|
AZOTEA |
VOLVER |
|
f. (Del árabe as-sutaiha, el terradillo). Cubierta llana de un edificio, dispuesta para poder andar sobre ella y explayar la vista desde una terraza. La azotea, heredera de la tradición arquitectónica árabe, se convierte en pieza fundamental dentro de la vivienda andaluza. Normalmente, se encuentra comunicada a través de una escalera con el patio de la casa, estando sus paredes encaladas o, en menor número, recubiertas de azulejos. La parte delantera suele reservarse para una baulastrada o antepecho con tejas, que mira hacia la calle. Sin embargo, los modelos varían en relacion con la geografía. Frente a la habitual disposición de los elementos, situados sobre una cubierta plana y rodeados de muros de escasa altura, es posible encontrar otras construcciones peculiares, como se observa en la arquitectura popular de las Alpujarras y de las comarcas granadinas del norte de Sierra Nevada y el centro y sur de Almería, donde los tejados son aterrazados y compuestos de launa. Al tratarse de un espacio abierto, como ocurre igualmente con el patio, su uso supera las funciones propias del hogar –por ejemplo, la de servir como tendedero de ropas–, para convertirse en punto donde se desarrolla buena parte de la vida familiar y la convivencia social. Así lo atestiguan diversas manifestaciones literarias, en las que la azotea ejerce como escenario de la acción y la plática entre los personajes. Vélez de Guevara traslada en El diablo cojuelo a sus actores a este lugar para tomar el fresco, tal y como ocurre en la realidad andaluza, en la que el calor de las noches de verano se alivia depositando mantas y colchones en el suelo. Por su parte, Joaquín Romero Murube describe estos terrados en algunas de sus obras como piezas “llenas de tiestos, de aromas y de lejanías” y los define como “floridos salones con techo de cielo”. El escritor sevillano retrata el grato ambiente que se desata en este área de la casa, adornado de flores y animado por la charla cotidiana entre vecinos: “Tenían las azoteas su población paradisíaca: Evas en traje de faena y Adanes de pañal suelto y parvedad de vestimenta. Pero estas libertades del indumento no causaban extrañeza en esas playas del aire y del cielo de la tarde”. Cataloga, asimismo, las azoteas como un espacio “femenino”, más propicio para las labores y la intimidad de las mujeres a la hora del peinado –Lorca, por su parte, advierte la alegría de otra femeneidad cuando exclama: “¡Los mariquitas del Sur / cantan en las azoteas!”–, frente a otros lugares de expansión y relación pública entre los hombres, situados en el exterior, bien en la calle o bien en establecimientos como la taberna o la rebotica. También los hermanos Álvarez Quintero ubican algunos de los actos de sus comedias en este sitio. Precisamente, en una pequeña obra, titulada La azotea, los dramaturgos utreranos hacen valer en boca de uno de los personales la belleza de ésta: “La azotea a estas horas de la tarde es mi refugio. Me gusta mirar a lo lejos, ver mucha extensión. Cuanto más dilatado es el horizonte más me encanta…” Finalmente, Luis Montoto recuerda que tanto en los patios como en las azoteas de las casas vecinales, las clases media y baja andaluzas celebraban diversos eventos, como la festividad de los santos, los bautizos y los casamientos. [ José Romero Portillo ]. |
|