f. (Del latín aqua ). Compuesto químico formado por un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno, de fórmula H2O. El agua pura es un líquido inodoro, insípido, incoloro y transparente en capas de poco espesor. Su color azul aparece cuando se mira a través de espesores de más de seis metros, porque absorbe la luz roja. El agua, que es el componente mayoritario en los seres vivos y el compuesto químico más abundante en nuestro planeta, afecta de forma directa o indirecta a la mayoría de los procesos fisiológicos. También su uso industrial es múltiple; se emplea para fabricación de papel y de tejidos; es disolvente y refrigerante, fuente de energía, generadora de vapor.|| 2. Se denomina también agua el licor que se obtiene por infusión o emulsión de flores, plantas o frutos y que se usa en medicina y perfumería.|| 3. En arquitectura, vertiente de un tejado || 4. ~ potable. La dedicada al consumo humano, que debe carecer de materias orgánicas en descomposición y de microorganismos.|| 5. ~ salobre. Con exceso de sal y no apta por ello para el consumo humano.
Propiedades físicas. Sus constantes físicas sirven para marcar los puntos de referencia de la escala termométrica centígrada y se emplean como valor de referencia para otras magnitudes como la densidad y la viscosidad. Mientras que el hielo se funde en cuanto se calienta por encima de su punto de fusión, el agua líquida se mantiene sin solidificarse algunos grados por debajo de la temperatura de cristalización (agua subenfriada) y puede conservarse líquida a -20°C en tubos capilares o en condiciones extraordinarias de reposo. La solidificación del agua va acompañada de desprendimiento de calor (79,4 calorías por cada gramo de agua que se solidifica). Cristaliza en el sistema hexagonal y adopta formas diferentes, según las condiciones de cristalización. A consecuencia de su elevado calor especifico y de la gran cantidad de calor que pone en juego cuando cambia su estado, el agua obra de excelente regulador de temperatura en la superficie de la Tierra y más en las regiones marinas.
El agua se comporta de forma anómala: su presión de vapor crece con rapidez a medida que la temperatura se eleva, y su volumen ofrece la particularidad de ser mínimo a la de 4° C. A dicha temperatura la densidad del agua es máxima, y se toma por unidad. A partir de 4°C no sólo se dilata cuando la temperatura se eleva, sino también cuando se enfría hasta 0°C. A esta temperatura, su densidad es de 0,99980 g/cm 3 y al congelarse desciende bruscamente hasta 0,9168 g/cm 3 , que es la densidad del hielo a 0°C; lo que significa que en la cristalización su volumen aumenta del orden de 9%.
Propiedades químicas y biológicas. El agua influye en todas las interacciones moleculares de los sistemas biológicos. En este contexto presenta dos propiedades particularmente importantes: polaridad eléctrica y cohesividad. La polaridad del agua es consecuencia de su forma triangular en lugar de lineal, por lo que existe una distribución asimétrica de las cargas; el núcleo de oxígeno atrae los electrones de los átomos de hidrógeno y su entorno adquiere una carga neta negativa, mientras que el entorno de los átomos de hidrógeno queda con carga neta positiva. La cohesividad del agua es consecuencia de la afinidad que cada molécula tiene por sus moléculas vecinas. La parte positivamente cargada de una molécula tiende a orientarse hacia la región de carga negativa de una de sus vecinas para formar puentes de hidrógeno (enlaces débiles entre el oxígeno de una molécula y el hidrógeno de otra). El hielo adopta una estructura extraordinariamente regular en la que se establecen todos los enlaces de hidrógeno potencialmente posibles, mientras que el agua líquida presenta una estructura parcialmente ordenada en la que continuamente se están formando y destruyendo enlaces de hidrógeno.
La polaridad y la capacidad de formar puentes de hidrógeno hacen del agua una molécula muy reactiva:
" Reacciona con los óxidos ácidos para formar oxoácidos.
" Reacciona con los óxidos básicos de los metales para formar hidróxidos.
" Reacciona con los metales en un proceso denominado hidrólisis.
" Reacciona con los no metales para dar multitud de compuestos.
" Se une en las sales para formar hidratos.
