(GR). En el noreste de la provincia de Granada, en la comarca del mismo nombre de la que es capital, rodeada de montañas de la Sierra Seca y La Sagra, se localiza el municipio de Huéscar. Cuenta con una población total de 8.186 h. y una extensión superficial de 486 km 2 . Se considera tradicionalmente zona de frontera, ya que se encuentra en un corredor natural (a una altura de 953 m.) entre las zonas levantina, albaceteña y andaluza. Esta situación es aprovechada por numerosos pobladores, tal y como demuestran los restos hallados, que datan incluso de épocas prehistóricas. La ciudad es fundada por los árabes como un importante enclave, aunque está más que confirmado que durante la época romana este cruce de caminos y comunicaciones con el sureste peninsular se convierte en un centro importante (como demuestran, por ejemplo, las inscripciones latinas localizadas en las calles del municipio). Durante la época árabe se amuralla (aún quedan restos del castillo construido por Ismael I) y hace de frontera entre el Reino de Granada y el de Castilla, donde la agricultura y, sobre todo, la ganadería menor, son sus principales actividades económicas.
En 1488, es conquistada por los Reyes Católicos, que respetan a los musulmanes su religión y costumbres y conceden el tratamiento de villa real, no entregada a ningún señor. Pero este tratamiento sólo dura hasta 1513, cuando Juana "La Loca" entrega la ciudad a don Fadrique de Toledo. Desde entonces, son momentos difíciles para Huéscar, que ve mermada su población a la mitad (de cerca de 6.000 h. a mediados del siglo XVI a 3.000 a finales del mismo). No obstante, la ya mencionada situación fronteriza y de camino atrae a algunos castellanos, aragoneses y navarros, cuya influencia se deja sentir en todo el municipio, si bien la población autóctona permanece en parte. La pertenencia a la diócesis de Toledo otorga una gran cantidad y calidad de construcciones religiosas, entre las que destacan la colegiata de Santa María, la iglesia de Santiago y los conventos de Santo Domingo y San Francisco, entre otros.
Los rasgos socioeconómicos siguen marcados, hoy en día, por la dependencia del sector agroganadero y del éxodo rural, que marca a casi todos los pueblos del interior de Andalucía durante la década de los cincuenta y sesenta del siglo pasado. Las tasas de crecimiento de la población vienen marcando valores negativos desde hace décadas (en la actualidad se sitúa en -2,19). De hecho, el censo de 1960 contabilizaba cerca de 11.391 efectivos, en el de 1998 eran 8.013 y en el 2001 se había reducido a 7.910. Esta dinámica no es sino consecuencia de una estructura económica que está marcada por el predominio de los cultivos de cereales (cebada fundamentalmente), la cría de ganado porcino y de un reconocido cordero segureño, que en la actualidad mantiene ocupado en torno al 18% del total de los trabajadores del municipio. No obstante, este porcentaje se ve reducido en los últimos años a favor de los trabajadores en la industria y construcción. De hecho, mientras que en 1991 el porcentaje de este grupo es del 22,1%, diez años después se sitúa en 24,2%, superando por tanto a los del sector primario, hecho que no había sucedido con anterioridad. Estos datos denotan una reciente tendencia a desarrollar una serie de actividades muy centradas en la industria del embutido, del jamón y de productos de la ganadería ovina, que están generando un fuerte valor añadido a la tradicional actividad económica del municipio. [ Reyes Manuela González Relaño ].
|