La provincia (del latín pro vincere , "para vencer") era una delimitación del Imperio romano de cierta extensión, que constituía una especie de país, como la Bética, precedente territorial de Andalucía. El término se retoma en época moderna, pero como un espacio más reducido y con unas funciones administrativas, fundamentalmente de gestión estatal centralizada y uniforme. Se trataba del modelo francés importado por la dinastía borbónica en el siglo XVIII, cuando en Andalucía existían cuatro reinos, de funcionamiento sólo administrativo en esa época. Eran los de Granada (heredero del reino nazarita), Sevilla (con límites similares a los del reino almohade del siglo XIII), Córdoba (de igual procedencia) y Jaén, más reducido que el del siglo citado, al haber pasado al estado granadino el nordeste (Baza, Huéscar")
Tras varias tentativas y proyectos (como el de enmarcar un distrito entre el Guadiana y el Guadalquivir, llamado Sanlúcar de Barrameda), en el R. D. de 30-11-1833 "La Andalucía" (que aún duraba el artículo de al Ándalus) se divide en las actuales ocho provincias, convirtiéndose en dos de ellas los antiguos reinos de Córdoba y Jaén, que mantienen las capitales. Y los límites con ligeros retoques, la incorporación al régimen general de los distritos Nuevas poblaciones de Sierra Morena y Andalucía y la devolución de lo que fueron Condado de Belalcázar y el partido de Segura, antes de la Orden de Santiago. Del antiguo espacio nazarita surgen tres provincias: Granada, Málaga (distrito marítimo en el XVIII) y Almería, cuya cabecera es discutida entre Baza y la actual capital, que por entonces solo tenía 17.000 h. Lo mismo ocurrió con Huelva (7.000 h.), donde entraban en consideración Moguer (más de 5.000), Ayamonte y Trigueros, desgajándose la provincia del extenso reino sevillano, al igual que Cádiz, distrito marítimo también como Málaga.
Los 11.000 km 2 de media de estas ocho circunscripciones (Sevilla 14.000 y Málaga casi 7.300) y los tiempos empleados en los viajes de entonces desde las periferias a las capitales componían unos territorios viables para una cierta ordenación y localización de servicios e inversiones en las ocho ciudades; que crecen, y no solo en población, mucho más que el conjunto provincial, en perjuicio de los núcleos medios. Hoy las distancias reales han cambiado bastante y la provincia deviene demasiado pequeña para algunos planes y actuaciones (por ejemplo, la autovía A-92), dando lugar, antes del sistema autonómico, a ocho espacios descoordinados y, en cambio, es muy extensa para planeamientos urbanos, más acordes con la escala municipal. Mientras para otras cuestiones queda mejor el nivel de la comarca * . En el nuevo Estatuto de Autonomía de 2007, la provincia pierde alguna importancia, respecto al de 1981 (por ejemplo se prescinde de la inamovilidad de los límites para la comarcalización) y las Diputaciones (previstas hace 25 años como administración periférica de la Junta, sin que eso resultase) tienen competencias sobre todo de coordinación, gestión y asesoramiento a los Ayuntamientos, especialmente los pequeños. [ Gabriel Cano ].
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