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FLORENCIO |
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Monje copista, notario y miniaturista. Nace en 918.
El príncipe de los calígrafos españoles lo llama Gómez Moreno. Vive en el
monasterio de Baleránica, cerca de Tordomar (Burgos), entre 935 y 978. En
una de sus suscripciones se llama a sí mismo peregrino, tal vez porque
había venido de Andalucía. Posiblemente, debido a la influencia del abad
que regía el monasterio, que llevaba el nombre árabe de Abogaleb, se
observa un marcado orientalismo en su arte. Su primer trabajo aparece en
el año 937, cuando escribe la donación que hace el conde Fernán González,
de Santa María de Córdoba, a San Pedro de Arlanza. Quedan de él varios
códices: el
Smaragdo de Córdoba
, colección de homilías sin fecha, dedicada al abad
Abogaleb; fragmentos de una Biblia (945), que recalan en el monasterio de
Oña; los
Morales de San Gregorio
, conservado en la Biblioteca Nacional; los
Comentarios de Casiodoro sobre los salmos
(953), cuyo paradero se ignora; el
Liber Comnicus
, del cual quedan fragmentos en el archivo de la
catedral de Burgos; y la
Biblia de León
(960). Esta última es su obra capital, rica en
miniaturas, llenas de originalidad y viveza, ejecutada con la
colaboración de su discípulo Sancho. Aparte de la inspiración oriental,
abundan en la obra de Florencio los entrelazados rígidos y complicados,
las escenas de múltiples y vivos colores y las capitales de lazos
curvos, exquisitamente bellos, como si hubiera llegado a él un tardío
influjo carolingio.
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