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COSTILLARES |
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(sevilla, 1748-madrid, 1800).
Matador de toros, de nombre Joaquín Rodríguez
Castro. Último y más importante eslabón de la dinastía de los Costillares
que se forja al calor del célebre matadero sito en el barrio de San
Bernardo. Con este ambiente familiar tan propicio, logra el grado de
matador de toros entre los veinte y los veinticinco años, torea en
Sevilla en 1762 y 1763 y cuatro años más tarde se presenta en Madrid. A
partir de 1775 comienza su rivalidad con el torero de Ronda Pedro Romero;
se cuenta que Costillares es el torero de las clases más selectas y
Romero, por su parte, es el predilecto de la masa popular.
Posteriormente, y al fijar su residencia en la capital de España, torea
allí repetidamente entre 1786 y 1790, en la época de mayor apogeo de su
carrera. Sin embargo, ya empieza a percibir algún signo de debilidad en
su salud, agravado por el percance que le ocasiona un toro en la plaza de
Madrid en la primera corrida de 1788.
Sobre el más célebre miembro de la dinastía
Costillares recae, especialmente, el primer paso para la sistematización
de la lidia y la creación del mecanismo de las suertes. Se le considera
inventor del volapié, recurso para entrar a matar a los toros demasiado
parados. También se le puede aplicar el concepto de precursor en cuanto
al lance capotero de la verónica y del uso de la muleta como instrumento
de trasteo, aportándole además una graciosa desenvoltura. En cualquier
caso, parece claro que Costillares puede ser de los primeros espadas que
aplica un determinado tipo de lidia para cada toro, según sus
condiciones. Igualmente, destaca su aportación a la profesionalización
del toreo. En 1778 empieza a exigir condiciones económicas a las
empresas; en la capital de España, por ejemplo, percibe la suma de 32.000
reales por su participación en 16 corridas, a razón de 2.000 por
actuación.
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