f. transp. Carretera con dos calzadas por dirección bien deslindadas, que permite alta velocidad y ofrece desvíos al mismo nivel. La red de autovías andaluza comienza a configurarse a finales de los años ochenta del siglo XX, cuando el Gobierno autonómico acomete la construcción de la A-92, concebida como eje andaluz este-oeste que en primera fase (1992) une Sevilla con Granada-Baza y con Málaga, y en segunda, que se demora una década, enlaza con Almería y, mediante otro ramal, alcanza al límite con la comunidad de Murcia. Simultáneamente, el Gobierno central transforma en autovía la N-IV, de Madrid a Sevilla por Córdoba, y la N-323, entre Bailén y Granada por Jaén, y la conexión Granada-Málaga.
En los años siguientes se acometen otras obras de infraestructura por el Estado, algunas de las cuales, como la autovía Granada-Motril o la Autovía del Mediterráneo, llamada a enlazar todo el litoral andaluz desde Pulpí a Algeciras, de alto coste y complejidad, avanzan con lentitud. A ellas se une el inicio de otras muy necesarias para la comunidad, como la autovía Jerez-Los Barrios, delicada comunicación que permite una salida al puerto de Algeciras pero atravesando el parque natural de los Alcornocales, que acomete la Junta de Andalucía, la Córdoba-Antequera, que reduce la distancia entre el centro de la península y la Costa del Sol y realiza el Ministerio de Fomento, o la de la Ruta de la Plata, que comunica Andalucía con Extremadura, Castilla y León y Asturias. Tramos más cortos de autovías se unen a la red "Jaén-Martos, Bailén-Linares, Bollullos par del Condado-Almonte, Sevilla-Utrera", mientras se reivindica la transformación de otras carreteras, como la A-435, eje de la provincia de Huelva. Al inicio del siglo XXI Andalucía era la comunidad española con más kilómetros de autovías y autopistas, pues alcanzaba en 2002 los 2.000 km., de ellos dos tercios dependientes del Ministerio de Fomento y un tercio de la Comunidad Autónoma.
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