(granada, 1906-madrid, 2009). Narrador, ensayista y pensador, sociólogo y jurista, teórico y crítico literario, Francisco Ayala marca una de las más altas cimas de la creación literaria y del pensamiento hispánico y universal del siglo XX.
A Francisco Ayala le toca nacer y pasar su vida durante un periodo crítico de la historia universal, con particular incidencia en la de su patria. Como todo gran creador moderno, parte de la emulación de los clásicos para llegar a integrarse con ellos ofreciendo, en la más alta tradición humanística, una visión propia de las nuevas realidades que en su tiempo se abren hacia el futuro. La trayectoria creativa de Ayala, que arranca en su primera juventud de lo mejor de la novela decimonónica y de comienzos del siglo XX, nos ofrece los frutos más logrados de la narrativa de las vanguardias históricas en España, el logro más maduro de un realismo crítico cargado de simbolismo y calidad expresiva, para llegar a la cima de la narrativa posmoderna con su obra culminante, El jardín de las delicias .
Francisco Ayala García-Duarte nace en Granada el 16 de marzo de 1906, siendo el primer hijo de don Francisco Ayala Arroyo y doña María de la Luz García-Duarte González. En su ciudad natal hace sus primeras letras (en el Colegio de Niñas Nobles) e inicia el Bachillerato, que concluirá en Madrid el año 1922, año en que se trasladará con su familia a la capital. Granada será, en cualquier caso, el crisol de sus primeras experiencias infantiles y juveniles, como ha reflejado de modo tan hermoso en su libro de memorias Recuerdos y olvidos . También en
Granada desarrollará sus primeras pasiones artísticas: la pintura, por incitación de su madre, muy estimable pintora, y la creación literaria, por la que definitivamente abandonará su vocación plástica que, con todo, estará presente a lo largo de toda su obra. Su primer artículo en letra impresa, sobre Romero de Torres, aparecerá siendo aún un adolescente en Vida Aristocrática .
En 1923 inicia sus estudios de Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, y muy pronto publicará su primera novela, Tragicomedia de un hombre sin espíritu (1925), muy bien acogida por la crítica. Al año siguiente aparecerá Historia de un amanecer (1926), recibida con elogios por Enrique Díez-Canedo en El Sol .
Rara vez puede encontrarse en la literatura contemporánea una tensión tan equilibrada entre la búsqueda de aquello que es permanente y la fidelidad al momento histórico concreto desde el que tal indagación se efectúa. Dichos rasgos se advierten ya en sus dos primeras novelas. Tras ellas, su voz literaria brota con un vigor y una originalidad excepcionales en los deslumbrantes relatos poéticos de sus libros El boxeador y un ángel (1929) y Cazador en el alba (1930), escritos en la hora de la experiencia de la modernidad protagonizada por las vanguardias históricas. Esos textos suyos suponen una notable aportación estética a la literatura europea: bajo la apariencia ligera de la alegría juvenil y en un tono lúdico la sensibilidad de nuestro autor trasluce, proféticamente, una dimensión trágica de la existencia humana que pronto se vería confirmada por la serie de acontecimientos que condujeron a la Guerra Civil Española y a la catástrofe universal de la Segunda Guerra Mundial.
Hasta entonces, Ayala frecuenta los ambientes literarios del momento, se asienta, aunque con la libertad que siempre le caracteriza, en el círculo de Ortega y Gasset y publica con asiduidad en Revista de Occidente y La Gaceta Literaria , además de su trabajo en el diario El Sol . Concluidos sus estudios de Derecho en 1929, en otoño viajará a Berlín, donde amplía su formación en Sociología y Derecho Político. Allí permanece hasta entrado 1931, año en que contrae matrimonio con Etelvina Silva Vargas, universitaria chilena.
De regreso a Madrid recibe el grado de Doctor, prepara oposiciones para una plaza en el Congreso de los Diputados y es nombrado auxiliar de Cátedra en la Universidad de Madrid, en la que permanece, a pesar de obtener Cátedra de Derecho en Canarias. Nace su hija Nina en 1934 "en unas circunstancias que preludiaban la época que se venía encima. El 4 de noviembre estábamos en plena revolución de Asturias, que en Madrid tuvo ecos; mientras nacía mi hija recuerdo que había tiroteos por las calles".
