Con la conquista de la ciudad de Barcelona y gran parte del espacio rural situado al norte del río Llobregat en el año 801 por Luis de Aquitania, hijo del emperador franco Carlomagno y futuro rey Luis el Piadoso, el territorio ocupado se organiza en diferentes condados independientes entre sí pero sometidos todos a la autoridad de los monarcas carolingios. Sin embargo, a nivel peninsular ya desde los tiempos del primer conde, el hispanogodo Bera, que había dirigido incluso el asedio a la ciudad, los diferentes condes de Barcelona durante los siglos IX y X ejercen un indiscutible protagonismo en la comarca como élite del poder dominante y aglutinador tanto de la resistencia cristiana frente a los musulmanes de al-Ándalus en la llamada Marca Hispánica, como de la autonomía local ante los reyes francos.
Pero en su lucha por la independencia de los carolingios, algunos condes catalanes se ven obligados a mantener alianzas variadas y confusas con los musulmanes del Sur, bien de Córdoba, bien, sobre todo, de Zaragoza, aprovechando la pugna interna de los descendientes de Luis el Piadoso durante la segunda mitad del siglo IX. Otras veces las relaciones de los condes de Barcelona con los califas de Córdoba experimentan graves dificultades por la progresiva expansión territorial cristiana hacia el Sur durante el siglo X. Así, el conde Borrell II (947-992), que consigue notable éxitos independentistas ante los francos, sufre los durísimos ataques de Almanzor * , quien devasta la ciudad de Barcelona en el año 985. No obstante, se documentan también varias embajadas de este singular conde catalán al califa al-Hakan II * , con reiteradas declaraciones de obediencia y sometimiento a favor del califa cordobés. Su hijo Ramón Borrell * (992-1018), aunque todavía experimenta las razias de Abd-al-Malik * , unido al conde de Urgel, interviene ya directamente en la ciudad de Córdoba aprovechando la desintegración del califato en el año 1010 a favor de uno de los pretendientes al trono. Todo ello le proporciona un importante botín, que aplica con acierto en la reconstrucción de Barcelona y a la repoblación y defensa de la frontera.
Desaparecido el califato de Córdoba, los condes Berenguer Ramón I (1018-1035) y su hijo Ramón Berenguer I (1035-1076) consolidan la supremacía de los condes catalanes al norte del río Ebro, exigiendo incluso parias a los taifas andalusíes de Zaragoza y Lérida. En el siglo XI la frontera de las parias, que se fundamenta en el enfrentamiento y en la división política de los taifas andalusíes, consolida en la zona la posición hegemónica de Barcelona con Ramón Berenguer II (1076-1082) y Berenguer Ramón II (1082-1096) frente al poderoso rey de Castilla Alfonso VI * .
El conde Ramón Berenguer III (1096-1131) inicia una gran política expansiva territorial en al-Ándalus, frenando en el año 1115 los ataques de los almorávides * que llegan a la puertas de Barcelona. Su hijo Ramón Berenguer IV (1131-1162) sería el último de los condes catalanes independientes, pues al comprometerse en 1137 en matrimonio con Petronila, hija del rey de Aragón Ramiro II, se convertiría también en gobernador de Aragón, sentando las bases de la futura unión dinástica en la llamada Corona de Aragón, que nacía como alternativa política a la hegemonía peninsular castellana. El hijo de ambos, Alfonso II, sería desde 1162, el primer conde de Barcelona y rey de Aragón. Antes, en 1147, colabora con Alfonso VII de Castilla en la conquista temporal de Almería y al año siguiente conquista de manera brillante Tortosa y la desembocadura del río Ebro. [ Manuel García Fernández ].
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