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ANEXOS |
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- Camino de Vélez
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Andando hacia Vélez por la tierra mía para despedirme de sus horizontes, de sus locas viñas, de sus caseríos y las dulces cañas que enfranjan los mares de verdes festones, amigos amados de la infancia pura dábanme alegría, cabalgando al trote de las mansas bestias que serpenteaban ya por las laderas, ya sobre los montes. Iban dos a lomos de un solo caballo y eran cantadores, en cuyas gargantas puso Andalucía todas sus canciones, como si pusiera con manos sublimes ¡su santo Evangelio escrito con notas de ruiseñores!
Mi alma iba tan triste como la del hombre que deja la tierra que le dio vida, y que en ella esconde las cenizas caras de seres amados que le dieron sangre, consistencia y nombre.
Iban caminando las bestias tenaces por los pizarrales de pardos colores, entre los nopales, por entre los ríos, y por las gargantas y cóncavos hondos de los cañaones.
Allí de Comares el pueblo lejano, veíase el borde asomar arisco sus casas de nieve por la multiforme dentadura brava de cumbres salvajes, engarabitadas cual dientes enormes.
Y, enfrente, la línea de Sierra Tejeda, de un azul fascinante que absorbe, desplegaba el tremendo abanico de su cordillera de altivos crestones, como si quisiera tapar Granada y encerrarla en su cuna de flores.
Mi alma iba de amarga como las adelfas, de entre cuyas sombras las víboras corren, y en sus rojos cálices guardan la locura, y con sus colgantes de pétalos dobles atraen las vidas de los caminantes para enajenarlas con sus tornasoles.
Lloraba mi pecho mi niñez perdida, mis muertos amores, mis amigos, que allá me enviaban sus largos adioses desde las montañas que atrás encendían sus líneas informes y al África miran rodar y extenderse los mares cantores. [...] Bebimos el zumo fabril de las parras en Iznate, de arábiga torre, con sus casas ciñendo en collares la ruda garganta del monte.
Y también bebimos licor de las cepas En Benamocarra que tiéndese noble con sus higuerales de rara ambrosía y sus moscateles más bellas que risas, más dulce que mieles, más rubias que soles. Y allá descendimos por los callejones que asoman al río de Vélez tendido en sus valles y cumbres bifrontes, y que entre su guardia de cañaverales arrastra sus ondas de luz y alegría y al mar brinca y corre. [...] Y al oír los cantos de la tierra mía, al ver que quedaban lejanos los montes que de niño encerraron mi dicha; al ver que pasaban los sitios amados que fueron mis sueños y fe de otros días, riscos, cuencas, valles, prados, fuentes, villas, anubló mi llanto mis tristes pupilas, y nombré a mi madre que formó mi cuna de troncos nacidos en esta orillas, y arrulló mis sueños de niño inocente en estas montañas benditas.
Lloraba, lloraba con honda amargura, aunque aparentaban mis labios la risa, mientras entre el ruido de la cabalgata entramos en Vélez en medio del día.
¡Adiós, dije entonces, amigos, montañas, juventud remota, mi infancia, mi vida; adiós, santa sombra de mi padre muerto; adiós madre mía!
Salvador Rueda |
- Yacimientos arqueológicos
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Por la actual comarca de la Axarquía discurre uno de los pasos naturales más importantes que permite comunicar, a través del Boquete de Zafarraya, la costa y algunas de las comarcas interiores de la provincia de Granada. Esta situación estratégica parece haber condicionado la ocupación humana de este territorio en tiempos pretéritos. Los restos atribuibles al Paleolítico Inferior son escasos y su recogida en superficie o en terrazas fluviales limitan el conocimiento que a partir de estos materiales se puede obtener. En cambio, un yacimiento del Paleolítico Medio va a acaparar la atención por ser pieza clave en el rompecabezas de la transición entre los neandertales y los humanos anatómicamente modernos: la Cueva del Boquete de Zafarraya* (Zafarraya-Alcaucín). Durante el Neolítico se ocupan zonas litorales a la vez que otras interiores, más elevadas: Cueva de las Pulseras (Colmenar) y Peña del Hierro (Cútar), esta última al aire libre. Del Calcolítico destaca el Cerro Capellanía (Periana). Y la Edad del Bronce, representada nuevamente en Peña del Hierro, da paso a la venida de contingentes humanos procedentes del Mediterráneo oriental, fenicios sobre todo, cuya impronta jalona la costa axárquica, sobresaliendo el yacimiento de la desembocadura del río Vélez (Vélez Málaga). Empero, los fenicios también se adentraron en el interior como se atestigua en la fortaleza de Zalía (Periana), lo cual contribuye a reconsiderar la relaciones de los colonizadores con el entorno y con los grupos autóctonos. Los asentamiento ibéricos (Bentómiz, entre otros) preceden a la conquista romana. Diferentes itinerarios, jalonados de pequeños enclaves, ponen en comunicación las costa con el interior de la comarca en época romana. En los núcleos costeros predominaba la producción de derivados del pescado, mientras los del interior explotaban el potencial agrícola de sus tierras. Ya en época musulmana tres enclaves acaparan la atención: Marmullas (Comares), destacado poblado mozárabe, Vélez-Málaga con su importante fortaleza del siglo XIII, y Bentomiz (Arenas) situado en un lugar privilegiado para la defensa de la sierra y de la costa y cuyo uso se documenta hasta el siglo XVI.
