La agresividad es una nota distintiva de los seres vivos, los cuales pueden desplegarla sobre otras especies (agresividad de supervivencia), sobre sujetos de su misma especie (agresividad intraespecífica) e incluso sobre ellos mismos (autolesiones). En el caso de los seres humanos, la agresividad se transforma en violencia por el tamiz de la cultura, que permite que factores como la exacerbación de la masculinidad o la negación del otro por cualquier motivo (raza, edad, género y creencia) actúen en contra del principio de preservación de la propia especie, llevando en ocasiones a auténticos actos de crueldad.
En sí mismo, el término agresividad es bastante complejo, pues acoge un amplio conjunto de significados dependiendo del momento histórico en que se estudie, de la lengua empleada en su verbalización, de la perspectiva académica desde la cual se enfoque, o incluso desde la corriente filosófica o religiosa que la interprete. Además, palabras como "violencia", "ira", "hostilidad", "fuerza", "conflicto" o "coerción" se emplean habitualmente como sinónimos de "agresividad", por lo que parece difícil aprehender tantos significados en un único concepto.
Entidades e instituciones de todo tipo se interesan en la investigación de la agresividad humana, con objeto de establecer propuestas de actuación. Esto motiva un conjunto de perspectivas que van desde la concepción más amplia de la agresividad hasta la más estrecha y limitada en su sentido. Las primeras entienden la agresividad como un hecho social estructural, es decir, como toda forma de dominación en la que prima la desigualdad social. Bajo este prisma, situaciones de racismo, sexismo, marginación o pobreza se conciben como agresividad. Las segundas, más restrictivas, consideran que la agresividad, para ser considerada como tal, exige la presencia de un daño físico observable en la víctima, situándose más en la esfera de la criminología. En suma, la agresividad se identifica con las lesiones a los derechos de los demás, con las provocaciones y con los ataques directos que causan daño.
La agresividad sería, entonces, una interacción social en la que los actores son plenamente conscientes de ella. Pero existe una gran distancia entre el significado de las palabras en la vida cotidiana y el que se maneja en la comunidad científica. En el ámbito científico más reciente se considera muy oportuno escindir los conceptos de agresividad y violencia. De este modo, hablar de agresividad es hablar de neurobiología, es decir, de algo necesario, innato e incluso positivo para la evolución de la especie en su capacidad de adaptación al medio. Mientras que, a través de la cultura, la agresividad puede devenir violencia, en la cual se pierde ese sentido positivo e inevitable de la agresividad.
Sin embargo, lo que más interesa es saber cuáles son las causas de las agresiones humanas, es decir, de dónde nace el comportamiento agresivo humano. En general, tres son los modelos de explicación de la agresividad humana. El primero, elModelo de la psicología del aprendizaje,que considera que todo comportamiento agresivo nace de un aprendizaje previo. Desde pequeños, los niños son socializados en la violencia como un método para alcanzar logros sociales, y el éxito en la utilización de la conducta violenta conlleva un refuerzo de la misma, por lo que es normal que tienda a convertirse en un hábito con resultados positivos en la vida social. El segundo, el Modelo de frustración-agresión, auspiciado por Dollard y sus compañeros de la Universidad de Yale desde 1939, concibe los comportamientos humanos como reacciones generadas por estímulos externos, por lo que la agresión sería una respuesta a todo tipo de frustraciones humanas. Cuando estas frustraciones se enquistan en la vida de las personas, éstas tienden a comportarse de forma agresiva en todo momento. Finalmente, el tercer modelo explicativo de la agresividad, el Modelo de los impulsos, concibe la agresión como uno de los impulsos innatos en la naturaleza humana. Tanto Konrad Lorenz (de la etología) como Sigmund Freud (desde la psicología) contemplan esta teoría de los impulsos como una explicación válida de la conducta agresiva humana.
Se considera que el comportamiento agresivo humano es demasiado complejo como para ser explicado a través de un único factor, pues en toda acción agresiva influyen tanto estresores internos como ambientales. Entre estos últimos, se han estudiado en las últimas décadas los posibles efectos mentales de los contenidos violentos de los medios de comunicación, especialmente de la televisión. En general, se considera que los medios masivos tienen escasa capacidad para inducir directamente a la agresión, pero sí pueden generar tres efectos a medio y largo plazo: aprendizaje de destrezas agresivas, insensibilización ante la visión de la violencia y, finalmente, temor a ser víctima de una agresión.
La preocupación social por la violencia ha llevado a las instituciones a crear foros para la investigación de las causas de la violencia y a impulsar acciones que difundan la cultura de la paz desde edad temprana. En Andalucía, el Plan Andaluz de Educación para la Cultura de la Paz y la No Violencia establece un sistema formativo integral para que los alumnos andaluces se formen en la no violencia. Este Plan tiene como fundamento el Manifiesto Andaluz a favor de la Cultura de la Paz y la No Violencia, que reconoce el legado de acontecimientos, personas, instituciones, prácticas y pensamientos que han sido promotores y exponentes de paz en Andalucía, y que apuesta por el sistema educativo como impulsor de la formación en el respeto a los derechos y libertades fundamentales dentro de los principios democráticos de convivencia, paz, cooperación y solidaridad entre los pueblos. Esta y otras apuestas pretenden educar en la prevención de algunas de las manifestaciones de agresividad y violencia más comunes en Andalucía, como son la violencia doméstica, los delitos sexuales, las agresiones relacionadas con el tráfico de drogas o incluso las agresiones entre menores en el ámbito escolar.[ Manuel Garrido Lora ]
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