Empresa sevillana, Hilaturas y Tejidos Andaluces, Sociedad Anónima, es creada en 1937, dentro de los planes de industrialización de Sevilla impulsados por Queipo de Llano y para aprovechar la producción algodonera de la baja Andalucía. Entre sus impulsores se encuentran Prudencio Pumar, Luis Cobián y Jorge García Dornaleteche. La empresa es durante un cuarto de siglo una de las más relevantes compañías de la comunidad andaluza, y la cuarta e incluso tercera empresa textil española en alguna coyuntura. Llega a alcanzar los 3.300 trabajadores, que tienen fuerte presencia en los movimientos sindicales y reivindicativos de finales del franquismo y la Transición. La compañía conoce sus mejores años en 1958-1962, pero distintos factores, como la paulatina apertura de los mercados "con la liberalización del mercado del algodón en 1962", el aumento de la competencia, la importante economía sumergida del sector textil, la propia baja productividad y las indecisiones y errores en la dirección, la hacen entrar en crisis. Empresa tradicionalmente rentable, a partir de 1967 no reparte beneficios y en 1975 conoce pérdidas, paulatinamente agrandadas.
A principio de los años ochenta es expropiada y pasa a ser empresa gestionada por Patrimonio del Estado, pero sigue siendo muy deficitaria, por lo que en 1990, en un intento de privatización, es vendida a un consorcio, Gossypium/Integusa, por una cantidad simbólica, 100 millones de pesetas (600.000 euros). El consorcio se compromete a mantener la plantilla, ya muy inferior a la de 15 años antes, y aportar 2.700 millones de pesetas para el relanzamiento.
Sin embargo, al año de la compra la principal empresa del consorcio, Gossypium, presenta suspensión de pagos. Hytasa, que ha pasado a denominarse Mediterráneo Técnica Textil, vuelve a Patrimonio del Estado, ante el riesgo de desaparición, pero la decadencia de la empresa se acentúa, y se comienzan a enajenar paulatinamente terrenos y naves ya sin actividad. Pese a ello, en diciembre de 1995 el pasivo es de 10.000 millones de pesetas y las diferencias entre Patrimonio e Integusa graves. La Junta de Andalucía comienza a pagar las nóminas de los aproximadamente 550 trabajadores que se mantienen, mientras se busca una nueva fórmula salvadora. El Estado se muestra firme en su decisión de abandonar el accionariado y la Junta se inclina por propiciar una sociedad anónima laboral (SAL), fórmula que acaban apoyando los sindicatos. En 1996, los trabajadores, aunque por escasa mayoría, aprueban la SAL. En 1997 la histórica fábrica cierra sus puertas, a los sesenta años de su creación, para dar paso a la nueva sociedad, ya con sólo 225 trabajadores, y apoyada en las previstas indemnizaciones de Patrimonio del Estado, 4.400 millones de pesetas (26 millones de euros). Pero divididos trabajadores y sindicatos, decidida la Administración a no seguir aportando dinero, y con un futuro incierto todo el sector textil, la SAL no sale adelante. [ Antonio Checa Godoy ].
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