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AFRANCESADOS |
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Nombre con que se designa a aquellos que en el
transcurso de la dominación francesa se declaran partidarios de José
Bonaparte, hermano de Napoleón e impuesto por éste. Aunque el término
cobra un claro matiz negativo, no todos los afrancesados actúan
impulsados por idénticas motivaciones: unos apoyan al rey intruso por
miedo a perder sus privilegios y reciben el calificativo de
"juramentados", mientras que otros lo hacen por oportunismo o ambición.
Un interesante grupo dentro de los afrancesados lo forman aquellos que
apoyan las ideas surgidas de la Revolución Francesa y que consideran la
base para organizar social y políticamente el Estado, como solución
frente al absolutismo de Fernando VII. Se trata de hombres cultos,
influenciados por el espíritu de la Ilustración. Aunque en Andalucía no
faltan importantes afrancesados como Alberto Lista
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, la reacción popular es adversa a tales tendencias,
y las Cortes
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de Cádiz dictan decretos de 11 de agosto y 21 de
septiembre de 1812 contra los partidarios del rey José, privándolos de
empleos y cargos públicos. Una vez que Fernando VII es repuesto en el
trono, es implacable con los afrancesados, prohibiendo la vuelta de
aquellos que marchan a Francia al producirse la retirada de las tropas
napoleónicas. La importancia política de los afrancesados que apoyan a
José Bonaparte por compartir los postulados ideológicos que llegan del
otro lado de los Pirineos es notable en el futuro de los planteamientos
políticos del liberalismo español decimonónico. Con el paso del tiempo el
calificativo de afrancesado pasaría a designar a los imitadores del
espíritu francés y de las fórmulas enciclopedistas y revolucionarias,
creando numerosos equívocos. La saña del pueblo con los afrancesados es
tal que llega al extremo de quitar la vida en tumultos callejeros a
Solano en Cádiz, al conde del Águila en Sevilla y a Antonio de Lomas en
Jaén.
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