En la Andalucía árabe el Islam constituía la creencia religiosa más mayoritaria que en muchos aspectos infundía tanto la vida oficial como la social. Esto hace que se fijase una ortodoxia oficial por parte de los omeyas que eligen el malikismo * como parte de los fundamentos del régimen. Pero el Islam no cierra de forma completa el camino a una acción personal en el terreno de la religión. Incluso algunos personajes consideraron que la religión oficial o la que practicaban la mayoría de sus conciudadanos, constituía en muchas ocasiones una práctica de meros rituales, vacía, de apariencias. De este modo surgen en la Península Ibérica, como en el resto del Islam, una serie de personas, hombres y mujeres, que se dedican a buscar un contacto más directo con Dios, una religión más auténtica. El fenómeno se había dado antes y se daría después en otras creencias del Mediterráneo. Surgiendo planteamientos que hemos de considerar como auténticamente universalistas. Entre los musulmanes estas personas llevaban normalmente una vida apartada de las preocupaciones del resto de sus paisanos, llegando incluso a retirarse de las grandes aglomeraciones urbanas para buscar una vivencia religiosa auténtica. Adoptan incluso una sencilla vestimenta de lana o suf por lo que los textos de la época hablan del tasawwuf , "la forma de vida de los que visten de lana". Estos colectivos practicaban una serie de rituales que le acercaban a la divinidad, llevaban una existencia de prácticas ascéticas, renunciando a todo lo prescindible, y teniendo experiencias místicas.
Estas prácticas fueron rechazadas en algunas ocasiones, como en el caso de Ibn Masarra * en al-Ándalus, llegando a ser perseguidas por el poder político como elemento contrario al régimen. Pero terminan, dentro de la ortodoxia, por tomar carta de naturaleza en la sociedad. Así se genera en torno a ellas una religiosidad popular que agrupaba alrededor de los centros sufíes incluso a muchedumbres. De este modo las grandes ciudades andalusíes contaron con personajes que la gente consideraba como inspirados directamente por Dios. Surgen en este tiempo las figuras de Abu Madyán de Cantillana * , Ibn Arabi * , Ibn Abbad de Ronda * o la famosa Sol de Marchena * . A su muerte sus tumbas se convierten en objeto de la veneración popular, que los considera como intermediarios ante la divinidad. Parte de estos santuarios se encuentran en nuestros días en ciudades del norte de África o de Oriente por haber emigrado hacia estos lugares algunos de los ascetas de los siglos XII y XIII. [ Rafael Valencia ].
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