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BENI DE CÃDIZ |
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(cádiz, 1929-marbella, 1998). Nombre artístico del cantaor y bailaor Benito Rodríguez Rey, hermano de Amós Rodríguez Rey. Se inicia como bailaor en diversos elencos y en la compañía de Manolo Caracol y Lola Flores. En 1955, ya como cantaor, forma parte de los espectáculos de Lola Flores y, en 1957, del cuadro del tablao madrileño El Corral de la Morería, ingresando seguidamente en el ballet de Pilar López, en el que permanece hasta 1959. Sufre una grave enfermedad en 1959, tributándosele un homenaje en su ciudad natal, por iniciativa de La Niña de los Peines y Pepe Pinto. Reaparece al año siguiente en el tablao El Duende de Madrid, y en 1961 actúa en la sala de fiestas madrileña Villa Romana, en el elenco de Juanita Reina. Alterna sus permanencias en los tablaos con los festivales, y en 1971 obtiene en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba varios primeros premios y el premio de honor. La Cátedra de Flamencología y Estudios Folklóricos Andaluces de Jerez de la Frontera le otorga en 1976 el máximo galardón en su género, el Premio Nacional de Cante. Entre sus actuaciones más significativas de los últimos años destaca su presencia en 1984 en la III Bienal de Arte Flamenco Ciudad de Sevilla. Intérprete de un largo repertorio, realiza una amplia discografía. Fernando Quiñones escribe de él la semblanza artística siguiente: «Un artista de excepción, Manolo Caracol, influye en grande, incluso en peligrosa medida sobre el estilo de Beni... Estimamos que tan noble pero marcado ascendiente recorta de momento las enormes posibilidades artísticas de Beni y es una espada de doble filo: uno de ellos positivo, prolonga, como en tantos otros antecedentes ilustres de la historia del cante, el arte de un maestro, y denota, al tiempo, la calidad del discípulo; pero de otro filo, ya más alarmante, amenaza un poco la personalidad propia de éste, que también debería velar más celosamente por la pureza de su repertorio.» José Luis Ortiz Nuevo analiza su actitud artística: «Benito demostró con largueza sus cualidades para estar en la escena, que no sólo hay que cantar y cantar bien, es preciso además consagrar al respetable, mantenerle al "sonío" del cante y agarrarlo con fuerza para que nadie se escape. Es un maestro de maestros: porque sabe estar, sabe moverse, engatusar amablemente al público, distraerlo con sus felices ocurrencias, dominarlo en suma para conseguir las atenciones y el silencio, y permitirse el lujo de cantar sin micro con esa voz afillá que tanto sabe a quiebro, a misterioso rajo, a dolorosa súplica [...]". Goza de una gran popularidad.
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