En mayo de 1936 inicia una gira de conferencias por América Latina, a la que le acompañan su mujer y su hija. Visitan Uruguay, Argentina, Paraguay y Chile. Allí le sorprende la noticia del comienzo de la Guerra Civil y regresa para ponerse al servicio de la República: "En esa temporada decidí olvidarme de que soy escritor y, dejando para más propicia ocasión el cultivo de las artes literarias, ocupé mi pluma en la redacción de documentos oficiales, y mi tiempo en gestiones atinentes a nuestras relaciones exteriores". Será secretario-consejero en la Legación de Praga.
Francisco Ayala, tras haber desempeñado en apoyo a la Segunda República Española importantes misiones diplomáticas y políticas tendientes hacia una paz justa que por desgracia no podrá lograrse, desarrollaría en seguida, en el exilio americano, su pensamiento social mediante importantes libros de ensayos, al mismo tiempo que desplegaba una nueva fase de su originalidad creadora en escritos de ficción. Poco antes de la entrada del ejército de Franco en Barcelona, Ayala sale con su familia hacia Francia, donde escribe su espléndido "Diálogo de los muertos", y sigue hacia América: "Sabía que había salido de España para muchísimo tiempo, quizá para siempre" me dispuse a rehacer mi vida al otro lado del océano"embarcamos todos en un mercante inglés rumbo a Cuba".
Tras una breve estancia en La Habana y unos días en Santiago de Chile, Ayala llega a Buenos Aires en 1939, y en esta ciudad que tan entrañables resonancias ha tenido durante toda su vida desarrolla una incesante actividad intelectual, a través de sus artículos en diversos medios, especialmente en el suplemento literario de La Nación de Buenos Aires, que dirigía su amigo Eduardo Mallea, así como en la actividad traductora, especialmente para Losada, editorial para la que traduce obras fundamentales de Thomas Mann, Rilke, Moravia, Almeida, etc. desde el inglés, el francés, el alemán, el italiano y el portugués. También ejercerá como profesor de Sociología en la Universidad del Litoral en Santa Fe.
En la década de los cuarenta reinicia su obra creativa, a partir de la escritura del relato "El Hechizado" (1944), calificado por Jorge Luis Borges como "uno de los cuentos más memorables de las literaturas hispánicas". En Los usurpadores (1949), conjunto de narraciones de las que este texto forma parte, la idea de que "el poder ejercido por un hombre sobre su prójimo es siempre una usurpación" toma cuerpo en diferentes ilustraciones de inspiración histórica ahora ficcionalizadas, y que así adquieren una dimensión ética universal, más allá de su origen fáctico. Los relatos de Ayala tienen la virtud de aproximarnos a situaciones reales cuya dimensión imaginaria apunta en este caso a la realidad humana más profunda. Así ocurrirá también en las cinco novelas ejemplares que componen La cabeza del cordero (1949), cuyo referente se encuentra en la Guerra Civil española pero que remiten a la situación del individuo degradado por causa de las confrontaciones intransigentes. Por esta razón su lectura se enriquece aún más cuando se hace paralelamente a la de Los usurpadores . En estas obras, así como en otros muchos escritos suyos, Ayala aboga por una reflexión crítica sobre las circunstancias que conducen al ejercicio de la violencia y de la dominación tiránica, propugnando siempre una sociedad en la que el consenso entre seres humanos libres sea la pauta del comportamiento social.
Ayala permanece en Argentina durante una década decisiva para su vida y su obra, con un importante paréntesis en Brasil (Río de Janeiro) en el año crucial de 1945, donde acude para dictar un curso de Sociología y donde gesta su fundamental Tratado de Sociología . A su regreso a Argentina, en el periodo 1946-49, comienza a pesarle la asfixiante atmósfera que introduce el peronismo y buscará aires más libres: "Decidí organizar unas conferencias que me permitieran al menos, respirar otros aires. El primer lugar fue Puerto Rico".
Y en Puerto Rico, donde coincidirá con Juan Ramón Jiménez y Pedro Salinas, es invitado por el Rector Jaime Benítez a ofrecer cursos de Sociología en la Universidad de Río Piedras. En ella dirigirá la editorial universitaria y fundará la revista La Torre . Son años de muchos viajes: a Europa con su esposa, de donde le queda la huella de su viaje a Italia; un largo viaje a Oriente en 1956, mientras disfrutaba de una licencia sabática; viajes a Estados Unidos, donde su hija prosigue estudios universitarios en la Universidad de Columbia" En la Universidad de Princeton ofrece un curso de literatura.
