Los pobladores del Mar del Norte durante la Alta Edad Media, dedicados al comercio y a la piratería por Europa occidental y el Mediterráneo, realizan diversas incursiones en al-Ándalus. Las fuentes árabes los mencionan como machús o ?adoradores del fuego?, término que también se aplica a los persas o a las poblaciones del Danubio. Estas incursiones forman parte de las operadas en Francia o en el norte de la Península Ibérica y que van a extenderse hasta Sicilia, donde se establece un reino normando hacia el que emigraran algunos personajes andalusíes, como al-Idrisi * , en el siglo XII.
La primera de ellas tiene lugar en el año 844. Tras atacar Nantes, Burdeos, Gijón y La Coruña, son rechazados en Lisboa, ya en territorio andalusí. Siguiendo hacia el Sur penetran por el Guadalquivir hasta Sevilla, que saquean durante dos días. Desde un campamento que montan en Isla Menor, donde pueden maniobrar con gran rapidez, gracias a la cincuentena de barcos ligeros en los que vienen y las barcazas que les acompañan, huyendo del enfrentamiento en tierra firme, atacan el área de Niebla. Ese mismo año, en el mes de noviembre son derrotados por las tropas del emir Abderrahmán II * . Los normandos terminarán por regresar poco tiempo después hacia sus bases del Mar del Norte. Este episodio, realzado como gran victoria por las fuentes omeyas, tendrá importantes consecuencias para el país. Aparte de producir una especie de acuerdo momentáneo entre todas las entidades políticas de la Península Ibérica ante esta agresión exterior. Una de ellas es la creación de una serie de atarazanas, para la construcción de barcos y material de guerra, en los puertos más señalados de al-Ándalus: desde Lisboa, pasando por Algeciras o Sevilla hasta Tortosa. Estas atarazanas tendrán un efecto beneficioso para la economía del país, impulsando la constitución de una flota potente, tanto mercante como militar. Ésta cuenta dos siglos más tarde con su principal punto de concentración en el puerto de Almería. Otras es la densificación del sistema de vigilancia y defensa costera, a base de almenaras y rábitas, que completan la todavía incipiente red existente hasta esos momentos. De este modo los ataques normando del 859 o de tiempos de al-Hakam II * serán rechazados gracias al funcionamiento del sistema de defensa planteado por Abderrahmán II. En el 859 llegarán a incendiar la mezquita de Algeciras, pasando luego a atacar el litoral oriental peninsular, fuera del área de al-Ándalus. [ Rafael Valencia ].
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