[ J. M. J. A.] |
- Rutas de la AxarquÃa
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La comarca de la Axarquía, al este de la provincia de Málaga, cuenta con importantes restos históricos desde el paleolítico hasta nuestros días, como la Cueva de Nerja o la Cueva del Tesoro. Su ubicación fue clave entre las comunicaciones con los pueblos del Mediterráneo como los fenicios, que se asentaron en la segunda mitad del siglo VIII a. C. en la desembocadura del río Vélez, o los árabes que islamizaron la zona entre los siglos VIII y IX hasta la conquista castellana en el siglo XV. En el siglo XVI se produce la rebelión y expulsión de los moriscos, que dejan una importante huella en las distintas poblaciones. Como fruto de los numerosos pueblos que han conformado el paisaje de esta comarca, los pobladores han dejado su huella en los edificios, en la agricultura, o en sus costumbres. Los más de 30 pueblos que hoy conforman la Axarquía participan de varias rutas donde se pueden ver, de una u otra forma las huellas de las distintas civilizaciones que han pasado por esta zona. Mudéjar. La palabra mudéjar se aplica a los musulmanes que permanecieron bajo el dominio castellano tras la conquista cristiana, que en la Axarquía se produjo en 1487. En la ornamentación se considera como características del mudéjar el uso del ladrillo, de la cerámica vidriada y las yeserías. También tiene su influjo en la arquitectura como son las torres campanarios y las armaduras de las cubiertas y techumbres de madera que van a cubrir los techos de las iglesias, siendo de diversos tipos como par e hilera, par y nudillo de lima bordón. La mayoría de las torres campanarios de la de las iglesia de la Axarquía son antiguos alminares, que van a ser aprovechados por los cristianos para convertirlos en campanarios. Para conocer este tipo arquitectónico, iniciamos la ruta en Vélez-Málaga, donde los edificios religiosos de raíz mudéjar están construidos sobre antiguas mezquitas, como las iglesias de Santa María de la Encarnación, San Juan Bautista y el convento de San Francisco, fechados a finales del siglo XV y principios del XVI. Partiendo de Vélez, continuamos hacia Arenas donde se encuentran los restos del Castillo de Bentómiz, y la iglesia de Santa Catalina, que inicialmente fue una hermosa obra mudéjar del siglo XVI, desaparecida en un incendio en 1926. Siguiendo el camino nos encontramos con la pequeña localidad de Árchez, donde destaca su alminar, hoy campanario de la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, lo mismo que en Salares, donde la iglesia de Santa Ana conserva la torre alminar, torres que datan de los siglos XIII-XIV. Siguiendo por la carretera llegamos a Sedella, donde se puede admirar la torre mudéjar, que se levanta en el centro urbano, sobre una planta rectangular con esgrafiados moriscos en una de sus caras. Antes de retornar a Vélez-Málaga se encuentra Canillas de Aceituno, con otro ejemplo de arquitectura civil, la Casa de la Reina Mora, conocida como Torre Mudéjar. El vino. El cultivo vitícola ha sido históricamente uno de los más importantes de la Axarquía desde tiempos remotos, como indican las referencias de la época romana. Una de las causas de este cultivo era el clima como lo indica Cecilio García Leña, a finales del siglo XVIII, en su Disertación en recomendación y defensa del famoso vino malagueño Pero Ximen y el modo de reformarlo: “(…) En tiempos de los Moros en una y otra porción de Hoya y Ajarquía, o tierra montuosa puesta a su Oriente, se contaban muchos Lugares, Aduares y Poblaciones, hoy despoblados los mas. (…) Las