m.(De antropo y centro ). Constituye una de las características más significativas de la identidad cultural andaluza, que se refleja en multitud de contextos. El antropocentrismo consiste en la centralidad de las relaciones humanas personalizadas sobre cualquier otro tipo de relaciones, más anónimas o en las que se desplieguen contenidos parciales de la personalidad relacionadas con un solo ámbito o dimensión. Por ello, es muy fuerte entre los andaluces la tendencia a ponerlo todo a escala humana y la evitación, en la medida de lo posible, de las relaciones puramente funcionales. El antropocentrismo no equivale a individualismo sino a personalización y aboca a la intensificación de las relaciones interpersonales multifuncionales. Realizar cosas en solitario o expresar emociones sin que otros sean testigos o copartícipes no son acciones enraizadas en la cultura andaluza * . Pero tampoco los grandes auditorios, los públicos anónimos, son el destinatario ideal, sino el grupo de pequeño tamaño, aquél dentro del cual reina la confianza y las complicidades implícitas. Nadie, o casi nadie, canta flamenco a solas y sólo quienes se han profesionalizado lo hacen para un público numeroso. El contexto ideal es un grupo de familiares o amigos reunidos con ocasión de algún acontecimiento gozoso o a alguna situación triste o dramática, celebrando una fiesta o compartiendo un dolor. El coro de los íntimos, de los "cabales", de aquellos con quienes "se está a gusto", sin necesidad de estar en guardia ni temer injerencias, es el contexto adecuado para la comunicación expresiva. Y lo mismo ocurre, o al menos ocurría tradicionalmente, con el beber: emborracharse a solas no es una pauta andaluza; o, al menos, no lo era hasta que la influencia cosmopolita empezó a dejar sentir sus efectos negativos.
Los grupos de sociabilidad no formalizada y las facciones que, de hecho, integran cualquier tipo de asociación existente en Andalucía responden también a este fuerte antropocentrismo que genera una sociedad enormemente segmentada, tanto dentro de cada clase o sector social como atravesando transversalmente estos, convirtiendo la sociabilidad y el asociacionismo * andaluces en marcadamente multifuncionales y personalizados. Interesan más las personas en cuanto sujetos con todas sus dimensiones que principalmente como portadoras de ideas o doctrinas. De aquí la importancia, en los planos social y político, de la confianza, de la credibilidad personal, entendida como seguridad de que el comportamiento va a ser conforme a valores de lealtad que no se explicitan necesariamente, pero que están relacionados con la dignidad más que con la ideología. Se puede estar muy alejado de la posición política o religiosa de alguien y tener a ese alguien en muy alta valoración y estima. Y lo contrario. La pérdida de la credibilidad, el abuso de confianza, el que alguien decepcione por su comportamiento considerado indigno, es el mayor motivo de censura y repulsa. Más que por sus prédicas, sus ideas o su nivel profesional, la percepción y evaluación de una persona se hará, básicamente, por la consideración que merezca su comportamiento. La honradez, la integridad, el no ser susceptible de compra ni de engañar, son valores que hacen admirar a una persona y tener confianza en ella, se compartan o no sus ideas. La falta de integridad, en cambio, es el principal motivo de condena.
El antropocentrismo andaluz no se reduce al ámbito de las relaciones sociales y políticas, ya que se proyecta también en el de la religiosidad. Es esto lo que explica que determinadas imágenes de Cristo, la Virgen y los santos no sean sólo iconos diferentes pero con una misma significación, sino individualidades no equivalentes con las que se establecen lazos personales intransferibles a otras imágenes. El antropocentrismo está en la base de la costumbre andaluza de conducir sobre los hombros o la cerviz los pasos o tronos de dichas imágenes en las procesiones de Semana Santa, en las romerías y otras fiestas, para que cobren un ritmo casi humano y caminen o incluso se mezan o bailen rítmicamente. Del antropocentrismo parte también el ritual de vestirlas con ropa interior y con diferentes vestiduras según las ocasiones; de organizar besamanos y besapiés cuando bajan al nivel de los devotos; y de dirigirse a ellas, bien muy respetuosamente, bien de manera familiar, o incluso cantando o gritando: mayor distancia respecto a las imágenes del Jesús sufriente o muerto "que refleja la relación distanciada que rige tradicionalmente la relación hijos-padre en la sociedad andaluza" y cercanía intimista, confiada o incluso desbordantemente expresiva con las Vírgenes "que representan idealizaciones de las madres, las novias o incluso las mujeres guapas, sin más, existentes en Andalucía, por lo que se las puede piropear cuando procesionan en las calles". Actualmente, la presión del mercantilismo utilitarista, como antes la subalternidad dentro de unas relaciones de poder fuertemente asimétricas sobre todo a nivel local, está debilitando este humanismo tan enraizado en la identidad andaluza * .[ Isidoro Moreno Navarro ]
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