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EDITORIALES |
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| El número, calidad y producción de las editoriales de una comunidad es uno de los mejores índices sobre su importancia cultural. Andalucía es hoy la tercera comunidad por producción bibliográfica, tras Cataluña y Madrid, si atendemos al número de títulos, que representan en torno al 8% del total español, aunque si atendemos al volumen de las tiradas ese porcentaje es inferior, en torno al 3%. No obstante, la evolución reciente es positiva: durante el franquismo nunca se alcanzan en Andalucía los 500 títulos, y hoy se editan cerca de los 5.000, sin incluir folletos, por lo que puede estimarse que en 30 años se ha multiplicado por diez el número de títulos impresos y por cinco el de las tiradas conjuntas de los libros editados en la comunidad. Si en los años setenta el número de editoriales activas no alcanzaba las 30, y algunas provincias no contabilizaban editorial alguna con producción todos los años, hoy ese número se acerca al centenar y abarca toda la comunidad. Muchas de esas editoriales gozan de notorio prestigio dentro y fuera de la comunidad, como la sevillana Alfar * , en el ámbito de la literatura, o la granadina Comares * , en el de los libros jurídicos, sin que falten instituciones con notable actividad editora, como las universidades "algunas editan más de 80 o 100 libros al año, incluidas revistas cientídicas" o fundaciones, como la Fundación Lara, con medio centenar de títulos al año. No falta, incluso, dinámicas editoriales andaluzas que pasan a formar parte de potentes grupos editoriales de ámbito estatal, como es el caso de la malagueña Arguval. No hay ya provincia sin alguna editoral destacada, como Quorum en Cádiz, El Almendro y Almuzara en Córdoba, Comunicación y Turismo, en Málaga, Mad y Centro Andaluz del Libro en Sevilla... Dentro de la comunidad se destaca la producción de Sevilla, en títulos y ejemplares, seguida de Granada, en títulos, y de Málaga, en ejemplares; la provincia tradicionalmente menos editora, Huelva, alcanzaba en 2004 los cien títulos. La calidad de la impresión, ayudada por las mejoras tecnológicas, las equipara en muchos casos con las más vanguarista producción editorial europea. Las editoriales andaluzas mantienen viejos problemas, cierto minifundio empresarial, con la inevitable baja capitalización, muy bajas tiradas y las consiguientes dificultades para la distribución, lo que se une al bajo nivel de adquisición de libros de la comunidad y la competencia que supone, sobre todo en textos universitarios, la fotocopia. Esas editoriales van afrontando dificultades con un creciente y positivo asociacionismo, en el que suponía un hito la creación de la Asociación de Editores Andaluces en los años ochenta, una mayor colaboración interna, con proyectos conjuntos, y una más estrecha colaboración también con el gobierno andaluz "Pacto Andaluz por el Libro", en la misma línea la proliferación de ferias del libro, incluso la presencia conjunta del libro andaluz en ferias del libro fuera de la comunidad y la aparición de revistas dedicadas en exclusiva a la producción bibliográfica de la comunidad, como El libro andaluz y Mercurio , todo ha contribuido en importante medida a mejorar un panorama con todo muy difícil. [Antonio Checa Godoy ].
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