La existencia de vida en la Tierra depende, de forma crítica, de la capacidad del agua para disolver en grandes concentraciones una gran variedad de moléculas que sirven como combustible, sillares de construcción de moléculas complejas, enzimas, o como portadoras de información. El agua disminuye la fuerza de interacción de otras moléculas polares entre sí. Este hecho es responsable de que los organismos vivos hayan creado microambientes libres de agua para maximizar la fuerza de unión entre moléculas polares. La presencia de agua, con una fuerte cohesividad entre sus moléculas, también repercute de forma importante en el comportamiento de las moléculas no polares: que tienden a agruparse y comprimirse en el seno del agua.
Las moléculas de agua se adsorben sobre la superficie de partículas y membranas para formar una capa de hidratación, cuya presencia influye decisivamente en las interacciones físicas y las reacciones químicas. El agua líquida permite la difusión y el flujo de sustancias, y por ello es esencial para el transporte y distribución de los nutrientes entre los distintos órganos y tejidos. También es especialmente importante en las plantas para mantener la turgencia de las células. La deshidratación de los tejidos, a excepción de algunos tipos de semillas, por debajo de cierto nivel crítico puede provocar la muerte.
Historia. Los filósofos griegos consideran el agua como uno de los cuatro elementos básicos de la vida, con el aire, la tierra y el fuego. Es Lavoissier quien demuestra que es un compuesto de oxígeno y nitrógeno, y W. Morley quien determina con exactitud la composición centesimal del agua.
Consumo. El agua destinada a consumo humano debe esterilizarse, proceso que se realiza mediante cloración o bien ozono y radiaciones ultravioleta. Andalucía es deficitaria en agua, toda vez que la demanda, que se acerca a los 6.000 hm 3 anuales, supera claramente a los recursos disponibles. El déficit al inicio del siglo XXI bordea los 280 hm 3 , con tendencia a aumentar. No obstante, ese déficit está causado sobre todo por descontrol en el consumo, pues la mayoría del territorio andaluz, a excepción de Almería, registra lluvias suficientes para la necesidad racional de agua. Todas las cuencas con territorio en Andalucía, salvo la del Guadiana (provincia de Huelva), son deficitarias. El más relevante es el déficit en la del Sur (-175 hm 3 ). El 78% del consumo andaluz de agua va a la agricultura, el 15% es de consumo urbano, la industria recaba un 3% escaso y otras utilizaciones se llevan el 4% restante, con pequeñas oscilaciones anuales. Las aguas superficiales suponen el 61% del consumo, las subterráneas un 22% y el resto procede de flujos y retornos. La cuenca del Guadalquivir proporciona el 62%, la del Sur el 22,5% y el resto Guadalete-Barbate y Guadiana. Las comarcas más consumidoras de agua de Andalucía son el Bajo Guadalquivir, por el cultivo del arroz (38.000 ha que requieren 348 hm 3 al año), seguida del Valle del Genil (26.000 ha y 152 hm 3 ) y el Poniente almeriense (21.000 ha. y 127 hm 3 ). El consumo urbano es sensiblemente menor. Sevilla y su zona de influencia, con casi un millón de habitantes, requiere al año los 108 hm 3 , Málaga y la Costa del Sol occidental los 84 hm 3 "aunque con el ritmo de crecimiento más alto de la comunidad, un 13% en 2002"; Granada y Córdoba bordean cada una los 30 hm 3 al año. A finales del siglo XX, los municipios andaluces menores de 50.000 h. mantienen 3.000 captaciones para su abastecimiento urbano, de ellas el 45% son sondeos o pozos y un 33% manantiales. Un 7% se abastece de embalses y el resto vía ríos y canales u otras formas.
Las campañas para la racionalización del consumo de agua, sobre todo tras la sequía de 1991-1995, y el mayor control del fraude contribuyen a frenar el aumento del consumo urbano, pero la expansión del regadío * no favorece la contención del consumo agrario. De hecho, en la primera mitad de los años noventa, pese a la aludida sequía, se registra un crecimiento muy superior al previsto; de ahí que en los últimos años se alcen muchas voces pidiendo una moratoria en la autorización de nuevos regadíos, salvo en la zona de Huelva, que pertenece a la cuenca del Guadiana, y una mayor inversión en la modernización de los existentes para disminuir el consumo sin restar producción. La previsible expansión de los cultivos hidropónicos, que exigen mucha agua de calidad, plantean interrogantes añadidos en estos problemas.
