(florencia, italia, 1472-sevilla, 1522). Escultor, de nombre Pietro di Torrigiano d'Antonio. Asiste a las clases impartidas por el maestro Bertoldo di Giovanni en el Jardín de San Marcos de Florencia, donde adquiere los rasgos estilísticos propios del Renacimiento italiano. En un ambiente de efervescencia artística, Torrigiano inicia su trabajo como asiduo asistente de la corte literaria de Lorenzo de Médicis. La pugna por hallar un importante mecenazgo y su fuerte carácter le ocasionan varios incidentes con otros artistas florentinos, entre ellos Miguel Ángel, al que Torrigiano desfigura la nariz de un puñetazo, suceso que relatan Cellini y Vasari. Incidentes como éste conducen al escultor fuera de Florencia. En principio, debe encontrar hueco en Roma, donde es solicitado para la decoración de la residencia pontificia, construida por orden de Nicolás V; y la torre Borgia, encargada por el Papa Alejandro VI.
A pesar de participar en otros importantes encargos en Italia -iglesia de Santiago de los Españoles, en Roma; o la escultura de San Francisco de Asís, en Siena-, Torrigiano busca salida a su obra en el extranjero, sobre todo tras su intervención en varias guerras italianas como mercenario. En primer lugar, se instala en Inglaterra, donde trabaja para la familia Real. De este periodo, queda como su principal obra el sepulcro de Enrique VIII e Isabel de York. Poco después, en torno a 1523, se traslada a Sevilla, ciudad en la que se asienta definitivamente y desarrolla una amplia obra. Torrigiano es uno de los escultores encargados de introducir el Renacimiento en Andalucía, con obras como el retrato de la emperatriz Isabel -realizado en terracota, ya desaparecido-. No obstante, sus mejores imágenes irían destinadas al monasterio de San Jerónimo de Buenavista en Sevilla. Se trata de una serie de obras de carácter religioso, como un Crucifijo labrado en arcilla o el grupo escultórico que representa a la Virgen con el Niño. Entre todas éstas, destaca la escultura de San Jerónimo penitente, realizada en barro cocido, a tamaño natural y policromada. Por su realismo y su perfección anatómica, este San Jerónimo -actualmente custodiado en el Museo de Bellas Artes de Sevilla- supondría un referente para la escultura andaluza posterior, principalmente la barroca.
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