BOMBERO

El oficio de bombero, como profesión regulada, tiene una relativamente corta historia comparada con la de la preocupación por las tareas de extinción de incendios o rescate y desescombros en caso de catástrofe. La imprevisible amenaza del fuego es tan antigua como la propia historia del hombre. Ya en época romana, se sabe que las poblaciones importantes estaban dotadas de un complejo servicio de suministro de agua y una sólida red de alcantarillado para un fácil acceso al agua en caso de incendio. Antonio Sánchez recoge en su Historia de los bomberos de Sevilla queésta es una de las pocas ciudades españolas en las que se han hallado restos epigráficos (del siglo II d.C.) que ofrecen indicios de la existencia de un contingente específico para este tipo de emergencias. Hasta el siglo XVI, en que se supone un importante papel en la extinción de incendios y la alerta de la población a las cofradías de aguadores, no existe demasiada documentación al respecto.

Los bandos de los concejos en el siglo XVIII convocan al gremio de los aguadores, los albañiles y los carpinteros en las emergencias, y se estipulan primas para compensar su trabajo. La comunicación de los avisos de emergencia se hacía a través de los toques a rebato desde los campanarios de las parroquias. En Andalucía, como en el resto de España, no será hasta entrado el primer cuarto del siglo XIX cuando, por iniciativa municipal, comienzan a organizarse los retenes específicos contra incendios, compuestos en su mayoría por obreros voluntarios. De esta época datan las primeras instituciones creadas al efecto, con experiencias pioneras en Granada y Madrid: la Compañía de Zapadores-Bomberos de la Heroica Milicia Nacional y la Compañía de Seguros contra incendios en viviendas. A partir de los inicios del siglo XX, comienzan a diseñarse las competencias específicas del bombero, y es con la II República cuando se crean los primeros reglamentos de bomberos según el sistema actual de estructura permanente y profesionales cualificados. A comienzos del siglo XXI, en Andalucía "como en el resto de España" los bomberos están coordinados dentro del dispositivo general de emergencias del 112, si bien el cuerpo mantiene su autonomía. Todas las grandes ciudades andaluzas tienen un Parque de Bomberos municipal, gestionado por el Ayuntamiento, y un Consorcio Provincial dependiente de las diputaciones. En la provincia de Jaén no existe consorcio, y el Parque Municipal colabora con los municipios que gestionan las emergencias de las diferentes comarcas de la provincia. En Cádiz sólo existe un consorcio para las cuatro grandes zonas de la provincia, dependiente del ayuntamiento gaditano y de la Diputación provincial. Y en Granada, son los bomberos de la capital los que colaboran en tareas de la provincia.

Riesgo y vocación. Las últimas generaciones de bomberos en Andalucía presentan un cada vez mayor nivel de cualificación y de especialización, y muchas de las unidades específicas de rescate y salvamento de los diferentes parques y consorcios de bomberos andaluces son requeridas para misiones internacionales. Al bombero se le conoce fundamentalmente por su labor en la extinción de incendios, aunque ésta es sólo una parte de su trabajo. Actualmente, existen unidades de rescate acuático, una unidad caninas de rescate y unidades de rescate urbano, y consorcios destinados a la protección de zonas medioambientales altamente protegidas, como los bomberos de Doñana. Además realizan trabajos técnicos como la inspección de inmuebles o la revisión de instalaciones industriales.La profesión de bombero exige una dosis importante de vocación de servicio, ya que los riesgos que se asumen son siempre importantes, y el bombero está mentalizado para asumir cualquier circunstancia, incluida la posibilidad de perder la vida. La figura del bombero profesional ha fascinado desde siempre a los niños, gracias a la vocación de servicio para el salvamento que le define.