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Decimoctava letra del abecedario español, cuarta de sus vocales. Sobre la escena de un antiguo odeón, Andalucía representa la ópera de los siglos. Entre el bel canto y el verismo, la voz de un andaluz Orfeo recuerda ?los reinos del espanto? y la batuta de Ernesto Halfter pulsa los oníricos sonidos de la Orquesta Bética de Cámara. José recorre los dominios de Plutón en busca de una Carmen-Eurídice que suspira por los olés que arranca Escamillo, coso donde depositaron las esencias del toreo los Ordóñez y los Ortega, laberinto con minotauro de Osborne. El Sur dionisíaco comparte obra con el apolíneo, con la razón de unos hombres que lamentaron no ser omniscientes, como tampoco lo fueron otros que llegaron de fuera: el conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV;?el ilustrado Pablo de Olavide, que pretende colonizar Sierra Morena;?o el filósofo José Ortega y Gasset, quien decía que ?el olivo bético es símbolo de la paz como norma y principio de cultura?. Preciado regalo de Palas Atenea, su broncínea figura parece labrada y alzada sobre las lomas de Jaén y la Córdoba de los Omeyas por los orfebres andaluces, artistas que veían reflejado en la Torre del Oro sevillana el color de un metal que no llegaba del otro lado del Océano, del soñado entre ortos y ocasos dorado americano. Sus historias se narraban en las orillas de Onuba, orgullosa de su Ría y de las Marismas del Odiel, o en la vieja Gades, donde pasados los años nacería el general O?Donnell. Aunque para esplendores y dorados los de ilustres villas andaluzas: Osuna, con su Colegiata;?Ohanes y su uva; Orce, asiento del hombre milenario; Ojén y la ?media copita? de su aguardiente; Orcera en la Sierra de Segura; la alpujarreña Órgiva... Geografía de una Odisea por unas tierras en las que se dan la mano Oriente y Occidente, guiados por la nota sostenida de un órgano que ejecuta el Tiresias de Santa Inés, Maese Pérez el organista. [ Javier Vidal Vega ].
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