m. Árbol de la familia de las oleáceas. Alcanza los 4-5 m. de altura, pero ofrece un tronco corto, grueso, muy retorcido y una copa ancha y bastante ramosa. Hojas coriáceas, persistentes, verdes en el haz y blanquecinas en el envés. Su fruto, la aceituna, pequeño, ofrece formas diferentes según las numerosas variedades. La madera se emplea en ebanistería, pero poco en muebles por sus numerosas vetas y su rugosidad. Es un árbol esencialmente mediterráneo, sobrio, aunque soporta mal los fríos intensos y que ofrece el considerado, por sabor y propiedades, mejor aceite. Cultivo de secano, aunque el regadío (apenas un 5% en Andalucía) aumenta notablemente el rendimiento, que es muy diverso, según las variedades y el suelo en el que crece, pero puede alcanzar hasta los 400 kilos por hectárea. No obstante es un árbol muy sujeto a vecería, es decir, alternar años de gran rendimiento con otros de baja producción. No exige laboreo intenso y la poda, no muy severa, suele realizarse bianualmente.
Es el árbol más abundante en Andalucía, donde sólo en Jaén supera los 66 millones de ejemplares, y llena valles y laderas con su color grisáceo. Los fenicios lo introducen en la región, los romanos amplían su cultivo y los árabes lo convierten en el principal cultivo del valle del Guadalquivir, aunque es en el siglo XIX cuando comienza su mayor expansión, continuada hasta nuestros días. Dada la positiva evolución del aceite de oliva, cada vez más valorado, la superficie dedicada al olivar en Andalucía ha crecido considerablemente en los últimos años y alcanza ya el millón y medio de ha (hectáreas), de las que sólo 100.000 se dedican a aceituna de mesa, siendo el resto para producción de aceite. De esa cifra Jaén representa algo más del tercio (570.000 ha), seguida de Córboba (350.000) y Granada (180.000). Supone, pues, más del 40% de la superficie cultivada de Andalucía. En los últimos años ha crecido la superficie de olivar ecológico, que supera ya las 40.000 ha, especialmente en Córdoba, Jaén y Sevilla. Es especialmente abundante en la provincia de Jaén, donde cubre la mayor parte de la superficie agrícola y se da la mayor densidad de olivares del mundo, Córdoba, Granada, Sevilla y norte de Málaga. En Jaén domina la variedad picual, en otras provincias las hojiblanca, la lechín y, en menor porcentaje la arbequina. En Sevilla se cultivan las variedades manzanillo y gordal, ésta es la que ofrece un fruto de mayor tamaño, orientadas a la producción de aceituna de mesa. La variedad cornicabra o cornezuelo, de fruto alargado y aceite de gran calidad, se cultiva poco, sin embargo, porque es la más propicia a sufrir plagas. [ Antonio Checa Godoy ].
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