Economía y gestión. El agua cobra en nuestros días una notable dimensión económica. En el caso de Andalucía, la existencia de un importante déficit hídrico y la generalizada convicción de que obedece, sobre todo, a usos poco racionales en la demanda, plantea la necesidad de reformas de fondo en el proceso de obtención y gestión del agua. La política hidráulica tradicional entra en crisis en España a finales del siglo XX, pero no se revela fácil implantar una nueva y casi opuesta. Andalucía, por otro lado, carece de competencias sobre las cuencas hidrográficas, tanto las intracomunitarias "Sur, Guadalete" como la del Guadalquivir, que es andaluza en un 92% de su superficie. Competencias que son demandadas con insistencia desde mediados de los noventa. Los recursos clásicos para asegurar la disponibilidad de agua "aparte de las políticas de reforestación * para favorecer la pluviosidad * " son la construcción de embalses * y el fomento de los trasvases * . Andalucía dispone hoy de 70 pantanos con al menos 10 hm 3 de capacidad, que en conjunto suponen más de 10.000 hm 3 . Media docena más se encuentra en construcción o en proyecto. Es significativo que en el caso de uno de los embalses nuevos más polémicos, el de Melonares, en la Sierra Morena sevillana, el coste de las medidas de protección medioambiental supera al de la construcción del propio pantano, iniciada en 2002. En los últimos años entran en servicio diversos trasvases dentro de la comunidad, como Guadiaro-Majaceite, en la provincia de Cádiz, y el del Negratín al Almanzora, que permite enviar 50 hm 3 anuales por una conducción de 120 km. desde el pantano granadino al almeriense. Pero tanto la construcción de nuevos embalses como los posibles trasvases, sobre todo si implican a distintas comunidades autónomas, son soluciones que encuentran incipiente oposición social y dudas crecientes entre los técnicos. En Andalucía es cada día más difícil conseguir emplazamientos adecuados, con plenas garantías medioambientales, para nuevos pantanos, mientras el coste se dispara y se alarga el proceso desde la decisión de construir hasta la entrada en servicio, que es ya un proceso de décadas. El trasvase del Ebro hasta Almería, previsto en el Plan Hidrológico Nacional, aportará a la provincia andaluza 90 hm 3 , cifra muy inferior a sus necesidades (un tercio de las previsiones del Plan de la Cuenca Hidrográfica del Sur). Otras medidas, como el dragado del Guadalquivir, generan fuerte oposición en sectores agrarios por el riesgo de salinización de los arrozales.
Desalación. En ese panorama, la reutilización del agua y la desalación del agua del mar, junto a la racionalización del consumo en todos sus aspectos, se muestran como los caminos más apropiados para reequilibrar el déficit de recursos hídricos en Andalucía. La desalación es un proceso de tratamiento de aguas saladas o salobres procedentes del mar o de acuíferos salinos que permite, quitándoles las sales, transformarlas en aguas aptas para el consumo humano o para riegos. Es hasta ahora una solución cara y con alto coste energético, pero se está abaratando progresivamente. Si los tratamientos iniciales suponen 1,2 euros por m 3 , ya se obtiene por menos de la mitad y con un tercio del gasto energético inicial. Andalucía dispone ya de cuatro desaladoras, la principal la de Carboneras, con capacidad para potabilizar 120.000 m 3 diarios y que está previsto lleve agua para riegos al Campo de Níjar. No obstante, en sus primeros años el proceso de construcción de estas desaladoras plantea múltiples problemas y de hecho una desaladora en Marbella, construida en 1996, no entra aún en funcionamiento en 2003, aunque en la Costa del Sol se construye otra que entrará en servicio en 2004. A finales de 2002 se inicia la construcción de una comarcal en Pulpí, 38.000 m 3 diarios, y muestra del cambio de mentalidad, la Comunidad de Regantes de la misma localidad almeriense anuncia la construcción de dos pequeñas desaladoras "6.000 m 3 diarios". A finales de 2003 la capacidad desaladora de España se sitúa cerca de los 800.000 m 3 diarios, sólo un 18% de ella en Andalucía, aunque con perspectivas de fuerte aumento en los próximos años.
