f. Sistema de provisión de cargos, a distintos niveles, mediante sufragio de personas relacionadas en un censo que votan entre candidatos previamente conocidos. La libre elección de representantes políticos o sindicales es uno de los elementos decisivos en el estado democrático, por ello los procesos electorales evolucionan notablemente en lo dos últimos siglos, normalmente en el sentido de una mayor democratización del sistema. Así, al sufragio censitario inicial "sólo votan los hombres que alcanzan un determinado nivel económico" sucede el sufragio universal, y al exclusivamente masculino, el que "ya bien entrado el siglo XX" incluye también a la mujer en tanto va disminuyendo la edad mínima exigida para votar, que si en principio se sitúa en los 25 o 23 años, paulatinamente decrece hasta la generalización, en nuestros días, de los 18 años cono edad mínima para acudir a votar. Hoy, en el ámbito político español hay elecciones "normalmente cada cuatro años, pero que pueden coincidir en su celebración" locales, en las que se vota a concejales que eligirán al alcalde, autonómicas, para configurar el parlamento de la comunidad autónoma, estatales, para congreso y senado, y europeas.
Andalucía. Las elecciones se generalizan en España, y por tanto, en Andalucía, a partir del inicio del reinado de Isabel II, aunque sólo para hombres y con determinado nivel económico. Como resulta lógico, que sólo voten las clases altas o medias-altas implica que los elegidos sean siempre, con raras excepciones, afines al poder del momento, liberales conservadores o liberales progresistas, con ausencia, por ejemplo, de carlistas o de demócratas, situación que cambia con el Sexenio Revolucionario, primera y fugaz etapa de elecciones libres y de sufragio universal, aunque aún sólo masculino, cuando en Andalucía son elegidos importantes contingentes de diputados y alcaldes republicanos, pero que vuelve a ser rasgo de la Restauración, en especial hasta 1891, cuando se restablece el sufragio universal masculino. A la realidad bien conocida de falseamiento de la voluntad popular en estas elecciones, donde salen elegidos siempre conservadores o liberales pero raramente y sin continuidad fuerzas a extramuros de ambas, al pucherazo, compra de votos o amañamiento en pequeños distritos comarcales, más propicios al fraude electoral, se opone la realidad de una abstención elevada, especialmente en provincias como Cádiz y Málaga donde arraiga el anarquismo.
Las elecciones de la II República representan de nuevo un paréntesis democrático en la historia electoral andaluza. En 1933 llega el sufragio femenino, en 1931 y 1936 triunfa la izquierda, que lo hace también en las municipales de abril de 1931 que dan paso al nuevo régimen. Años también en los que aparecen las campañas electorales, la propaganda, alto número de partidos y sistemas de mayorías y minorías con distritos formados por las provincias y algunas grandes ciudades. El franquismo con su democracia orgánica mantiene una apariencia de elecciones sólo para adictos al sistema, con tercios "sindicatos, corporaciones, familias" que sustituyen a los partidos políticos, pero además bien amañadas, que se desmoronan tras la muerte del dictador. En 1977, Andalucía vuelve a votar en libertad, ahora con sistema electoral proporcional y distritos provinciales, configurando, desde entonces, un electorado que, como en la II República, se inclina claramente hacia la izquierda, en especial el PSOE, ya el primer partido en la comunidad entre 1931 y 1936, si bien desde las elecciones de los años noventa del XX, la oposición conservadora, el Partido Popular, arraiga con fuerza en las ciudades y el poder local de los grandes municipios pasan a ser el contrapeso a un PSOE que no pierde en la comunidad ninguna elección entre 1977 y 2004 y ejerce el poder en la Junta de Andalucía, en tanto se configuran varias provincias de alta participación "sobre todo Jaén y Córdoba" y otras de más abstencionismo, como las provincias litorales. [ Antonio Checa Godoy ].
|