Desde su célebre dúo con El Pele, que se inició con el disco Poeta de las esquinas blandas y que ahora prosigue con Canto, lo tuvo claro; desde su viaje clásico con Leo Brower, de la mano de Rafael Alberti, a su inesperada colaboración con Sting en Sacred Love, Vicente Amigo ha demostrado su sobrada condición de esponja musical: a lo largo de su carrera ha compaginado las directrices jondas y artesanas de sus comienzos, por vía de Juan Muñoz El Tomate o de Merengue de Córdoba, hasta el abierto magisterio conceptual de Manolo Sanlúcar y de su hermano Isidro. A partir de tales parámetros, su carrera ha transcurrido por dos cauces bien distintos, el del genio y el del intelecto, el del instinto y el de la razón, el del impulso y el del sosiego. Este guitarrista cordobés del sevillano pueblo de Guadalcanal es una moneda musical que el azar ha echado a cara y cruz sobre el aire del flamenco. Basta seguirle la pista a su nómina de cameos para discurrir por dónde viajan sus gustos musicales: Paco de Lucía y Camarón de la Isla, por supuesto, junto con el milagroso tocaor de Isla Verde, con quien rindió homenaje expreso a Pat Metheny en su disco Vivencias imaginadas, Vicente Amigo fue el único flamenco invitado al festival Leyendas de la guitarra, celebrado en Sevilla, en 1991, con la presencia de Bob Dylan, Keith Richards, Phil Manzanera, Joe Coker, Jack Bruce o Richard Thompson, pero también ha compartido escenario o estudio con Stanley Jordan, Milton Nascimento, Al Di Meola, Joao Bosco, John McLaughlin, Khaled, Diego El Cigala, Montse Cortés o Joan Albert Amargós–. Esto es, su patria es la heterodoxia, pero su puerto de refugio es el del flamenco. Claro que otra de sus constantes, y no debe olvidarse, es la de la poesía: su título de Ciudad de las ideas se inspira, de hecho, en unos versos del griego Constantino Kavafis, cuyo apellido bautizó también la discográfica que soñó en poner en marcha para sacar adelante a nuevos valores andaluces. Vicente Amigo trasvasa ya las fronteras, no sólo musicales, de un país que empieza a buscar un horizonte nuevo para la guitarra desde la cumbre, a menudo inalcanzable, en la que la situó, ya para siempre, ese tal Francisco Sánchez Gómez –Paco de Lucía es su nombre artístico, al que algunos llaman Dios y que ve en Vicente Amigo a su hijo artístico bienamado.
Juan José Téllez |