Los dos lustros que van desde 1956 (Ayala fija su residencia en Nueva York) a 1966, años de dedicación docente para Ayala en distintas universidades norteamericanas (Princeton, New Brunswick, Bryn Mawr College, New York University, The University of Chicago y Brooklyn College de la CUNY), le permitieron ampliar la construcción de su universo ficcional, cada vez más trabado, complejo y completo. A este periodo pertenecen la colección de relatos breves, de ambiente africano o sudamericano, Historia de macacos (1955), en donde la ironía está al servicio de una lúcida captación de la realidad, así como Muertes de perro (1958) y El fondo del vaso (1962), la muy conocida pareja de novelas complementarias, consideradas ambas como clásicos del siglo XX, cuya acción transcurre en un imaginario país centroamericano, y que muestran las luces y sombras que presentan en semejante ambiente las instituciones políticas, tanto dictatoriales como democráticas. También pertenecen a esta época las recopilaciones El as de bastos (1963) y De raptos, violaciones y otras inconveniencias (1966), cuyo tono nos lleva de la ironía al sarcasmo, claro reflejo de la visión desilusionada del mundo que afligía a su autor en aquellos momentos.
En 1960 visitará España tras 21 años de ausencia: "Lo que más me sorprendió fue el cambio de la gente. Estaban amargados, había gran desconfianza". Encontrará su Granada natal casi como la dejó a los 16 años, y decide volver a partir de entonces, especialmente los veranos, manteniendo su firme actitud democrática y libre frente al régimen franquista. El interés por la obra de Ayala crece fuera y dentro de España, y en 1964 aparece el primer libro íntegramente dedicado a su obra: El arte narrativo de Francisco Ayala , de Keith Ellis. En 1970 aparece un importante documento de "Salutación a Francisco Ayala" suscrito por algunos de los más importantes escritores e intelectuales españoles.
Para general sorpresa, Ayala obsequiará a su público lector, casi medio siglo después de aquellas aportaciones juveniles a la vanguardia histórica, innovaciones de otra clase que le sitúan una vez más a la cabeza de la invención narrativa del siglo XX: se trata ahora, en su novela El jardín de las delicias , de un nuevo modo de relacionar lo fragmentario con la totalidad. En esta obra de vivacidad inusitada se desvanecen casi "o aun desaparecen por completo" las fronteras entre la realidad concreta y lo imaginario, con una fabulación narrativa penetrada de inspiración poética, donde pierden sentido a favor de un nuevo modo de escritura las delimitaciones genéricas tradicionales, mezclándose así el empaque del ensayo, la secuencia argumental, materiales autobiográficos, la ilustración gráfica y la libre y espontánea digresión intelectual, para implicar de esta manera activamente al lector con el autor, convertido éste en verdadero protagonista de su construcción total. El jardín de las delicias recibe en 1972 el Premio de la Crítica española y Ayala dirá con satisfacción: "Hoy es en España donde mis obras tienen mayor difusión".
Al mismo tiempo que se produce este desbordamiento de creación imaginaria, se repliega Ayala desde otro ángulo sobre la realidad objetiva aplicándose al tradicional género de las memorias, al que otorga una luminosidad que convierte en única su palabra, como es única también la visión que proyecta sobre el mundo en torno suyo. Recuerdos y olvidos se considera desde el comienzo un insuperable testimonio de su época, infundiendo dentro de la más rigurosa objetividad la vibración de la voz de quien subjetivamente la vive. Con un lenguaje del más alto y depurado valor literario se trasciende la anécdota para dar entrada a reflexiones fulgurantes sobre algunos de los acontecimientos y de las personalidades culturales o artísticos fundamentales del siglo XX. En esta obra, así como en la recopilación sui generis titulada De mis pasos en la tierra (1998) y en sus numerosas contribuciones a los medios de comunicación pública, no se limita Francisco Ayala a ser un testigo lúcido, crítico y a la vez esperanzado de la dura realidad histórica, sino que se compromete también a hacer una valoración implacable del mundo actual.
A lo largo de un siglo casi completo a que se extiende su existencia Francisco Ayala sabe transitar con aplomada serenidad por territorios gozosos y por territorios siniestros. Desde los años infantiles en su Granada natal; desde el Berlín en ebullición de los incipientes años treinta; desde el Madrid republicano; desde Argentina, Brasil, Puerto Rico o los Estados Unidos del exilio; y en seguida desde una España muy problemática a partir de los años sesenta, percibe impasiblemente tanto lo luminoso como lo sombrío.
