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CONVERSOS |
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Nombre que reciben los judíos que optan por el cristianismo. Estas conversiones comienzan tras la instauración en el III Concilio de Toledo (589) de la religión católica como la oficial del Reino de Toledo. Con las predicaciones de las órdenes mendicantes en el siglo XIII crecen las conversiones, que aumentan considerablemente en el siglo XIV como consecuencia del progresivo antisemitismo, y especialmente a raíz de la revuelta antijudaica que estalla en Sevilla en 1391 y que se propaga rápidamente por toda Andalucía y Castilla. Las conversiones en masa, en muchos casos ficticias, provocan el problema de los judaizantes, suscitando reacciones en contra por parte de los considerados cristianos viejos, que en ocasiones se alzan violentamente contra ellos, debido a la ascendencia política de algunos, a las envidias suscitadas por la riqueza de otros y a las prácticas usurarias que mantenían en una época de graves crisis económicas. Así, en Toledo en 1448 y en Córdoba en 1473, se llevan cruentas persecuciones. La opinión de que no todos los conversos eran de buena fe hace que desde mediados del siglo XV surjan voces, incluso entre los propios conversos, para que se investigaran los casos de conversos que judaizaban. Por ello, se crea el Tribunal de la Inquisición, encargado de castigar a falsos cristianos. En 1480 se establece el primer tribunal en Sevilla. La consecuencia principal de su actuación es la huída de conversos a lugares de señorío, o a Granada y Portugal. Con el decreto de expulsión de los judíos de 1492, al dárseles la opción de convertirse y permanecer en el país, el número de conversos "a los que popularmente se denominaba "marranos"" aumenta. A lo largo del siglo XVI, la enorme riqueza de algunos les permite acceder a los círculos sociales más influyentes del país, contrayendo matrimonio con la alta nobleza castellana, y llegando a ocupar puestos claves de la vida política. Como consecuencia de ello, la alta nobleza presiona a la monarquía para exigir la "limpieza de sangre" para acceder a las órdenes religiosas y a los cargos de la administración del Estado y de la Iglesia; teóricamente cierran a los conversos cualquier posibilidad de ascenso e, incluso, de integración social. Los judeoconversos utilizan diversos mecanismos para borrar su pasado, el primero y fundamental, el dinero, que desempeñaba entonces un importante papel. Además, la emigración, dentro del territorio peninsular, sí era posible, pero fundamentalmente a las Indias, que con una mentalidad más abierta y a pesar de la legislación en contra, permiten que algunos borraran su pasado. Su emigración desde España se realiza, principalmente, durante los siglos XVI y XVII. Sus principales destinos son "además de las Indias" Portugal, determinados territorios del Imperio otomano "especialmente, Grecia y Palestina", Italia y los Países Bajos. Como consecuencia de ello, a mediados del siglo XVIII el problema converso prácticamente había desaparecido, debido a la actuación conjunta de la Inquisición, las emigraciones y la integración de los cristianos nuevos en la sociedad, alcanzando algunos importantes puestos gracias a que, en muchas ocasiones, consiguen ocultar sus orígenes. [ María Antonia Carmona Ruiz ].
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