muchas viñas que estaban plantadas daban copiosos esquilmos, que hacían no pequeña parte del comercio sarraceno (…) Por esto los montes y terrenos de Málaga, sobre los que caen directamente los rayos de sol, con un ayre libre y desembarazado, son los más abundantes de España, y aún de Europa para pasa, uvas y vinos, que son los más afamados, espiritosos, dulces, suave y generosos….” En 1878 había 69.210 ha dedicadas al viñedo en esta comarca. En este año la plaga de la filoxera hizo que se abandonaran 55.000 ha. No obstante, aunque en menor medida el cultivo de la vid, y el vino son partes del paisaje y la vida de la Axarquía. Una ruta abarcaría cuatro pueblos dos costeros: Torrox y Algarrobo, y dos del interior Cómpeta y Sayalonga. Los cuatros tienen un denominador común: la exquisitez de sus caldos. En los terrenos de secano de Torrox se produce un delicioso vino. Adentrándonos hacia el interior nos encontramos Cómpeta, la más conocida por sus caldos y donde hay una gran colonia de extranjeros. El 15 de agosto celebra el Día del Vino, con actuaciones y consumo de sus caldos desde el más suave al más fuerte. Retornado hacia la costa nos encontramos con Sayalonga, que se destaca por el cultivo de los olivos y las viñas. Esta ruta finalizaría en Algarrobo, donde se cultiva la vid y el almendro, que proporciona dos de los productos más cotizados de la zona el vino y la “Torta de Algarrobo”. La pasa. Otro producto derivado de la uva, y muy apreciado en todas partes, es la pasa, producto que se produce por el secado al sol de los racimos de uva, en unas pequeñas instalaciones llamadas paseros o almijares, cuya construcción sirve en cercar, sobre el propio suelo de la tierra, un espacio rectangular e inclinado de ocho o diez metros de longitud por dos o tres de anchura, Con un tabique de 5 a 20 cms, de altura en los lados largos y unos tabiques triangulares de almacén de 80 cm. A un metro en los frentes o lados. Colocados los racimos en el pasero, el proceso de pasificación lleva a voltearlos uno a uno todas las veces que se requiera para que el secado de la uva sea completo. El proceso dura unos 15 días. La preocupación por la calidad y el buen nombre de la pasa queda reflejada en las normas que, para su comercialización recogen las Ordenanzas del Consulado de Málaga de acuerdo con una Cédula de Carlos III. La ruta para conocer este producto recorre pequeños pueblos, y comienza en Moclinejo , donde tuvo lugar la Batalla de la Axarquía. La senda de los paseros nos lleva a Almáchar, donde son famosas sus pasas, al que una parte importante de la población dedica su tiempo. De ahí nos vamos a El Borge, la otra villa pasera de la Axarquía. A continaución nos dirigimos a Cútar, que se distingue por sus uvas pasas y aceites. Y luego a Comares, conocida como el ‘Balcón de la Axarquía’, para finalizar en Totalán, tierra de viñedos y almendros. La costa. Los pueblos del litoral de la comarca de la Axarquía, desde el Rincón de la Victoria hasta Nerja, han sufrido una profunda transformación en las últimas décadas debido al turismo. De hecho, el Rincón de la Victoria llega a duplicar su población. Si continuamos hacia el este, llegamos a la localidad de Vélez Málaga con sus pedanías costeras de Chilches, Benajarafe, Almayate y Torre del Mar, lugar donde existe una gran colonia alemana, lo mismo en Algarrobo Costa y Torrox Costa, en donde los extranjeros residentes aumentan constantemente. Después llegamos a Nerja, donde destaca su cueva, y sus playas, principalmente en la pedanía de Maro, cada vez más visitadas por el turismo nacional y foráneo.
