*) hacia el año primero.
A la información paleogeomorfológica hay que unir noticias y cartografías. Entre las primeras, la de Estrabón (principos de la era), que menciona las dos bocas del Anas, aludiendo a una isla que el geógrafo El Idrisí describe en el siglo XII. Y así se dibuja en varios mapas desde por lo menos el siglo XVI; en algunos una isla y en otros dos, apareciendo un fenómeno similar al sur de Castro Marín, en la otra orilla del Guadiana, donde ya en el XVIII se instala la Vila Real de Santo Antonio. Son, por ejemplo, la cartografía de Ortelius, Hondius (Andaluziae Nova descript, 1606 ), Jansenius, Blaeu, Castelli/Rossi, R. I. Ottens, de Amsterdam, L’ Andalousie, de N. de Fer, de París (1705), Pierre Mortier o Andalucía, de Tomás López, 1767. Y, sobre todo, la de un descendiente de este último e importante cartógrafo, en 1836, que tiene ya una gran precisión, apareciendo al sur de Ayamonte las tres islas, mencionadas al principio (El Pinillo, Isla Canela e Isla Cristina) y también bancos de arenas, probablemente de emersión mareal.
En 1845 el Diccionario de Madoz aporta estimables precisiones; así sitúa ya la desembocadura del Guadiana por Isla Canela e Isla Cristina* y dice de la primera que la forman dos brazos del río, “su terreno es arenisco y salitroso, cubierto en su mayor parte de monte bajo y pasto, que aprovecha el ganado vacuno que en la baja mar se introduce por los esteros que quedan en seco. Parte del terreno que comprende esta isla ha sido cedido a varios vecinos de Ayamonte, los cuales lo cultivan plantando viñas e higueras”. Por la descripción y la distancia (media legua) a la que sitúa la desembocadura desde Ayamonte, parece que pueda descartarse la barra más exterior, que quizás no estuviera emergida.
En cualquier caso, vemos que era ya una isla mareal; y lo mismo ocurría con Isla Cristina –antes, dice, Real Isla de la Higuerita–, rodeada por todas partes por esteros e islotes de lodo, que “sucesivamente cubre y descubre la marea, quedándose a manera de isla en el primer caso, o cuando es la pleamar, y en forma de península, comunicándose con los demás pueblos por medio de una lengua de tierra, cuando sucede la bajamar”.
En el mapa topográfico de los años cuarenta del pasado siglo, aunque no se tratara ya de formas mareales, sí que los diferentes aprovechamientos marcan muy bien las tres islas que mencionábamos en la cartografía moderna, aunque rodeadas de marismas atravesadas de caminos. La barra más antigua, El Pinillo, está cubierta de monte bajo; Isla Canela e Isla Cristina sustentan terrenos de labor; y la flecha más reciente, arenas. En cambio, en la actualidad Ayamonte, más de 17.000 h., se expande al sur del estero de la Rivera desde donde sale una carretera, que enlaza con la barriada de Canela y se adentra en la antigua isla para bifurcarse hacia urbanizaciones de la playa y la Punta del Moral. Algunos cultivos y desarrollo turístico, incluido campo de golf, ocupan las antiguas barras; es el gran proyecto de Isla Canela, muy amplio a principios de los ochenta, reducido depués, según Jurado Almonte, a una ocupación selectiva. Y, al este, Isla Cristina, unos 18.000 h., se halla totalmente comunicada tanto hacia oriente por la costa, como al norte entre zonas hace poco anfibias.
Y toda la marisma en torno al río Carreras* constituye desde 1989 por ley del Parlamento andaluz el Paraje Natural Marismas de Isla Cristina*, de 2.145 ha con inclusión de salinas, vegetación propia de estas zonas y fauna de aves acuáticas. En las imágenes de satélite se observa la formación de una nueva barra con la misma forma incurvada que la actual.
Gabriel Cano