| La festividad de San Marcos cuenta en otros tiempos con una gran popularidad, extendiéndose por toda la Península, con especial incidencia en tierras de Extremadura y Andalucía. El culto al santo evangelista tiene que ver con su invocación como protector de cosechas y animales, si bien es sobre todo la importancia de la presencia y trato que reciben los toros, obligados a participar en los rituales, lo que más caracteriza a sus festejos. En el cortejo de las procesiones, llegando incluso a penetrar dentro de algunos templos, participa un toro que, previamente, como hecho milagroso "aunque esta misma mansedumbre es considerada por los detractores del ritual como testimonio de prácticas diabólicas", es amansado mediante un ritual mágico-religioso en el que el mayordomo de la cofradía invoca al animal con el nombre del santo.
Estos rituales son interpretados por Julio Caro Baroja como testimonio de antiguas prácticas precristianas: la fecha de celebración de la fiesta, el 25 de abril, es coincidente con viejos cultos romanos en honor de Rogibo, deidad relacionada con la naturaleza festejada en las calendas de mayo. Y en todo caso, hasta nuestros días, su culto y celebraciones han estado revestidas de una indudable aura de festejo primaveral en el que se reseña el renacer de una naturaleza renovada; tal y como es observable en las numerosas poblaciones, frecuentes en la provincia cordobesa, en las que la fiesta de San Marcos reviste más un carácter lúdico que religioso, relacionada con la tradición de celebrar un día de campo en el que se almuerza con amigos y familiares; ocasiones en las que no suelen faltar los hornazos * , asociados a tantos rituales andaluces.
El movimiento ilustrado de la segunda mitad del siglo XVIII atacará frontalmente, como a tantas otras manifestaciones de religiosidad popular tachadas de supersticiosas, a esta festividad, prohibiendo la presencia de toros o cualquier otro animal en los rituales religiosos. En Andalucía nos consta por la documentación conservada que los toros amansados milagrosamente formaban parte de los rituales de San Marcos en pueblos como Alosno (Huelva) o Castillo de las Guardas (Sevilla). Las prohibiciones eclesiásticas y civiles acabarían con esta parte del ritual, aunque se conservarán sus aspectos más formalizados, con lo que la devoción a San Marcos sigue ocupando un papel destacado dentro del santoral andaluz, manteniéndose fundamentalmente en las provincias de Jaén, Almería y, sobre todo, Granada, en las que su festividad es celebrada en más de 40 pueblos, hasta convertirse en la Alpujarra en la fiesta primaveral por excelencia. Sólo en algunos de ellos los toros, como animales emblemáticos relacionados con este santo, siguen desempeñando hoy un papel destacado en los festejos profanos, e incluso en los rituales religiosos, celebrados en su honor. En Bérchules (Granada) se corren vaquillas, aunque el componente más significativo de sus rituales es la romería que se celebra entre esta población y su pedanía de Alcúfar, en la que las imágenes de San Marcos y San Isidro "que portan hornazos entre sus ornamentos" son acompañadas por los animales de la población, con la presencia destacada de abundante ganado vacuno. En las poblaciones jiennenses de Arroyo del Ojanco y Beas de Segura, el "toro de San Marcos", que se corre enmaromado por las calles de ambas poblaciones, constituye el festejo más destacado y esperado del año. Con todo, el ritual más singular, dentro del contexto de los festejos tradicionales de toros rituales en Andalucía, quizá sea el que se celebra en el pueblo almeriense de Ohanes: al mismo tiempo que transcurre la procesión con la imagen de San Marcos, corren sueltos por las calles del pueblo tres toros ensogados que van a ser, en siete ocasiones, sujetados por los jóvenes de la localidad para obligarles a arrodillarse delante de la imagen. [ Juan Agudo Torrico ].
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