Es esa la dialéctica de El jardín de las delicias , obra en la que el "Diablo mundo" aparece opuesto al de los "Días felices". Escritor en su siglo "título de uno de sus libros", Ayala refleja estética e ideológicamente la condición y el destino de los seres humanos con el rigor de los mejores intelectuales y la sensibilidad de los mejores creadores artísticos. Ni necesita en sus días más difíciles de elogiosos estímulos que hagan justicia a sus méritos, ni la rectitud implacable de su curso se altera por los reconocimientos que tan profusa y justicieramente le han llegado. Entre ellos, su elección como miembro de la Real Academia Española (1983); el Premio Nacional de Literatura (1983); el Premio Nacional de las Letras Españolas (1988); el Premio de las Letras Andaluzas (1989); los doctorados honoris causa por la Northwestern University (1977), la Universidad Complutense de Madrid (1988), las Universidades de Sevilla y de Granada (1994), la Universidad de Toulouse-Le Mirail (1995), la Universidad Nacional de Educación a la Distancia (1996) y la Universidad Carlos III (2001); las Medallas de Oro de su ciudad de Granada (1987), el Círculo de Bellas Artes de Madrid (1991), la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (2001) y la Real Academia de Bellas Artes de Granada (2002); su nombramiento como Socio Honorífico de la Asociación de la Prensa de Madrid (2002); de la de Granada (2003); y su nombramiento como Socio de Honor de Círculo de Lectores (2004).
Como culminación de todo ello hay que mencionar el Premio Cervantes de Literatura, en 1991, que destaca en su obra creativa a un autor de estirpe cervantina, quien, como el propio autor del Quijote , tiene reconocida estatura universal. Las numerosas traducciones de su obra a los principales idiomas así lo acreditan. En 1998 recibe el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y en el año 2002 se le hace entrega del prestigioso Premio Fernando Abril Martorell por su aportación a la libertad, la democracia y la convivencia entre los españoles. En 2004 el Gobierno de España le otorga la Medalla al Mérito en el Trabajo por la alta ejemplaridad de su labor a lo largo de toda una vida.
Siendo Francisco Ayala uno de los mayores teóricos y críticos literarios contemporáneos, es también un estudioso del arte y de la técnica de la traducción, como se puede comprobar en sus versiones castellanas de obras escritas en alemán, francés, inglés, italiano y portugués. Ensayista de espléndida formación sociológica, de la que dan testimonio tanto su imprescindible Tratado de Sociología (1947) como su Introducción a las ciencias sociales (1952), ha mostrado un permanente interés por las innovaciones tecnológicas de nuestro tiempo, desde el nacimiento del llamado Séptimo Arte (su Indagación del cinema , 1929, fue el primer libro de crítica cinematográfica publicado en España) hasta las más recientes aportaciones de la tecnología actual. Así lo atestiguan los títulos de algunas de sus más difundidas obras de pensamiento: Razón del mundo (1944); El escritor en la sociedad de masas (1956); Tecnología y libertad (1959); Contra el poder y otros ensayos (1992); El escritor en su siglo (1990); El tiempo y yo o El mundo a la espalda (1992); En qué mundo vivimos (1996). En estos y otros escritos suyos la transparencia y calidad de su palabra es el vehículo que da expresión a una visión analítica de la crisis de la modernidad, ofreciendo claves para la construcción de un futuro cimentado en la libertad.
Francisco Ayala y García-Duarte ha sido propuesto como candidato al Premio Nobel de Literatura por tres principales motivos: Por su defensa a lo largo de una dilatada vida, en la totalidad de su amplia obra literaria, de los valores humanistas de la libertad, de la convivencia democrática y de una paz basada en la justicia; por la excepcional calidad artística de una prosa innovadora, elegante y absolutamente personal, mediante la cual presta forma en invenciones narrativas de diversos géneros a su visión acerca de la esencial realidad del ser humano; y por su interpretación en magnífico estilo ensayístico del curso de la problemática historia universal del siglo XX, a cuyo desenvolvimiento ha asistido él como testigo activo. Tanto esa extensa obra escrita como la constante actuación de su autor han sido estética y moralmente ejemplares. En la copiosa suma de sus escritos se encuentran claves esenciales para comprender, interpretar y construir intelectualmente, desde una perspectiva profundamente humana, el actual y siempre más acelerado proceso de integración planetaria.[ Manuel Ángel Vázquez Medel ].
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