Emir de Córdoba (788-796). Hijo y sucesor de Abderrahmán I ad-Dájil * , el fundador de la dinastía omeya de al-Ándalus. Su padre no deja designado heredero, medida que no concuerda con su personalidad. Esto va a aumentar las dificultades que ya existen en esos momentos en las monarquías árabes medievales. De este modo sus tres hijos se disputan la sucesión: Hixam estaba de gobernador en la provincia de Mérida, Sulaymán, el mayor, que había venido con su padre desde Oriente, ocupaba el mismo cargo en Toledo, la capital de la Frontera Media, y Abd Allah * , conocido como al-Balansi, residía con su padre en Córdoba. Según la leyenda, en el momento de morir, Abderrahmán I entrega su anillo, símbolo del poder, a Abd Allah, con el encargo de que lo entregue al primero que llegue a la capital. El príncipe llama a Hixam, al que las fuentes presentan como una persona honesta y querida por todos, que llega lógicamente primero y se le presta juramento como nuevo emir. Sulaymán, prototipo de la bravura, es más querido por los elementos militares. Su reacción es sublevarse en Toledo contra su hermano el emir. El príncipe Abd Allah se le une posteriormente. Al final, tras dos años de enfrentamiento, Sulaymán y Abd Allah reconocen a su hermano a cambio de una elevada pensión y se retiran al norte de África sin renunciar a sus derechos de sucesión al trono. La elección de Hixam nos muestra como en el al-Ándalus del final del siglo VIII el peso que tiene el ejército durante las primeras décadas de la historia del país ha sido contrapesado por la sociedad civil.
La situación general durante el mandato de Hixam I, al que los textos denominan ar-Rida, es de tranquilidad interna. Ésta sólo se ve turbada por algunos movimientos de los señores de la frontera, como los realizados por los de Tortosa y el Área de Barcelona, en connivencia con Carlomagno. O una sublevación de bereberes del área de Ronda que terminan por ser derrotados y trasladados a Extremadura. Esta tranquilidad interna le va a permitir a Hixam I emprender una serie de campañas, entre 788 y 792, contra el naciente reino de Asturias, ahora gobernado por Bermudo I (788-791) y Alfonso II (791-842). En este contexto se producen expediciones contra Álava, el Bierzo u Oviedo. Por el flanco oriental, Gerona pasa a dominio de los francos, a pesar de las campañas que el emir de Córdoba realiza contra el Duque de Aquitania en la Narbonense. La zona de la Frontera Superior parece ya en cualquier caso asegurada: en esta época se levanta la mezquita aljama de Zaragoza.
Las fuentes árabes destacan el que bajo su mandato se introduce el malikismo * en el país. Se trata del método de interpretación del Islam que regirá oficialmente en al-Ándalus. El dato sin embargo puede resultar un poco dudoso. Su elaborador, Málib b. Anas, muere en la Meca en 795, el emir Hixam I en 796. Las obras de Malik son redactadas por sus discípulos, por lo que deben llegar a la Andalucía árabe bastante tiempo después. En cualquier caso tiene discípulos andalusíes que pueden introducir con anterioridad sus ideas. En la historia de al-Ándalus el malikismo y los juristas malikíes configurarán uno de los soportes del régimen omeya. Aparte de un rasgo diferenciador, siempre buscado por la monarquía andalusí, respecto al resto del Mundo Árabe, añade la ortodoxia musulmana a la figura de emires y califas y a todo el sistema de gobierno. [ Rafael Valencia ].
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