La reutilización del agua mediante depuración de efluentes es una técnica relativamente reciente, en la que España es uno de los países más avanzados. No obstante, ya chinos, griegos y romanos aprovechan a comienzos de nuestra era el valor fertilizante de las aguas residuales para regar y, al mismo tiempo, desarrollan técnicas naturales "que exigen mucho tiempo" para su eliminación. La necesidad de obtener agua con garantías tanto de conservación de la fertilidad del suelo como de obtención de productos con la debida calidad higiénico-sanitaria obliga atratamientos terciarios específicos y severos controles, lo que siempre resulta oneroso. En 1995 se aprueba el Plan Nacional de Saneamiento y Depuración, secuela de una directiva comunitaria del año anterior, plan que marca las pautas jurídicas y económicas para la reutilización de aguas residuales, y que supone un fuerte impulso a la construcción y mejora de estaciones depuradoras. En ese momento la comunidad andaluza mantiene una situación desfavorable respecto al promedio estatal, al mantener la mitad de su población sin una adecuada depuración de sus aguas residuales. El plan contempla inversiones en Andalucía para el periodo 1995-2005 de 2.100 millones de euros (18% del total), en parte procedentes de fondos europeos. Andalucía es, tras el área de Levante-Murcia, la comunidad que presenta un mayor número de municipios con instalaciones para la reutilización del agua. El líquido así tratado se utiliza sobre todo para riego (90%) y usos recreativos "como campos de golf, 6%", y en menor proporción otros usos industriales. Las iniciativas en este campo son numerosas en la comunidad en los últimos años. Almería, la provincia más necesitada de agua y de reutilizar sus recursos, es pionera en un plan que permite reaprovechar las aguas residuales de la capital (15 hm 3 al año) para regadíos en el bajo Andarax. Ensayos pioneros en reutilización de aguas para conservar humedales se desarrollan en los últimos años con buenos resultados en Doñana y en la albufera de Adra. A finales del siglo pasado se anuncia el Plan Litoral, un programa del Gobierno andaluz para generar recursos hídricos adicionales para la agricultura intensiva de la franja costera. Sus previsiones son muy optimistas, pues en la hipótesis más moderada contempla la reutilización de 168 hm 3 al año "es decir, el 52% del volumen generado" en las cinco provincias litorales andaluzas.
La nueva visión del agua implica también que los usuarios paguen su coste real y que se penalice su consumo excesivo, lo que tropieza con la oposición de los usuarios tanto urbanos como, en especial, agrarios. La gestión eficaz de los abastecimientos urbanos deviene una de las medidas más necesarias. Un estudio de la Cámara de Cuentas de Andalucía para el periodo 1999-2000 muestra cómo, en el conjunto de la comunidad, un 29% del agua de consumo humano que se gasta no tiene compensación económica, con provincias como Almería o Jaén en que se bordea el 40%, en lo que incide tanto el fraude "usuarios sin contador" como el importante nivel de pérdidas por deficiencias en la red de suministro. Esa realidad lleva a muchos ayuntamientos andaluces a pasar la gestión de los abastecimientos de agua a empresas privadas, con resultados dispares, aunque en general se constata la subida de tarifas, la organización de éstas para favorecer el bajo consumo y penalizar el elevado, y la disminución del fraude. Una mayor exigencia en la calidad de las aguas para el consumo humano obliga igualmente a la instalación de depuradoras. En este aspecto el avance en los años noventa es considerable, aunque todavía un 20% de andaluces consume agua no tratada. El Gobierno central se fija como objetivo que en 2005 toda la población española consuma agua tratada, pero la Unión Europea llama la atención en algunos informes sobre las deficiencias que presentan muchas de las depuradoras existentes en la comunidad, especialmente en las provincias de Málaga "Benalmádena, Fuengirola" y Cádiz "Algeciras". Además, son muchas las deficiencias que presentan las depuradoras y de hecho a finales de 2001 una quinta parte de las existentes en la comunidad no están en funcionamiento o no lo hacen correctamente. Poco se avanza en el otro factor decisivo, la reordenación de los regadíos y el fomento de cultivos menos exigentes en agua. El establecimiento de un precio más real para el agua de uso agrario "a cambio de subvenciones a los cultivos más convenientes" no pasa del ámbito de los propósitos. La utilización del precio del agua como elemento de presión para racionalizar el gasto tropieza con la impopularidad de la medida y la consecuente indecisión de los gobiernos.
