Denominación que se aplica a los trenes que superan los 200 km. por hora. En los últimos años del siglo XX, en España, como en otros países europeos, se impulsa de forma decidida el tren de alta velocidad como alternativa a la carretera y como transporte idóneo para distancias medias, 250-800 km. En 2002 los trenes de alta velocidad supusieron ya el 22% del tráfico de viajeros por ferrocarril en Europa. En España se configuran inicialmente dos modelos, el AVE * , que requiere nuevos trazados, pues utiliza vía de ancho internacional y supera pronto los 300 Km/h, y el tren de alta velocidad propiamente dicho, que rebasa los 200 km. sin alcanzar los 300 y utiliza la red ferroviaria española tradicional, de mayor ancho de vía, mejorada, por lo que con velocidades importantes requiere menor inversión que el AVE. Sin embargo, los dos modelos acaban por confluir y se opta, desde principios del XXI, con importantes ayudas de la Unión Europea, que apuesta claramente por la alta velocidad, por una red para los 250-350 km/h en gran parte de nuevo trazado, en total los 7.200 km. con ancho internacional de vía.
Los Gobiernos central "etapa PP" y autónomo coinciden en apostar por la alta velocidad en Andalucía, llamada por ello a una profunda renovación de su precaria red ferroviaria en la primera década del siglo XXI, pero difieren en el modelo, dado que el Gobierno central contempla un proyecto esencialmente radial, con Madrid de eje. Se configura una red con dos líneas de AVE, Madrid-Sevilla y Córdoba-Málaga, y diversas líneas de alta velocidad que incluyen a todas las capitales andaluzas, Jerez y Algeciras, pero sin contemplar "en el proyecto estatal" una comunicación interna, pues se une Jaén con Madrid, pero no con Córdoba y Granada, y Almería "Euromed" con Murcia y Levante, pero no con Granada. Huelva, Jerez y Cádiz quedan vinculadas vía Sevilla con la red y Granada lo hace vía Bobadilla. Desde todas ellas la comunicación con Madrid "vía Levante en el caso de Almería" está previsto que se cubra al final de la década en un máximo de tres horas. Pero resulta mucho más compleja la comunicación intraandaluza. Al inicio del siglo XXI, el tren de alta velocidad se convierte por ello en motivo de profundos enfrentamientos entre las administraciones.
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