Celebradas el 5 de enero o en la mañana del 6, las cabalgatas de reyes constituyen un acto festivo presente en casi todas las poblaciones andaluzas. El desfile llena de ilusión a pequeños y mayores, quienes guardan en su retina las antiguas estampas de los magos de oriente y su sequito cabalgando sobre sus monturas "caballos, mulas e incluso camellos" repletas de juguetes, en una celebración que rememora la epifanía, actualizada cada año con su visita a niños enfermos y ancianos. Con frecuencia, la cabalgata, que con una gran algarabía de cornetas y tambores se adueña de las calles más céntricas en la tarde del 5 de enero, da lugar a otros pequeños cortejos que, en la mañana del día siguiente, recorren los barrios de algunas localidades de Andalucía, erigiéndose en un significativo instrumento simbólico para sus vecinos.
El desarrollo del ritual, con participación o directamente organizado por el ayuntamiento, sigue en todos los lugares el mismo modelo. En función de los recursos disponibles, variará, por ejemplo, el número de carrozas y la calidad de su decoración. Carrozas que, como norma general, recorren las calles de las poblaciones andaluzas, al tiempo que quienes van en ellas lanzan a la gente caramelos y pequeños juguetes. Los tres reyes magos tienen un protagonismo especial, de ahí que su designación se pueda convertir en un auténtico acontecimiento social, eligiéndose para la ocasión a destacados personajes de la sociedad local.
Al margen de estas generalidades, cabe reseñar al menos dos cabalgatas por su especial significación. La primera sería la Cabalgata de Reyes de la ciudad de Sevilla, organizada desde su creación por el Ateneo hispalense ( -> véase Ateneo ), y que destaca por el considerable número de carrozas que participan, así como por su cuidada decoración. Con la finalidad inicial de repartir juguetes entre los niños pobres, comienza su andadura en 1918, siendo, junto a la de Madrid (1915), pionera tanto en el tiempo como en la creación del modelo que se sigue en la actualidad.
La otra sería la cabalgata de la población onubense de Higuera de la Sierra. Creada también en 1918 por Domingo Fal Conde, quien se inspira en el cortejo sevillano, con el paso del tiempo adquiere una notable personalidad. La práctica totalidad del pueblo está implicada en su preparación y desarrollo, centrada en la espectacularidad de sus carrozas: con una cuidada escenografía, las personas (niños y adultos) que participan en las representaciones de oficios o actividades cotidianas permanecen durante las dos horas largas que dura el recorrido prácticamente inmóviles, pese a la dureza del clima de Higuera en enero, sobre aproximadamente quince carrozas. [ José Aguilar ].
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