Gestión. La gestión del agua está distribuida en la comunidad andaluza en numerosos organismos. Las confederaciones hidrográficas * datan de los años veinte del siglo pasado y dependen del Gobierno central. Su actividad está orientada a las obras hidráulicas, en los últimos años encomendadas a nuevas empresas configuradas como sociedades estatales, como Acusur, con sede en Málaga, para la cuenca hidrográfica del Sur, y Acuavir, para la del Guadalquivir, sociedades que asumen la gestión de obras y entran en actividades medioambientales. En Andalucía se crea en 1995 el Consejo Andaluz del Agua, que preside el consejero de Obras Públicas y asume tareas de información, consulta y asesoramiento en proyectos del Gobierno andaluz. En 2001 nace el Instituto del Agua, orientado a fomentar la racionalización de su uso. En el mismo año la Junta de Andalucía crea la Mesa del Agua, con el déficit hídrico entre sus principales preocupaciones, e invita a las demás administraciones a participar en ella. La Plataforma del Guadalquivir, por su parte, se configura como un importante grupo de presión a favor de la construcción de embalses y ampliación de regadíos. En Sevilla tiene su sede un importante núcleo de investigación, el Centro de Nuevas Tecnologías del Agua (Centa) creado en 1994 como entidad sin ánimo de lucro en la que participan la Junta de Andalucía, las universidades de Sevilla e Internacional de Andalucía y el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
La legislación es por todo ello creciente. La Ley de Aguas vigente data de 1985 y marca el inicio de una verdadera planificación hidrológica en España, pero recibe importantes modificaciones en 1999. En 2001 se aprueba el Plan Hidrológico Nacional, que es precedido por los Planes Hidrológicos de Cuenca en 1998, año también del Libro Blanco del Agua en España del Ministerio de Medio Ambiente. La posición del Gobierno central, favorable a una creciente presencia del sector privado en todo el ciclo del agua, no es compartida en muchos de sus aspectos por el Gobierno andaluz. En ese contexto, el nuevo marco del agua que supone la directiva de la Unión Europea de 2000 está llamado a incidir en la política del agua en Andalucía de forma notable en los próximos años. Exige, por ejemplo, garantizar el equilibrio entre extracción y alimentación de los acuíferos * en un plazo máximo de 15 años. Además, para 2009 deben estar aprobados los nuevos planes de cuenca y para el 2015 todas las masas de agua andaluzas, superficiales o subterráneas, deben estar en buen estado. Objetivo sin duda ambicioso.
Agua mineral. Aquella que, con origen subterráneo, presenta una mineralización o temperatura que la haceapropiada para tratamientos médicos como hidroterapia o para su comercialización como bebida. El uso de las aguas mineromedicinales es milenario en Andalucía y alcanza ya relieve con los romanos, pero su expansión data de finales del XVIII y, sobre todo, los dos últimos siglos, con la aparición de los balnearios * y el envasado del agua. Andalucía dispone (2003) de una docena de plantas embotelladoras, que en total envasan por encima de los 300 millones anuales de litros y facturan en torno a los 60 millones de euros. Producción declarada, ya que parece que la real puede ser un 25% más. La producción viene siendo un 12% superior a la demanda. De ellas sólo una, Aguas de Lanjarón * , tiene gran capacidad. El crecimiento del consumo de estas aguas y las muchas posibilidades y recursos que ofrece la comunidad impulsa, en los últimos diez años, la creación en Andalucía de nuevas empresas de aguas minerales "Zambra, Aguas de Jaén, Sierra de Cazorla" aunque la alta competencia existente en este mercado obligan a la mayoría a formar parte de grandes grupos empresariales, sobre todo del sector agroalimentario. Agua subterránea. -> véase Acuíferos. [ Antonio Checa Godoy / Miguel Aguilar Urbano ] |