(san lorenzo de el escorial, madrid, 1784-madrid, 1833). Rey de España. Hijo Carlos IV y de María Luisa de Parma. Cuando es príncipe de Asturias conspira contra Godoy, favorito de su padre, y contra el mismo Carlos IV. Mediante el tratado de Fontainebleau de 1807, Godoy y Napoleón acuerdan la entrada de tropas francesas en territorio español para invadir Portugal, una ocasión que es aprovechada por los soldados galos para ocupar ciudades y fortalezas. La familia real teme por su futuro y quiere trasladarse al Sur, a Sevilla o Cádiz. Como consecuencia del motín de Aranjuez (1808) es destituido Godoy y Carlos IV abdica en la figura de Fernando, ya por entonces conocido como el Deseado. Se genera entonces un estado de confusión que favorece los designios de Napoleón, quien reclama a Carlos IV y Fernando VII a Bayona. Allí el monarca es obligado a devolver la corona a su padre y éste, a su vez, se la entrega al emperador francés para que haga lo que crea más oportuno: se la cede a su hermano José Bonaparte, quien reina con el nombre de José I. El 2 de mayo de 1808 el pueblo de Madrid se alza contra los invasores, pero Fernando escribe una proclama para convencer a los españoles de la necesidad de obedecer a Napoleón y felicita a José I por su ascensión al trono de España. Por aquella época, Fernando está en condición de "invitado" en el castillo de Valençay.
Tras la derrota de los franceses en la Guerra de la Independencia, regresa a España en 1814, siendo acogido con extraordinario júbilo por toda la nación. Guiado por un absolutismo radical, su primera actuación es derogar la Constitución * de 1812 y anular todas las disposiciones de las Cortes de Cádiz. Desde entonces el reinado de Fernando VII supone una pugna entre los principios constitucionales, que el monarca acepta cuando no le queda otra alternativa "la sublevación de Riego en enero de 1820 en las Cabezas de San Juan * (Sevilla)", y la subsiguiente reacción absolutista, lograda con la entrada de tropas francesas al mando del duque de Angulema (1823). Emprende una persecución brutal contra los liberales y constitucionalistas: muchos son encarcelados, otros se ven obligados a huir y no faltan quienes son ejecutados, como la granadina Mariana Pineda * . Además, restablece la Inquisición.
Junto a la amenaza de los liberales comienza situarse otro asunto que preocupa seriamente a Fernando VII: la sucesión. Don Carlos, hermano del rey y paladín del absolutismo intransigente, aspira a subir al trono, pero la boda del soberano con su sobrina María Cristina de Nápoles, que consigue de su marido la derogación de la ley Sálica, y el nacimiento de la princesa Isabel (1830), dan origen a la lucha entre don Carlos y la reina. A la muerte de Fernando VII, queda como tutora y gobernadora María Cristina durante la minoría de edad de Isabel, y latente una guerra civil. Un conflicto que dejará aún más maltrecha a España, ya suficientemente golpeada por la pérdida de posesiones en ultramar. [ Javier Vidal Vega ].
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