Juan Antonio Ruiz |
- El azúcar en la comarca de la AxarquÃa
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Hemos de confesar que ya era la caña de azúcar conocida en esa comarca desde hacía largo tiempo cuando llegaron los conquistadores castellanos, pero también es cierto que no han aparecido documentos que dejen rastro de que estas tierras fuera utilizada como industria. De tal industria sólo se habla en la localidad de Motril. En Vélez sólo se cita una plantación de cañas dulces a las que repobladores no tienen mucho en cuenta, bien porque no tenían conocimiento de su explotación, bien porque no estaba suficientemente infraestructurada para su comercialización. Desde este punto, la industrialización del azúcar, siguiendo el modelo de Motril, iba a dar en nuestra costa un vuelco significativo al cabo de un siglo, registrándose ya para 1577 la implantación de ordenanzas que regularan esa actividad en la jurisdicción de Vélez. El Ingenio alto de Torrox, el de San Juan de Briones en Nerja, el de Armengol en Maro, el de Algarrobo y el Bajo también en Torrox, fueron los pioneros a finales del siglo XVI. Será la familia Larios quien introduzca las técnicas y fuentes de energía propias de la Revolución Industrial. […] La Axarquía fue pionera en la innovación del sector, no sólo en la modernización y su dimensión industrial y comercialización, sino también en sus implicaciones económicas, demográficas y sociales. Un sector que nace ligado a las disponibilidades de la materia prima, pues precisan tener abundante agua y unas condiciones climáticas que sólo están en la franja costera de Málaga, Granada y Almería, estableciéndose estrecha relación entre zonas de cultivo y elaboración industrial (…) Este sector de la fabricación del azúcar, con sus modernas instalaciones fabriles que llegaba desde Torre del Mar, consiguió su máxima pujanza desde mediados del siglo XIX hasta la década de los sesenta del XX, ocupando a miles de personas en la zafra o en las fábricas y llegando a absorber hasta 5.000 hectáreas de suelo cultivado, donde se recogían anualmente más de 100.000 toneladas de cañas, molturadas y convertidas en azúcar y otros producto de la destilación. En las últimas décadas del siglo XX se convierte en una actividad marginal y los ingenios cambian en sus usos, los menos; o han quedado como simples ruinas que manifiestan el esplendor que tuvieron.
De Guía Histórico Artística de la Axarquía. |
- La defensa de la Costa
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La costa de la Axarquía está dominada por las elevadas siluetas de sus torres almenaras, que se han convertido en un testimonio mudo de uno de los episodios históricos más tristes de la Axarquía, los ataques y saqueos que constantemente realizaron los piratas y corsarios a lo largo de la Edad Media, y en forma especial, sobre los siglos XVII y XVIII. Las primeras noticias que existen sobre la defensa costera de la Axarquía la encontramos en el siglo XIII, cuando Muhamad II, rey nazarí de Granada, se ve obligado a establecer una serie de torres de vigilancia ante las constantes amenazas de so cristianos y de los piratas norteafricanos que frecuentemente se dedicaban al saqueo de las alquerías y ciudades cercanas a la costa. La función de estas torres, que se situaban en lugares altos y estratégicos, era de vigilar y avisar de la proximidad de barcos enemigos, mediante fuegos (almenaras) para que se pudieran refugiar las poblaciones cercanas y poder afrontar la defensa […] Con la conquista castellana de las tierras de la Axarquía, a finales del siglo XV, se convierte la costa en un lugar fronterizo, el vetusto sistema de defensas costeras –almenaras, ribat y fortalezas– heredado de los nazaríes no fue suficiente para hacer frente a los peligros de una costa en la que los corsarios berberiscos y turcos se convirtieron en una amenaza constante para los cristianos que repoblaron las distintas ciudades de la Axarquía. |
- Castillo de Bentomiz
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“… Al llegar a Bentomiz vi que era un castillo muy grande, en el que se habían reunido todos los habitantes de las cercanías. Les propuse que se sometieran pero se negaron, por miedo de que el día siguiente yo hiciera las paces con mi hermano, y éste les tomara en cuenta su actitud. Les tranquilicé a este respecto y como en el castillo se habían reunido además, unos cuantos bandoleros, gente de mala calaña, les hice proposiciones para que se vinieran a mi partido. En fin, para que unos y otros reflexionaran, los dejamos, y poniendo en torno suyo puestos de vigilancia, me volví a Granada. En este regreso se me sometieron otros castillos, tales como el de Ayros y el de Sajrat Aviv. Además, desde el primer momento había yo tomado por asalto Riana (Rayyana), y se me había sometido Jotrón, que eran ambos las alcazabas que defendía Málaga. En dicha campaña el príncipe de esta ciudad vio, por consiguiente, cómo se le iban de las manos una veintena de castillos. Algo más tarde volvimos por segunda vez a Bentomiz, cuyos habitantes desesperados por el abandono en que los tenía su soberano se sometieron. Nos apoderamos pues, de la plaza, que puse en orden de defensa; demolí las fortalezas que no era necesario conservar; restablecí la tranquilidad en la comarca; investigué cuales eran sus posibles ingresos, que hice consignar por escrito, y aseguré a sus pobladores mi benevolencia…”
Abd Allah B. Ziri De El siglo XI en primera persona Las ‘Memorias’ de Abd Allah. |
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